sábado, 19 de septiembre de 2020

Un madrigal contra el olvido


 Las  palas se hunden en los valles  granadinos. Los hombres secan el sudor de su frente y en  el  laconismo de ocho décadas deslizan que no  buscan el sitio para  sepultar a sus seres queridos: indagan  la manera de  encontrarlos.

 Conocemos, por aquí, estos sentires.

Rechina  el acero   en la tierra arisca mientras el espectro de Lorca reclama reposo. El filo  del metal lastima  la tierra y esa herida se actualiza en la España que espera.  Clamor que reverbera y se dilata en  este  Sur del Sur  de ojos cegados y wiphalas que arden.  

Conjeturamos al poeta  con un  pétalo de rosa mancillando su camisa blanca.

Lorca, el crepúsculo  y un hilván de coreografía  para las germinaciones de un mínimo vals que está por nacer.

 Acaso,  musitando con mordacidad, que las “Bodas de sangre” son  las que inauguran la década infame a su llegada a Buenos  Aires. 

Ahí está, huyendo del hastío en Nueva York o aguijoneando algún recuerdo  mientras agota la  copa de coñac con que sufraga la melancolía en la    noche fría  de  Viena.

 Balbuceos de la razón, consideraciones  que sobrevienen como una manera de espesar  la esperanza. Resguardos del pensamiento para homologar  la derrota del olvido

ELOGIO DE LA LUCHA

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