foto: Dagna Faidutti |
Días de juicio
EL SILENCIO
"¿Dónde estaba Dios en
esos días?", preguntó el Papa Benedicto XVI mientras visitaba Auschwitz.
Su respuesta se dilata en los
confines. Acaso libere conciencias y las
alivie . Es que,más allá de la fe o de
las apostasías –en el extendido trayecto de la creencia o el discernimiento- ,
importa una ilustración de por qué
permaneció en silencio? ¿Cómo pudo permitir esta masacre, ese triunfo del mal?
Elie Wiesel, sobreviviente del
campo de exterminio de Birkenau, sumó en
un texto que estremece una voz de alivio
para los feligreses: tal vez Dios pendiera de los cadalsos.
Nuestro Atahualpa fue más
expeditivo. Y explícito, ahí están sus Coplas del Payador Perseguido
patentizando ausencias.
Jeff Iaccoby insiste en la interpretación
de la línea benedictina: No fue Dios quien falló durante el holocausto, o en
los Gulags, o en el 11/9, o en Bosnia. No es Dios quien falla cuando los seres
humanos hacen cosas atroces. Auschwitz no es lo que pasa cuando el Dios que
dice “No matarás” y “Amarás a tu prójimo como a ti mismo” está en silencio. Es
lo que pasa cuando los hombres y las mujeres se rehúsan a escuchar.
Disquisiciones de estas horas,
en días de juicio.
Emergen, las preguntas, impetuosas, incontrolables, acuciantes porque aquí - como pueden, como les sale, como
recuerdan- manifiestan las víctimas.
Voceros calificados, interpeladores
de conciencias, que semana a semana nos conducen al territorio donde la
abyección sentó sus reales y se resiste a abandonarlos.
Relatos, detalles. Y a través
de ellos la evidencia de una sociedad
que no escucha, otra que calla. Un regalo para los que quieran encontrar claves
en la historia.
Para los que pretendan
desentrañar la matriz del mutismo.
Testimonios para recortar y
armar, como en la escuela, desde la escuela, como producto de un magisterio que
hoy, más que nadie, ejercen los que no callan.
El silencio, entonces, se hace más conspicuo, sobrevuela la sala, se
espesa, eleva hasta subvertirse en grito.
Ayes ahogados por la radio de
la Brigada.
Se vuelve atronador en la evidencia
sonora del pacto que persevera desde
hace más de cuatro décadas.
¿Qué es lo que los une que sea
superior a lo que ya se sabe y está probado?
Y está también el silencio de
los que hoy claman por una redención. Los que pretenden ser exonerados de
consideración en tanto se abstienen de
explicitar qué hacían, qué no hacían, cuando a su lado -en General Pico, en el
Puesto de Aráuz, en las ascensiones de la
Seccional Primera, cohabitaba el espanto.
¿Qué decían? ¿Qué excluyeron
de sus imperativos éticos?
De cómo el método socrático
adquiere tanta o más importancia que un querellante o un magistrado.
Y así pasan los días, asoma el
nuevo año y vamos hacia él del brazo y a los codazos. Como el hombre en su
relación con la naturaleza.
Cada día que pasa una molécula
de verdad y memoria cobra forma de palanca. Acaso con ella podamos levantar
algún día esa pesada lápida de la
historia que con tanta meticulosidad han construido la mentira, el silencio, el
olvido.