sábado, 17 de abril de 2021

UN REQUIEM PARA LA EPOCA


 

 

Charles Aznavourián se encarnó en el relato familiar y alcanzó a percibir esos filamentos escarlatas deslizándose a borbotones por las laderas del Ararat. Resuena  en nuestros oídos  la estremecida descripción de “Ils son tombés” imponiendo una clave de Sol a la primera muerte industrial del siglo XX.

Una sola muerte, repetida, sentenciaría   décadas más tarde, Tomás Eloy Martinez.

Luego vendrían otras melodías, claro, pretendiendo  saciar la sed de redención de la historia, partiendo del  Holdomor de Ucrania  hasta las napalm en los arrozales de Phnom Pen. Desde los estertores de Ruanda a la noche criolla donde hundió sus afilados colmillos la brutal defensa del “ser nacional”.

Luego del vómito feroz del Enola  Gay sobrevinieron Los Pájaros de Hirosima y en las dilataciones de Auschwitz el  insobornable testimonio  de Anita Lasker o el violín de Rocío Cabello.

Sostacovich, herido en el alma alzó su Cuarteto de cuerdas número 8 para sufragar el hedor de Dresde.

Entre  los escombros que sobreviven filtran los   ayes  de una memoria asombrada que no supo advertir que Churchil, fiel discípulo de Tatcher,  sería capaz de promover  el asesinato de sesenta mil pobladores en menos de una jornada.

Hay una simetría, una llovizna e connivencia,  en esa inocencia de los pueblos que desoye  a Hobbes y se desbarata incrédulo ante la ferocidad del lobo.

Esa proporción se repite y crece. Lo vocifera  la crónica cotidiana. Porque la muerte es muerte, sea por bala o por covid.

¿Saborearon un café los españoles de la fiebre?

¿Y el amor en los tiempos del ébola?

Resuenan en estos días los arpegios. Confecciones de la conciencia en que por un capricho de percepción nos conducen a pensar  que todavía no hay música de la época, para justificar esas ofrendas que una  libertad  parcelada prodiga al flagelo de la hora.

Leemos que el antropólogo de las religiones Edward Burnett Taylor, sostiene que el propósito original de todo sacrificio fue hacer un don a los Dioses para asegurar a su favor, su buena voluntad, o minimizar su hostilidad.

El tiempo dará su veredicto y zanjará el dilema: acaso – más temprano que tarde- sabremos si el reclamo ambulatorio responde a un tributo o es tan solo la satisfacción de un ego que arguye  la banalidad de la muerte.

Abundan los silencios pero, ya se sabe, los silencios son las suturas de la música.

Melodías de ausencia  como cortejo en  la despedida de padres a sus hijos y viceversa.

Por allí un kadish por aquí un miserere.

 Mientras se desangra , implacable, este funeral de la era  que ya ha cobrado cincuenta mil decesos en menos de un calendario.

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FOTO

. En 1937, el sistema escolar de Chicago utilizó la radio para enseñar a los niños durante un brote de polio , demostrando cómo se puede utilizar la tecnología en tiempos de crisis.(The Conversation)

 

 

 

jueves, 8 de abril de 2021

Ciro

Ciro Lisandro Ongaro



  Cuatro mesas más allá el hombre que ha tenido a su cargo los casos más resonantes, los juicios más pesados. Que conoce las historias más dolorosas y siniestras de la condición humana, hace volar las manos frente a su nieta mientras le cuenta cosas que pueden ayudarla en la profesión que los une. Ciro Lisandro Ongaro sonríe a la joven que escucha arrobada a su abuelo mientras su mente vaga por las crónicas de los setenta que lo encuentran al frente de la huelga salinera más prolongada de la historia. Ella conoce de oídas sus compromisos militantes asumidos en los años del miedo y encuentra significado a esa flor, quebrada por las balas en la foto del gringo De Pian, que el abuelo luce en su despacho. De ahí, confirma mientras sorbe pensativa el café, de estas cosas sacó el hombre de las manos de pájaro las fuerzas para defender tanto encanto y ternura.

jueves, 1 de abril de 2021

El día en que se hizo la noche

 

Foto Eduardo Pérez

La mañana del 24 nació destemplada y extraña. Sordos ruidos reverberaban  en los accesos a la ciudad, en las calles céntricas, en algunos puntos específicos. El vecindario pronto descubrió la razón: eran las tanquetas que irían a apostarse en el playón del centro cívico, consagrando el primer oxímoron  de la jornada.

Los ruidos repicaron en la avenida central, en la manzana que rodea el edificio de Correos , en las cercanías de las viviendas de los que prontamente se convertirían en víctimas, en la calle Pellegrini, rodeando de sonoridades la cooperativa de trabajadores de La Capital.  Se prolongarían a la mañana siguiente con un rigor que desechaba la  espontaneidad.

Porque no hubo improvisación en la implementación pampeana del golpe sedicioso,  pergeñado en los albores de la década y concretado  el  24 de marzo de 1976. El inventario del agravio en  perjuicio del Estado y  sociedad es infinito. Los juicios han revelado algunos  de ellos, pero muchos permanecen ignorados a la espera de una examen más exhaustivo, revisión o imprescindible, sanitaria,  para establecer el espesor  determinante de la participación civil en el diseño del plan,

Hubo objetivos precisos que revelan las motivaciones del asalto a la Constitución. A los que ya  han cobrado notoriedad deben agregarse otros no tan difundidos – extremadamente sutiles, precursores del discurso de la isla de paz- que se imbrican en la perspectiva golpista de destruir el  tejido social, agrietar sus convicciones, inocular el virus del miedo. Aprensiones  cuyas sedimentaciones se dilatan  hasta estos días.

En ese contexto se explica la acción desplegada en perjuicio de la cooperativa Popular de Santa Rosa, la  construcción comunitaria  más importante del centro del país, por su heroica gesta fundacional, por su representatividad  y ejemplo, por independencia económica.

En la mañana del día siguiente efectivos militares penetraron  en el interior de la CPE en el marco de similares procedimientos realizados en diversos lugares públicos de Santa Rosa.

 Oficiales y soldados fuertemente armados exploraron  concienzudamente el patio central en un operativo por el cual no se ofrece ninguna explicación. ¿Qué buscaban sino otra cosa que hacer pública una demostración de poder y al mismo tiempo intimidar al vecindario.

¡Que lo  digan sino los vecinos de la calle Ferro!.

El fotógrafo del diario La Capital , Eduardo Pérez ,logró filtrarse entre   el cerrado cerco para obtener un registro del atropello. Su diario había sufrido el secuestro de su director, reemplazado por un conspicuo agente de información del Batallón 601, el ubicuo Feliciano losada, cuñado de Baraldini y fundador del Círculo de Periodistas Deportivos.

Las fotos de aquella jornada permanecieron inéditas hasta  que en julio de 2012 sorprendieron al público en el interior de  una muestra retrospectiva que se denominó  “Dos visiones, un objetivo”.

       Pero la tarea intimidatoria no se agotó en este episodio. El 23 de abril el  gobernador de facto Favio Iriart dispuso  fiscalizar la  actividad administrativa  de la CPE. Por tal motivo  designa a  los integrantes de la Comisión supervisora de la Cooperativa Popular de Electricidad: El  grupo  de tareas estuvo  liderado por  el  capitán Héctor Francisco Olascoaga,  quien  fuera asistido por tres   profesionales del medio : Omar Esteban Gatto Cáceres ,  el  contador Roberto Oscar Vassia y el  ingeniero Pedro Zubiri.

Aunque abundan las razones para suponer que obedecía a las coordenadas de la   persecución sindical, algunos suspicaces vinculan este episodio con le detención, el 1 de abril, del secretario general de Luz yFueza, Oscar Montes de Oca, salvajemente torturado en los altos de la Seccional Primera.

No perduran evidencias de las  conclusiones contables, lo cierto es que la labor  de los verificadores  se agotó a poco de comenzar, probablemente  por su futilidad o tal vez  porque Olascoaga  debió abocarse  a la preparación de otro operativo, eta vez mucho más cruento, concretado tres meses después en Jacinto Aráuz. Ahora se sabe que el secretario de Educación de Gobierno y Cultura, al tiempo que se escrutaban los papeles de la entidad, se reunía con el intendente de Aráuz Adolfo Alberto Forestier para  afinar un cuadro de situación de la localidad sureña.

Hay  una simetría entre los dos episodios, En Aráuz se ilustraba en los valores de la solidaridad, en la cooperativa de Santa Rosa se la practicaba, dos elementos que contrariaban  los objetivos del Proceso de Reorganización Nacional.

 

 

 

 

 

 

 

 

ELOGIO DE LA LUCHA

  Unas palabras iniciales para el libro de Federico Martocci y Pablo Volking, "La HuelgaAgraria de 1919", primera ediciójn de La T...