jueves, 30 de abril de 2020

NO TE ENAMORES DE GEORGIEVA



Lo advirtió Roque Dalton cinco segundos  antes de la bala en la espalda. Treinta palabras que vencieron al siglo. Dicho en otros términos: la matriz de los malos, no descansa. También era en otoño. En la misma línea de pensamiento hubiera sostenido: no te enamores. No te enamores. Lo sospechamos   enarbolando un texto entre  las manos, endechas  de papel subrayando  que en  esa fosa, de este mundo que somos, tan inaugural como  inexorable, reposan, categóricos, los sueños  de Lagarde. Uno sobre otro, desafiando álgebras e interferones. Miles, torrenciales,  exorbitando el asombro, los muertos de Lagarde, mientras que los exégetas de deudas y de entregas escoltan el cortejo aspirando, imperturbables,  las inefables esencias del olor a pandemia.
No te enamores, no te enamores de Georgieva, es tan igual que hasta comparten, los  amantes.
Ahí están, formando fila, los amanuenses, corderos  de esta era, lubricados en gel, sin  amor ni  distancia. Menos mal la alborada propiciando el dominio de la estrofa. Con la virtualidad y la imaginación como estandartes. Armando barricadas, propiciando  que ese  vaticinio,  acerca de  los malos,  se confirme en palabras con los puños alzados.
Anticipos del tiempo de la cárcava -cinco segundos antes de la pala-. Desde aquí retoñan  las esperanzas. Tal vez en las voces, de aliento,  el trueno cotidiano flameando en  los balcones, o esa naciente   fraternidad fraguada en forma de codazo.
Mientas tanto ellas siguen allí, fiscalizando el provenir del mundo. La fotografía nos las devuelve poderosas, rapaces, confidentes, en un registro tan actual como la incertidumbre.
  Acaso amanezca   el antídoto en los pliegues de un manifiesto colectivo  para que comparezcan,  categóricos,  los invisibles  hilos de sus máscaras.

***

Consejo que ya no es necesario en ninguna parte del mundo pero que en El Salvador...

No olvides nunca
que los menos fascistas
de entre los fascistas
también son
fascistas.

Roque Dalton
(En Poemas clandestinos; 1975)



miércoles, 22 de abril de 2020

Acerca de la infancia

Santa Rosa.foto Archivo Hilda París
/a Alejandra Ongaro)


Al sur de  los baldíos
un año se desahucia
se siente como ausencia,
una línea sangrada,
o esa hoja de otoño
que se hereda en el alma

Ahí está la tarde, el viento
un remolino tejiendo  en las esquinas
y nosotros, los pibes, en la calle,
peinada por  rachas  extraviadas,
buscando una  piedrita  azul,
tal vez rojiza,
o algún   talismán cobrizo
con forma de moneda.


La siesta iguala diferencias
 y el fuego  de los hornos
acaricia   el campito con  cenizas,
 pincela  los techos pasto puna
 hasta volverlos grises,
tal cual  como sentimos
 las  distancias.

  Desde este Sur que digo
y hasta este  centro, tan distante,
brota   un rumor milonga en las orillas
un temple extraño bendecido o endiablado
un reclamo,  una  copla lisonjera
dedicada al  Bustriazo fugitivo
que  presiente  a su amor,
 entre la niebla.

En la plaza una fuente  y un retoño,
un ángel entumecido  de saliva salada.
La estela de una niña en los labios de todos,
sufragando su pecado de amor al forastero.
En los textos la dicen,
desesperada.

¡Ay , si ella hubiera sido  Rubiatango
para que le cantara algún  trovero!

Acaso ya es  domingo y en la villa asoman
humitos de fogones,
olor a  pan tostado,
los pliegues del mantel semejan ríos
caudal mate cocido, jarro de  lata
y a veces, si los duendes,  la  sorpresa,
maravilla en la mesa de los ranchos
una barquita entre la arruga de hule oscuro,
singladura de leche y mermelada.

La aldea deja de ser doncella,
 procura valideces y se asfalta.
Tal vez Piquito encienda su altavoz
anunciando  que el Marconi, se engalana
porque allí viene sonriendo  un tal Gardel
a la Garbo, que espera,  enamorada.


Después… la  vuelta del perro los domingos,
el Cholito custodiando las equinas,
un chasirete jugando a la escondida,
y esa  foto de un amor que se ha velado.

El viento se cuela en las hendijas
y hace temblar la copa de los tilos
trayendo un mar de arena a los zaguanes,
a la  galería, la que lleva al patio.
o hasta el rezongo vecinal que se dilata
por los tendales
donde vuela un pájaro.

Aquí no hay tregua para  las escobas
ni tiempo suficiente para armar  defensas
(¡Cubriendo los flancos de una puerta
con la sabiduría del papel mojado!)
porque ya la jornada se deshoja
  rubor  de Oeste, color grana
prologando a  la luna en  sus asensos
 o a  su perfil chapoteando  en la laguna.

Aquel fogón acuna miserere triste
en los brazos de diáspora y salitre.
los que vienen  no miran hacia atrás
 se han borrado las huellas del regreso.
Y también porque  Bustriazo  ya se ha ido
corcel alado, brújula en mano
en busca de un  misterio y de la Rosa
algún  embrujo, el puente de los puelches,  
-el cauce sediento de ese río-
en el que amanecen las calandrias.

abril 22- 2010






















sábado, 4 de abril de 2020

Otoño en gel


OTOÑO EN GEL
                           (a Tina Elorriaga)

Acaso equivocó  ese tal Cummings
en el atardecer de un siglo
y no murió Búffalo Bill ,
tal como  Jesús conjeturaba,
a media voz ,
en  la anteúltima  adyacencia  de la muerte.
Ahí van, los carretones  y las palas
alzando cadáveres por las calles de Quito.
¡Es BuffaloBill ¡ , cabalga airoso
blandiendo  cabelleras, carcajadas,
Jugando a la escondida
 en ese  callejón
de la favela más triste del otoño.
Su relincho  es feroz y reverbera
en las gestionadas
prudencias   del Central Park
cuyas tiendas no alcanzan a ocultar
-alcohol en gel-
el hedor de este tiempo, tan de ellos,
tan poderosamente de ellos,
en el que acaso se fermente el nuestro.



ELOGIO DE LA LUCHA

  Unas palabras iniciales para el libro de Federico Martocci y Pablo Volking, "La HuelgaAgraria de 1919", primera ediciójn de La T...