sábado, 12 de diciembre de 2020

EL DIA EN QUE ASESINARON A UN HÉROE DEL PUEBLO

 


Los cinco disparos de Mark David Chapman, desarmonizando una jornada de fin de año de 1980, fueron por demás certeros. Con el primero hizo lo que hizo. Con los restantes acertó en el corazón de todos nosotros.

Te hacen daño en casa
y te pegan en clase.
Te odian si eres inteligente,
y desprecian a un tonto.
Hasta que estás tan jodidamente loco,
que no puedes seguir sus reglas…”

Los ecos de las  descargas reverberaron diáfanos, potentes, en estos confines de la luz. El corazón de Juan CarlosBustriazo Ortíz aceleró sus palpitaciones. Retumbos  arrolladores  s que se dilataron en  una singladura que inicia en el estaño del Tincho y culmina en la callecita Florida.

El Piedra Juan lloró por John e imaginó una lombriz de cristal fluyendo cauce abajo por  las mejillas de Yoko Ono.

El día de la muerte del insurrecto que todos conocen como músico, inició  a concepción de

este texto poco conocido y frecuentado del más rockero de nuestros poetas.

yoko ono llora

 

oscuras máquinas  susurran ruedan ruedan vahos vahos vapores

negros hostiles hostiles

la voz de una muchacha desde una caja metálica transmite transmite suspira acongojada acongojada

lejos lejos lejos lejos yoko ono llora

es absurdo y odioso el invisible aire bermejo demente demente invasor de un gran mundo salvaje que nos husmea nos husmea

este poeta occidental y cristiano no suspira este poeta no sabe si escribe si balbucea este texto religioso canónico baleado un rico surtidor del pecho roto roto roto roto roto

lejos lejos lejos lejos yoko ono llora

el horror reyezuelo inclemente reina reina ensangrentado ensaangrentado florido de la sangre

 no hay profetas airados tronantes vestidos con ropajes de cuero de dulces cabras blancas suaves suaves suaves

lejos lejos lejos lejos yoko ono llora

mefisto carcajea carcajea en su hórrida tienda de verano de verano

las cohortes del infierno ríen ríen ríen serrallos de la muerte perfumados perfumados

prodigiosa ramera la luna tan sin velos me envuelve envuelve envuelve

mandrake con su gran capa sonora hierve heridas hojas de mandrágora de mandrágora

lejos lejos lejos lejos yoko ono llora

me ata de pies y manos de pies y manos pies pies pies manos

malabar de las sombras no hay blanco de alcanfores de alcanfores de alcanfores

no hay cárcuma de los besos de los besos de los cuerpos de los cuerpos

contuso de mi boca sobrevivo supérstite jurante jurante

vi en los cielos el gran rollo volante de zacarías que fulguraba fulguraba conociendo majestuoso inteligente inteligente la maldad del humano del humano

lejos lejos lejos lejos yoko ono llora

no hay portentos no hay portentos no hay portentos no hay portentos

pelafustanes pelafustanes pelafustanes pelafustanes pelafustanes

enredadores de homicidios  coronados coronados jardineros de homicidios cultivadores de homicidios de homicidios  viñadores  de eso de eso de eso de eso

no hay leche y miel no hay leche y miel no hay leche y miel

no hay edad de oro de oro oro oro

no hay tierra prometida prometida prometida

yoko ono

llora

yoko ono

llora

yoko ono

llora

yoko ono

llora

yoko ono

llora

 

 

 

(s, melquíades,p.,

 s.dámaso,p.)

a maria victoria scheuber.

 

 

JCBO

 

 

 

 

 

 

 

jueves, 3 de diciembre de 2020

Coplas para el Penca Juan


 (A Pamela Díaz y Juana Bustriazo)

En el bolsillo, la piedra sonajera,
el cuenco curador de almas del vino,
una pluma, esa etiqueta, la linterna…
En la espalda, los dichos del linyera.

Ocasiones lo veo, puente abajo,
donde yace una memoria dolorida ,
cofre obsidiana y en la otra mano
una ramita de jume prisionera.

Sombras mahuidas tocan su hombro,
tras cruzar el picadero a paso lento,
sancionando el desahucio de la tarde
por los meandros del cauce ceniciento

Acaso pregonara una calandria:
“ la siesta de los puelches ha terminado”,
albricias que anticipan el fogón,
la cofradía y el vino alucinado

Musita una elegía al final del puente,
ese abrazo en las orillas del despojo.
En la costra del lecho se presiente
el espectro de un sueño confiscado

¡Es Penca Juan!, Bustriz el que regresa
en busca de la Rosa y añoranzas ,
de lisonjas paganas , de redomas
que se inmolan al final de la jornada.

Ella lo espera arrebujada con el poncho
cuyos rubores arrendan las mejillas,
y ese rocío que crece en sus pupilas,
como la niebla puelche, leuda en poesía.
……………………………………………………………….
EN LOS FLECOS DEL PONCHO DE ARCOIRIS
PENDE UNA ESQUELA DE AMOR, DESENFRENADO
…………………………………………………………………..

miércoles, 25 de noviembre de 2020

La felicidad no se mancha


 

¿Abundarán los políticos en las orillas de los dos siglos que hayan enfrentado al imperio y al poder con tanto vigor desde la desigualdad e inferioridad de condiciones?
¿Un maestro que, habiendo bebido el licor del pecado con el Diablo insista hasta el hartazgo en que no lo tomen de ejemplo? ¿Más aún, que demuestre que es posible regresar del infierno?
¿Un genio que siempre prefiera equivocarse del lado de los amigos antes que acertarla con los fariseos
¿Habrá, disculpas por el pleonasmo, un militante de los pobres que, sin aspirarlo, los represente y defienda e insista, y siga ese amparo habiendo dejado de ser pobre?
¿Un jugador de truco que persista a sabiendas que su oponente tiene las 33 de mano?
¿Un baqueano tan avezado que nunca se caiga en aquella orilla de la grieta ?
¿Serán capaces los potreros de olvidarlo ?
¿Podrán asimilar las religiones que hay dioses paganos, cuyas miserias no pueden evitar que se los idolatre?
¿Existirá la Pyme, el cartel, un monopolio, que permita a un artesano industrializar la felicidad?
﾿Era como decir "abracadabra"?
¿Acaso irrumpa el sociólogo que explique esta alegría en medio de la tristeza?
¿En fin, alguien seguirá debatiendo en el siglo XXII quién fue el mejor del universo?

viernes, 30 de octubre de 2020

Un corte para la Negra


 

Canto por si acaso alguna vez

por alguna razón de los sentidos

olvido quién soy, a qué he venido

en qué  baldosa floja tropecé

 

Canto y en el canto me confirmo

me  vuelvo yo, la de la vuelta,

una Calandria  que al cantar se suelta

para echar a volar con los amigos.

 

Musito  una oración, estremecida

y despliega   una flor, de madrugada.

Con ella voy, a promover la vida ,

desterrando la noche  acongojada

 

 

Me lanzo al sur del sur y el objetivo

es descubrir  su cruz y sus estrellas

en clave de sol, de luz y de caminos

hasta entonar la copla más plebeya..

 

Al fin …me abraza un tango, bandoneón

y una milonga me juega a la escondida

Va pregonando que la vida es vida

cuando  se brota ,con ardor,  el diapasón.

               

 

 

Compás de dos por cuatro, decidor,

un corte, esa canción, una quebrada.

De la mano del ‘Fuya’ vuelvo en flor

aromando por todo el pentagrama

 

 

 

 

jueves, 8 de octubre de 2020

Nuestro señor de los combates



 

El Cristo de Mantegna yace.

Ojos fibrilados por una matriz de odio,

con  una chispa creciente de recelo.

lo contemplan.
los amanuenses  del tiempo
dicen que murió.
Pero todos saben que no es cierto.
Ahí está, como el Che de contantini,
engendrando revueltas,
impulsando rebeldías,
ahuyentando la muerte.
Porque no mueren los Cristos
de la gente
que la gente
revive cada  vez  que  el sinsonte
anuncia un nuevo sol.

sábado, 19 de septiembre de 2020

Un madrigal contra el olvido


 Las  palas se hunden en los valles  granadinos. Los hombres secan el sudor de su frente y en  el  laconismo de ocho décadas deslizan que no  buscan el sitio para  sepultar a sus seres queridos: indagan  la manera de  encontrarlos.

 Conocemos, por aquí, estos sentires.

Rechina  el acero   en la tierra arisca mientras el espectro de Lorca reclama reposo. El filo  del metal lastima  la tierra y esa herida se actualiza en la España que espera.  Clamor que reverbera y se dilata en  este  Sur del Sur  de ojos cegados y wiphalas que arden.  

Conjeturamos al poeta  con un  pétalo de rosa mancillando su camisa blanca.

Lorca, el crepúsculo  y un hilván de coreografía  para las germinaciones de un mínimo vals que está por nacer.

 Acaso,  musitando con mordacidad, que las “Bodas de sangre” son  las que inauguran la década infame a su llegada a Buenos  Aires. 

Ahí está, huyendo del hastío en Nueva York o aguijoneando algún recuerdo  mientras agota la  copa de coñac con que sufraga la melancolía en la    noche fría  de  Viena.

 Balbuceos de la razón, consideraciones  que sobrevienen como una manera de espesar  la esperanza. Resguardos del pensamiento para homologar  la derrota del olvido

martes, 18 de agosto de 2020

Balada por Lorca

 

Las  palas se hunden en los valles  granadinos. Los hombres secan el sudor de su frente y en  el  laconismo de ocho décadas deslizan que no  buscan el sitio para  sepultar a sus seres queridos: indagan  la manera de  encontrarlos.

 Conocemos, por aquí, estos sentires.

Rechina  el acero   en la tierra arisca mientras el espectro de Lorca reclama reposo. El filo  del metal lastima  la tierra y esa herida se actualiza en la España que espera.  Clamor que reverbera y se dilata en  este  Sur del Sur  de ojos cegados y wiphalas que arden.  

Conjeturamos al poeta  con un  pétalo de rosa mancillando su camisa blanca.

Lorca, el crepúsculo  y un hilván de coreografía  para las germinaciones de un mínimo vals que está por nacer.

 Acaso,  musitando con mordacidad, que las “Bodas de sangre” son  las que inauguran la década infame a su llegada a Buenos  Aires. 

Ahí está, huyendo del hastío en Nueva York o aguijoneando algún recuerdo  mientras agota la  copa de coñac con que sufraga la melancolía en la    noche fría  de  Viena.

 Balbuceos de la razón, consideraciones  que sobrevienen como una manera de espesar  la esperanza. Resguardos del pensamiento para homologar  la derrota del olvido. 

sábado, 15 de agosto de 2020

Acerca de laAusencia (días de la peste)

 tiempos  de la peste

………………………………..

ACERCA DE  LA AUSENCIA

Un hombre, un pico .Y ese desafío con forma de rectángulo en la tierra ceniza. La tosca es dura y el hombre duplica su energía porque la jornada avanza. Seca el  sudor del rostro con el revés de la mano, una y otra vez. Y así.  Infructuosamente,  porque esos gusanos de sal que heredan las mejillas, no son otra cosa que  lágrimas desahuciadas. El filo del metal dilata la herida en la encrucijada angosta donde brotan las fosas. Ayer, en el catálogo cotidiano de impiedades del noticiero, he visto a ese jujeño arquear su lomo ante  la hendidura.  Y lo que los ojos me  han devuelto  es una grieta.  La sombría hondonada donde se despeña la justicia.  En algún otro costado, en un rincón solitario de este país que somos,  leuda  una despedida y una plegaria urgida. Quedarán diferidas Honras a  la memoria, a  un itinerario trunco y al repaso de sueños acunados  en las mocedades  de otro porvenir.  


domingo, 7 de junio de 2020

Días de peste

ESE HOMBRE

Mira con fiereza  a la cámara. Provoca. Lo hace con su postura y con la leyenda que cuelga de su pecho,  que es donde se conservan las cosas cercanas al corazón. No sabemos quién es, embozado y con lentes. Pero lo conocemos: aquí en La Pampa se llamó Arana, Losada, Aragonés, Savioli , Bibini …y muchos más. Centenares, acaso miles. Algunos ya no están pero otros permanecen como para indicarnos cuánto nos falta por recorrer. El  hombre resiste a la  lluvia y al tiempo. Como las cucarachas. Viene de una parcela de la vida que no figura en el  catastro de Dios. Sobrevive porque, como en esta peste, aun no se ha encontrado un remedio más eficaz que los conocidos. Un pesticida social que acaso  se llamare memoria .

jueves, 28 de mayo de 2020

El ghetto

El término se deslizó en medio de un reportaje radial, ganó prontamente los sets de televisión y – en una magistral demostración de deliberada estrategia– fue reproducido a los gritos en las manifestaciones del 25 de mayo en los alrededores del Cabildo, en la encrucijada del obelisco, en las paqueterías del Tigre.
Hoy se consagra oficialmente en la columna de La Nación en un libelo en que Morales Solá corrobora su miserabilidad.
Extraña su invocación en el epicentro de Buenos Aires, contenida en las ofuscadas vociferaciones de grupos afiliados al nazismo. Ahora se autodenominan libertarios. Ellos, más que nadie, conocen las aciagas implicancias y significaciones de un ghetto. Ahí están –frescas en la memoria- las exhalaciones de Varsovia o Vilna prologando esa mancha que enluta a la humanidad . Una afrenta a la vida que no alcanza a disiparse con el recurrente eufemismo de “solución final”.
Por alguna razón, a esta altura del texto, se presenta rediviva la leyenda del portal de Auschwitz, “Arbeit macht frei es”, el trabajo libera. Reveladora certificación de cómo una palabra, una frase, se explota como tapadera de otra intención.
Comparar la cuarentena preventiva o el cerco a la Villa Azul con un ghetto hiere nuestra inteligencia y constituye una afrenta a los intentos de extraer de la historia conclusiones didácticas que contribuyan a asegurarnos un futuro más apacible.
En la cuarentena se aísla para salvar. En el ghetto se encierra para matar. Tan simple como eso.
Por eso la extrañeza se extiende, también, al silencio concesivo de la comunidad judía ante el empleo del término. Porque tergiversa la historia y subleva la conciencia. Equiparar la villa con el ghetto caricaturiza, banaliza, subyuga, la enormidad del holocausto.
Estas digresiones amanecen por una escueta ofuscación personal, como resultado de sensibilidades heridas por el salvaje servilismo de los operadores periodísticos. Acaso por la certidumbre que al tergiversar la comprensión de la historia se nubla la visualización del porvenir. En fin, divagues de una cuarentena de destino incierto.
De una cosa estamos seguros, no saldremos de ella de la mano de una prédica fascista.

lunes, 25 de mayo de 2020

Niña del corazón

…Y no estará demás, auspiciados por el calendario, fundar un manifiesto. Una copla de amor. Una resuelta articulación de la palabra para ofrendar a la que nos congrega en este itinerario de honras en el tiempo. Una formulación categórica para la que nos desvela y enamora, en estas albricias del otoño que provoca la junta. Refugio en la soledad y ante el olvido, viene desde tan lejos y siempre está presente propiciando esta fraternidad de los abrazos. ¿Qué otra cosa decir para la que nos con- tuvo en horas de incertidumbres y desasosiegos? Que limpió las heridas, profundas, del tormento. Un mínimo texto, insistimos, que se pronuncie despacio y sin apuro. Sin ruidos ni estridencias; que crezca desde abajo hasta tocar el cielo. No faltarán cantores en alguna madrugada, que empuñen diapasones para avivar los fuegos, celestes, del re- cuerdo. Un himno de amor, una plegaria. Acaso una canción que colme los espacios ganados al silencio. Para ella, que persevera y alienta. La que acaricia, contiene e inaugura caminos en este horizonte de extendida llanura. En esta capitanía de basalto y caldén donde el sur se expresa y alza vuelo. En fin, una tangible proclamación de sentimientos para la indestructible dueña de nuestro corazón y destino. Para esta mujer que digo, flor y matriz, valga esta elegía nacida desde el alma. Ella: La niña, la madre, la patria… América.

domingo, 17 de mayo de 2020

Ramona

Ha muerto, dicen.
De hambre, de sed y de Covid.
Tejada la cantó,
hace más de cuatro décadas,
ofrendándole un cielo,
celeste de memorias.
Un cielo ,en este día gris,
para Ramona.
Es la misma:
de Santander a esta Villa
donde la sed no descansa.
En los laberintos, los zaguanes,
los comedores, en los barrios,
la lloran.
Ha muerto Ramona, dicen.
Pero no hagamos caso,
las verdades naufragan
en este Riachuelo, en que navega,
la mentira.

jueves, 30 de abril de 2020

NO TE ENAMORES DE GEORGIEVA



Lo advirtió Roque Dalton cinco segundos  antes de la bala en la espalda. Treinta palabras que vencieron al siglo. Dicho en otros términos: la matriz de los malos, no descansa. También era en otoño. En la misma línea de pensamiento hubiera sostenido: no te enamores. No te enamores. Lo sospechamos   enarbolando un texto entre  las manos, endechas  de papel subrayando  que en  esa fosa, de este mundo que somos, tan inaugural como  inexorable, reposan, categóricos, los sueños  de Lagarde. Uno sobre otro, desafiando álgebras e interferones. Miles, torrenciales,  exorbitando el asombro, los muertos de Lagarde, mientras que los exégetas de deudas y de entregas escoltan el cortejo aspirando, imperturbables,  las inefables esencias del olor a pandemia.
No te enamores, no te enamores de Georgieva, es tan igual que hasta comparten, los  amantes.
Ahí están, formando fila, los amanuenses, corderos  de esta era, lubricados en gel, sin  amor ni  distancia. Menos mal la alborada propiciando el dominio de la estrofa. Con la virtualidad y la imaginación como estandartes. Armando barricadas, propiciando  que ese  vaticinio,  acerca de  los malos,  se confirme en palabras con los puños alzados.
Anticipos del tiempo de la cárcava -cinco segundos antes de la pala-. Desde aquí retoñan  las esperanzas. Tal vez en las voces, de aliento,  el trueno cotidiano flameando en  los balcones, o esa naciente   fraternidad fraguada en forma de codazo.
Mientas tanto ellas siguen allí, fiscalizando el provenir del mundo. La fotografía nos las devuelve poderosas, rapaces, confidentes, en un registro tan actual como la incertidumbre.
  Acaso amanezca   el antídoto en los pliegues de un manifiesto colectivo  para que comparezcan,  categóricos,  los invisibles  hilos de sus máscaras.

***

Consejo que ya no es necesario en ninguna parte del mundo pero que en El Salvador...

No olvides nunca
que los menos fascistas
de entre los fascistas
también son
fascistas.

Roque Dalton
(En Poemas clandestinos; 1975)



miércoles, 22 de abril de 2020

Acerca de la infancia

Santa Rosa.foto Archivo Hilda París
/a Alejandra Ongaro)


Al sur de  los baldíos
un año se desahucia
se siente como ausencia,
una línea sangrada,
o esa hoja de otoño
que se hereda en el alma

Ahí está la tarde, el viento
un remolino tejiendo  en las esquinas
y nosotros, los pibes, en la calle,
peinada por  rachas  extraviadas,
buscando una  piedrita  azul,
tal vez rojiza,
o algún   talismán cobrizo
con forma de moneda.


La siesta iguala diferencias
 y el fuego  de los hornos
acaricia   el campito con  cenizas,
 pincela  los techos pasto puna
 hasta volverlos grises,
tal cual  como sentimos
 las  distancias.

  Desde este Sur que digo
y hasta este  centro, tan distante,
brota   un rumor milonga en las orillas
un temple extraño bendecido o endiablado
un reclamo,  una  copla lisonjera
dedicada al  Bustriazo fugitivo
que  presiente  a su amor,
 entre la niebla.

En la plaza una fuente  y un retoño,
un ángel entumecido  de saliva salada.
La estela de una niña en los labios de todos,
sufragando su pecado de amor al forastero.
En los textos la dicen,
desesperada.

¡Ay , si ella hubiera sido  Rubiatango
para que le cantara algún  trovero!

Acaso ya es  domingo y en la villa asoman
humitos de fogones,
olor a  pan tostado,
los pliegues del mantel semejan ríos
caudal mate cocido, jarro de  lata
y a veces, si los duendes,  la  sorpresa,
maravilla en la mesa de los ranchos
una barquita entre la arruga de hule oscuro,
singladura de leche y mermelada.

La aldea deja de ser doncella,
 procura valideces y se asfalta.
Tal vez Piquito encienda su altavoz
anunciando  que el Marconi, se engalana
porque allí viene sonriendo  un tal Gardel
a la Garbo, que espera,  enamorada.


Después… la  vuelta del perro los domingos,
el Cholito custodiando las equinas,
un chasirete jugando a la escondida,
y esa  foto de un amor que se ha velado.

El viento se cuela en las hendijas
y hace temblar la copa de los tilos
trayendo un mar de arena a los zaguanes,
a la  galería, la que lleva al patio.
o hasta el rezongo vecinal que se dilata
por los tendales
donde vuela un pájaro.

Aquí no hay tregua para  las escobas
ni tiempo suficiente para armar  defensas
(¡Cubriendo los flancos de una puerta
con la sabiduría del papel mojado!)
porque ya la jornada se deshoja
  rubor  de Oeste, color grana
prologando a  la luna en  sus asensos
 o a  su perfil chapoteando  en la laguna.

Aquel fogón acuna miserere triste
en los brazos de diáspora y salitre.
los que vienen  no miran hacia atrás
 se han borrado las huellas del regreso.
Y también porque  Bustriazo  ya se ha ido
corcel alado, brújula en mano
en busca de un  misterio y de la Rosa
algún  embrujo, el puente de los puelches,  
-el cauce sediento de ese río-
en el que amanecen las calandrias.

abril 22- 2010






















sábado, 4 de abril de 2020

Otoño en gel


OTOÑO EN GEL
                           (a Tina Elorriaga)

Acaso equivocó  ese tal Cummings
en el atardecer de un siglo
y no murió Búffalo Bill ,
tal como  Jesús conjeturaba,
a media voz ,
en  la anteúltima  adyacencia  de la muerte.
Ahí van, los carretones  y las palas
alzando cadáveres por las calles de Quito.
¡Es BuffaloBill ¡ , cabalga airoso
blandiendo  cabelleras, carcajadas,
Jugando a la escondida
 en ese  callejón
de la favela más triste del otoño.
Su relincho  es feroz y reverbera
en las gestionadas
prudencias   del Central Park
cuyas tiendas no alcanzan a ocultar
-alcohol en gel-
el hedor de este tiempo, tan de ellos,
tan poderosamente de ellos,
en el que acaso se fermente el nuestro.



viernes, 27 de marzo de 2020

Cuarentena.Postal de marzo



Deslizó un comentario insípido en la mensajería  de una amiga, en parte por cortesía, mitad  aburrimiento.
Él le clavó  un like como en  una excursión de pesca en la laguna.
Asaltada por el gusano de la intriga,  ella escudriñó en  su perfil para  ver qué onda. Hurgó prolijamente  el historial de publicaciones y al fin  localizó una postilla plausible hospedando  un pulgar alzado.
Él  regresó a la netbook conectar igualdad, comprada de ocasión, sándwich en una mano y en la otra la última latita de la heladera. Constató la observación y olvidó el sándwich. Rebuscó en  la galería de los abrazos y eligió el más elocuente.
Ella repasó pensativa la  réplica recibida y se alisó el pelo con el rastrillo de sus dedos. Lo hizo una, dos,… tres veces, náufraga de la indecisión.
Él garrapateó una glosa poco consistente  con el bloque de mayúsculas.
Ella le señaló “no me grites” y luego debió explicarle su sentido al ver flamear el signo de interrogación emergiendo en el cuadro de texto.
Él formuló  una invitación  para la tarde siguiente.
Ella  respondió  con un incierto:
-Tal vez.
 Él terminó el sándwich y extravió  una mirada de desesperanza a la  Quilmes estrujada en un rincón de la mesa. Acostado, abstraído, se hundió en las desmesuras crepusculares de un horizonte incierto.
Ella limpió toda la casa, plegó la ropa y dispuso una caja para las prendas  de verano. La invadió la idea de encerar el piso pero titubeó asaltada por la duda de que esa pavada no justificara   el riesgo de ir al  mercado.
Él encendió la compu y se puso a escuchar a René Pérez desangrando  retazos de infancia. En las estribaciones de la banda sonora, lo asedió una desazón creciente. Estranguló el nivel de volumen hasta sofocarlo.
“Ya no queda casi nadie aquí,
 a veces  ya no quiero estar aquí.
Me siento solo aquí,
en medio de la fiesta,
quiero estar donde nadie me molesta..”
Ella depositó un frasco  de cera en la mesada, lavó sus manos con energía y en un stripease solitario fue arrojando cada  prenda  en el interior del canasto de la ropa sucia.
Él revisó sus correos y constató  su ausencia. Decidió que Residente  completara la  endecha.
Ella experimentó una receta nueva, confirmó  sus sabrosuras y cuando reparó en la hora advirtió que ya nadie estaba en los enlaces activos. En fin, mañana sería  otro día.
Él volvió a revisar sus sitios habituales y, al no verla, plegó los  hombros, desalentado.
El lunes, abrumada por los ominosos guarismos  del Piamonte,  ella retornó a la pantalla  para concederse una audacia reparadora:
-¿Estás ahí?
-Sí, desde el jueves  último.
Ella le concedió el emoticón de la cara sonriente.
Más tarde se internaron en otras honduras, porque la soledad es cruel y promueve sus antídotos.
-¿Tenés camarita? deslizó él  implorando que el  peso de las palabras, escritas, no sobrecargaran la intensidad subyacente.
-Claro, escribió  en Courier bold que se le antojó sonrojada.
¿Probamos? invitó  él.
-Mañana, titubeó  ella estableciendo  un paréntesis ante  la irrupción de la  efemérides en el  calendario de la barra de herramientas.
-Sabés qué pasa, mejor lo postergamos: resulta que debo  coser  unos  pañuelos para colgarlos en la puerta. ¿Estarás  al tanto?, desafió.
-¡Por supuesto! , replicó  mesando  sus cabellos en tanto  especulaba  dónde habría dejado el que le regalaron en la marcha de diciembre.
Fue un martes luminoso, pletórico de presencias y pluralidades.
Ella habilitó la webcam, exultante por las reverberaciones de una manifestación plebeya. Una colectividad inmensa  sustentando que la memoria es más que un lema.
Él se asoció al júbilo y arriesgó “estás más linda que  en la foto de perfil”
-¿Te parece?
El respondió  con una lisonja atrevida, y otra.
_Un amplio rubor progresó por sus mejillas. Entendió que era momento de desviar el rumbo de la  conversación.
-A mí me gusta Serrat y Borges , ¿a vos?
-Calle 13 y Cortázar, mintió,  mientras desplegaba presuroso la solapa del Google para buscar Cortázar.
La semana se desgranó  por  estas vertientes.
Y la ineluctable  recurrencia a la trama de la jornada, el mes, el año. De la época.
Al borde del  segundo ciclo  ella repasó  la imagen que le devolvía  el monitor antes de habilitar el enlace. Con sumo cuidado dejó que un bretel de la blusa se deslizara  natural sobre el hombro.
-Descansaste bien, inquirió con una chispa de suspicacia  mientras su imaginación se internaba en los  itinerarios del bretel.
-De a ratos, las noticias me dan pesadillas.
-Acaso debiéramos verlas juntos, aventuró- No sé,  digo,… de a dos se enfrenta todo mejor.
-¿Juntos?
-Sí, vamos, en tu casa o en la mía.
-Hmmm.
-Dale
-Podría ser, vaciló ella.
-Animate, hacele caso a Serrat.
                     “Sin ti mi cama es ancha…”
-Bueno, el  viernes, cuando termine este encierro, te contesto.
-Decime ahora.
Ahora no. Te escribo.
-No te vas a arrepentir, alardeó él.
Como toda respuesta ella  inclinó  su espalda  provocando un nuevo deslizamiento.
-Me pongo a contar las horas, balbuceó, tragando saliva.
Ella arqueó los labios en un adiós silencioso dejando que la banqueta girara como su imaginación.
Él otorgó licencia  a sus instintos.
La semana se empobreció en rutinas. Ella se ofrendó  a los dioses del orden y desplegó sus destrezas entre el ropero y una nueva retocada  a los cerámicos.
Auspicios del otoño.
La noche de la víspera un embrión de vacilación magulló su osadía. Acarició el escritorio con la punta del ratón y se puso a juguetear con la opción eliminar contactos.
En tanto él abanicó la habitación con la mirada para establecer cómo doblegar el  desorden acumulado desde el comienzo de la veda.
En algún lado, alguien, pronosticaba la absolución del miedo
Y llegó el día.
 Subyugada por una pulsión indescifrable ella inició  la tarea de a instalarle  palabras  a  su decisión. Concisa y llana. Una línea, dos, tres… hasta que su dedo índice, tras una leve vacilación, se aplastó en el “enter”.
La pantalla de la sala seguía vomitando impiedades.
El no alcanzó a leer la contestación, ensimismado en la lapidaria   lectura de su termómetro.







viernes, 13 de marzo de 2020

La era en cuarentena


IMÁGENES PAGANAS
La historia   está insinuando  su vuelco más pronunciado y es probable que tardemos en advertirlo. Ni las diez plagas de Egipto, las pestes del medioevo, los estragos del ébola, la viruela…, fueron tan veloces, tan voraces, tan amenazantes por sus proyecciones más que por las consecuencias inmediatas.
Este giro cambia el eje e inaugura un ciclo incierto que acaso los cubanos, tal vez los chinos, puedan sojuzgar. Y esto convierte a la pandemia en una doble metáfora.
Estados Unidos pasó de hacer la plancha a limitar sus vuelos aéreos. Los más suspicaces, a menudo adherentes de las teorías conspirativas, deslizan que Tump resultará víctima de sus  propias políticas. El efecto boomerang, que le dicen. China e Irán no lo  deslizan, lo sostienen  sin barbijos:  EEUU  introdujo el virus en Wuhan sin pensar que hasta el Boeing más arcaico puede devolverlo a su origen en menos de doce horas.
¡Ni siquiera está Rosenfeld para vendernos Tamiflú!
El coronavirus predice una cuarentena a los dueños del capitalismo, -léase buitres del capital financiero-  y pronostica una pandemia de quebrantos y debacles en el sistema productivo internacional para el  cual, a estas horas, no hay antídoto.
Los gestos defensivos, sanitarios y políticos, se  inclinan por las articulaciones más severas. Toques de queda, tabicamientos sectoriales, disgregación social, paralización de actividades comunitarias…
¿Será el fin de los neutrales, de la jactancia  de la  duda?
En teoría, la puesta en  práctica de estos dispositivos, beneficiará en el largo plazo a las gestualidades mas autoritarias, los regímenes más duros, las posiciones más insolidarias y sectarias. En fin, el sustento de la praxis capitalista.
Pero las tareas  tutelares del corto plazo la debilitarán. Un escenario que podría presentarse como  propicio para cualquier pensamiento libertario, si no fuera por la circunstancia de que el contexto asimismo se lleva puesto sus exteriorizaciones.
Veamos en nuestra casa: si el coronavirus  conspira contra las concentraciones en la plaza Italia y sofoca el tañer de  rotas cadenas en las grandes alamedas, el régimen de Piñera sobrellevará su momento histórico más aciago.
Lo mismo en Colombia, alzada  en el heroico ejemplo de Eleicer Gaitán. O en las callejuelas del Alto, esos reservorios de lucha y dignidad que desvelan los sueños imperiales de Añez.
¿Y en Argentina este solar de lágrimas?  Gracias al Dios  de la  ubicuidad  que esta coyuntura nos encuentra sin el regenedor   del sarampión,  exterminador de la investigación científica, el apóstol de la distopía en su trono de reposera. Como decían nuestros maestros: si siembras semillas de naranjos no tendrás la mínina certidumbre del porvenir de esta acción. De una cosa podrás estar seguro: de allí no germinarán zapallos.
Por si no bastare, anida  otra certeza. Las crisis obedecen a la lógica de las crecidas: los afectados resultan siempre los que viven más abajo.
Mujeres y hombres de este país, ya han iniciado sus ejercitaciones más sublimes tras el objetivo de  que la memoria nos conduzca a una comarca  de esperanza y vida.  Descubren, al borde de la efemérides, que en los desvelos al enfrentar al virus no solo un escollo sino también un contrincante.
El coronavirus instala el  desafío  de inaugurar nuevos escenarios, modificar viejos  métodos de aprendizaje y análisis, intentar mecanismos originales para cimentar la cofradía, fraguar la nueva lucha.
La calle, que hasta hace unas horas era el centro de todas nuestras expectaciones debe ser, más temprano que tarde, heredada por la imaginación.
El nuevo azote  se prefigura con  una corona y el porvenir solventará si quien la luce será   un rey o los plebeyos.




sábado, 8 de febrero de 2020

Las Louise



(La revolución será el florecimiento de la humanidad, como el amor es el florecimiento del corazón.)
Louise Michel (1830-1905)

Una honra a los   miserables.
 Pero no en el sentido que se le adjudica a los canallas de ayer y siempre, sino en el  de los que viven en la miseria y no se resignan. Víctor Hugo los describe como nadie en esa maravilla literaria que presagia rebeldías. La  poeta  que suele visitarlo, que asumirá el nombre de uno de los personajes, Enjorlas,  será, una década más tarde, la Virgen  Roja de los dos meses que modificaron las postrimerías del siglo  XIX. Los imaginamos juntos, sumergidos   en la hondura de un poema, (“cuando la multitud hoy muda ruja como el océano”) consintiendo una tregua a la pelea del día, porque algo intangible los une, además de esa fraternidad indescriptible  que alcanza a vislumbrarse en las biografías de ambos.
¿Verlaine,  andaba por  allí?
Enjorlas   es Louise Michel, la abanderada, la combatiente, que fusil al hombro resistió el asedio  de los irritados  de Versalles  para sustentar lo que fue la revolución obrera inaugural.
Ella, la Roja, enarbolando ante la mirada astillada de odio  del general Trochu, el pabellón negro de la anarquía.
“Todas las mujeres se hallaban ahí. Interponiéndose entre nosotros y el ejército, las mujeres se arrojaban sobre los cañones y las ametralladoras, los soldados permanecían inmóviles. La revolución estaba hecha”, describirá luego en Memorias de la comuna,  un texto que vence al tiempo.
Asoma esta línea desde   el estante de la biblioteca donde el viejo Marx la cobijaba en su ensayo sobre la Comuna de París (con el que redimió su imperdonable  perfil de  Bolivar). Esa rebelión  insolente    que tanto revuelo y escozor  generó pese a su fugacidad   y feroz consumación. Es que ya entonces a la burguesía le constaba  –advertida por Engels-  que el pie del verdugo estaba en el umbral.
Optamos a Louise  por Marx,  y por Víctor  Hugo pero también pudo ser  Nathalie  Lemel (la fundadora de la primera cooperativa de comidas) o Malvina  Poulain, Elisabeth Dmitrieff, haciendo gala del calificativo de “pétroleuse”, incendiaria, o cada una de  las ciento veinte mujeres que  resistieron en la plaza blanca de  Montmartre para consagrar que la libertad no se negocia. Que es posible edificar un programa auspicioso  a partir  de  la pobreza o alterar el statu quo al punto de  volver a imponer el  viejo calendario jacobino  en una confirmación de su esencia germinal.
Así pues, Michel es la que es, de la misma manera que  pocas décadas antes fue María Milagros del Valle, nuestra ignorada Madre de la Patria, su torso  lacerado por los nueve días de azotes de Pio Tristán, o Juana Azurduy, cuyo espectro sigue vagando por las desmesuras de América buscando  un  lugar donde celebrar  su último  reposo. O Policarpa Salvarrieta, la  Pola colombiana, que afrontó a sus opositores realistas clamando el mismo privilegio de los hombres y morir por bala y no por cadalso.
“Pido mi ración de plomo”
Pola y Luise, unificadas – como una rima del cosmos - en  la misma demanda y el mismo legado de género expuesto con énfasis y convicción ante el  estupefacto pelotón. Morir de frente y  ante un fusil.  Peticiones plebeyas  propiciadoras de confusiones e turbación entre los machos de Morillo y las claudicaciones de  los tibios  de Thiers. Dubitaciones expiadas luego por un tribunal que decidiría  el  asesinato por la espalda de la primera  y una prórroga de vida en el destierro para la comunera.
Pero ya llegará el día de la venganza, día grande en el cual se levantará del polvo este pueblo esclavizado”.(PS).
Resulta que Pola también era poeta y escritora.
 Louise, Nathalie, María, Policarpa... En las inmediaciones de la plaza Italia de Santiago se las ve en estos días, embozadas de verde, denunciando que el violador es el sistema. O en los laberintos de El Alto, sus falda rojas flameando al viento y sus bombines de  fieltro sujetados con la misma firmeza que  las pancartas que sustentan. En ellas se lee,  en el capítulo uno de la dignidad, algunas lecciones para el analfabetismo político: lo que se reputa  como un golpe es, ciertamente  un golpe, mal les venga la lección  a los genuflexos de todas las layas.
Liberada de su prisión en Nueva Caledonia, afirmada en el feminismo con su compañera Nathalie, Louise retorna a Francia fundando  un periódico, dictando conferencias  y acrecentando  su militancia en el socialismo libertario que la conducirá   infinidad de veces a las cárceles.
Se hizo lugar, igualmente, para musitar un miserere sentido junto al sepulcro de Louis Auguste Blanqui, inmiscuirse en los pormenores del juicio a Dreyfus y templarse  en la bravura de Clemenceau y Théophile Ferré.
Ahora, un poco tardíamente según el dictamen de  nuestras ansiedades, su figura crepita en el anaquel superior, templada y deslumbrante. La ejemplaridad es insoslayable, tanto por  el paradigma  de combate  como por  su compromiso ideológico.
Divorcio, igualdad de género, salarios dignos. ¿Les suenan familiares estos postulados  preñados entre  el fragor de la metralla?
Si nos viéramos precisados de apresurar una moraleja, tal vez una metáfora o simplemente una conclusión de vida, podríamos decir, para los que se sorprenden por la irrupción de  fenómenos sociales, que el tiempo es una veleta casquivana. Si se mensurara  lo que va de Louise a  Dora Barrancos, pongamos por caso, podríamos concluir que este es el  lapso en que sedimentan y coronan   los procesos históricos. Si uno quiere apresurarlos, corre el riesgo de  ser atrapado por las impiadosas garras del voluntarismo. Por el contrario, si pretende  retrasarlos, probablemente sucumbirá como consecuencia inexorable del enjambre de las ideas cuando son puestas en movimiento.
Cualquiera fuere la disyuntiva,  las  Louise de este mundo  seguirán allí - pletóricas de coraje-  resistiendo  tempestades y olvidos. Florecidas, aluvionales, bravías, Redimidas y renacidas por todas (todes, si se quiere) las combatientes que se lanzan a la toma del  futuro a corazón abierto. . Mariposas encendidas, el puño alzado, encumbrando estandartes insumisos a través de los siglos.  Ahora saben, por ese extraordinario magisterio del tiempo, que es posible fecundar  la a utopía desde  ese Condominio  de la Esperanza donde arrendan os miserables.
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Vendremos por todos los caminos
Espectros vengadores surgiendo de las sombras
Vendremos estrechándonos las manos
La muerte llevará el estandarte
La bandera negra velo de sangre
Y púrpura florecerá bajo el cielo llameante.”
Louise Michel. Canción de las prisiones, mayo de 1871
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Heroína Mayor
(Viro major)

Habiendo visto la inmensa masacre, el combate
El pueblo en su cruz, París en su jergón,
La formidable piedad estaba en tus palabras.
Hacías lo que hacen las grandes almas locas
Y, deja de luchar, de soñar de sufrir,
Di: “yo maté” pues querías morir.

Terrible y sobrehumana, mentías contra ti
Judith la sombra judía, Aria la romana
Aplaudiendo mientras hablabas.
Tú decías a los graneros: “¡Yo quemé los palacios!”
Tú glorificaste a los que aplastados hollan el suelo patrio
Gritaste: “¡Yo maté! ¡Que me maten!” - Y la muchedumbre
Escuchaba a esta mujer altiva acusarse.
Parecías enviar un beso al sepulcro;
Tu mirada fija examinaba a los lívidos jueces;
Y tú soñabas semejante a las graves Eumenides

La muerte pálida estaba de pie detrás de ti.
Toda la basta sala estaba llena de terror.
Pues el pueblo sangrante odia la guerra civil,
Afuera se escuchaba el rumor de la ciudad.
Esa mujer escuchaba a la vida en sus confusos ruidos
De arriba en austera actitud de rechazo.
No daba la impresión de comprender otra cosa
Que una picota dirigida por una apoteosis
Y, encontrando la noble afrenta y el bello suplicio
Siniestra, ella apresuraba el paso hacia la tumba
Los jueces murmuraban: “¡Que muera! Es justo
Ella es infame - Al menos que no sea Augusta”
Decía su conciencia. Y los juzgan, pensativos
Delante sí, delante no, como entre dos arrecifes
Titubeando, mirando a la severa culpable.

Y los que como yo, te conocen incapaz
De todo lo que no es heroísmo y virtud,
Que saben que si te decía: “¿De dónde vienes tú?”
Tú respondías: “Yo vengo de la noche donde se sufre:
Sí, ¡yo salgo de la tarea del que hace un abismo!
Aquéllos que saben tus versos misteriosos y dulces,
Tus días, tus noches, tus curas, tus llantos entregados a todos,
Te olvidas de ti misma para socorrer a los otros,
Tu palabra semejante a las llamas de los apóstoles
Aquéllos que conocen el techo sin fuego, sin aire, sin pan
La cama de lona con la mesa de pino
Tu voluntad, el orgullo de mujer popular.
El áspero enternecimiento que duerme bajo tu cólera

Tu mirada detenida odia a todos lo inhumano
Y los pies de los niños calentados por tus manos:
Ésa, mujer ante tu salvaje majestad
Meditan, y a pesar del amargo pliegue de tu boca
A pesar que el malvado que se encarniza sobre ti
Echando todos los gritos indignados de la ley
A pesar de tu voz fatal y alta que te acusa
Viendo resplandecer el ángel a través de la medusa.

Tú estabas altiva, y parecías ajena a estos debates;
Pero, enclenque como todos los vivos de este mundo,
Nada los perturba más que dos almas unidas
Que el caos divino de las cosas estrelladas
Vea de pronto todo el fondo de un gran corazón inclemente
Y que un brillo sea visto en el seno de un resplandor

Victor Hugo
Diciembre 1871



ELOGIO DE LA LUCHA

  Unas palabras iniciales para el libro de Federico Martocci y Pablo Volking, "La HuelgaAgraria de 1919", primera ediciójn de La T...