jueves, 28 de mayo de 2020

El ghetto

El término se deslizó en medio de un reportaje radial, ganó prontamente los sets de televisión y – en una magistral demostración de deliberada estrategia– fue reproducido a los gritos en las manifestaciones del 25 de mayo en los alrededores del Cabildo, en la encrucijada del obelisco, en las paqueterías del Tigre.
Hoy se consagra oficialmente en la columna de La Nación en un libelo en que Morales Solá corrobora su miserabilidad.
Extraña su invocación en el epicentro de Buenos Aires, contenida en las ofuscadas vociferaciones de grupos afiliados al nazismo. Ahora se autodenominan libertarios. Ellos, más que nadie, conocen las aciagas implicancias y significaciones de un ghetto. Ahí están –frescas en la memoria- las exhalaciones de Varsovia o Vilna prologando esa mancha que enluta a la humanidad . Una afrenta a la vida que no alcanza a disiparse con el recurrente eufemismo de “solución final”.
Por alguna razón, a esta altura del texto, se presenta rediviva la leyenda del portal de Auschwitz, “Arbeit macht frei es”, el trabajo libera. Reveladora certificación de cómo una palabra, una frase, se explota como tapadera de otra intención.
Comparar la cuarentena preventiva o el cerco a la Villa Azul con un ghetto hiere nuestra inteligencia y constituye una afrenta a los intentos de extraer de la historia conclusiones didácticas que contribuyan a asegurarnos un futuro más apacible.
En la cuarentena se aísla para salvar. En el ghetto se encierra para matar. Tan simple como eso.
Por eso la extrañeza se extiende, también, al silencio concesivo de la comunidad judía ante el empleo del término. Porque tergiversa la historia y subleva la conciencia. Equiparar la villa con el ghetto caricaturiza, banaliza, subyuga, la enormidad del holocausto.
Estas digresiones amanecen por una escueta ofuscación personal, como resultado de sensibilidades heridas por el salvaje servilismo de los operadores periodísticos. Acaso por la certidumbre que al tergiversar la comprensión de la historia se nubla la visualización del porvenir. En fin, divagues de una cuarentena de destino incierto.
De una cosa estamos seguros, no saldremos de ella de la mano de una prédica fascista.

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