Lo advirtió Roque Dalton cinco segundos antes de la bala en la espalda. Treinta palabras
que vencieron al siglo. Dicho en otros términos: la matriz de los malos, no
descansa. También era en otoño. En la misma línea de pensamiento hubiera
sostenido: no te enamores. No te enamores. Lo sospechamos enarbolando
un texto entre las manos, endechas de papel subrayando que en esa fosa, de este mundo que somos, tan
inaugural como inexorable, reposan, categóricos,
los sueños de Lagarde. Uno sobre otro,
desafiando álgebras e interferones. Miles, torrenciales, exorbitando el asombro, los muertos de
Lagarde, mientras que los exégetas de deudas y de entregas escoltan el cortejo
aspirando, imperturbables, las inefables
esencias del olor a pandemia.
No te enamores, no te enamores de Georgieva, es tan igual que
hasta comparten, los amantes.
Ahí están, formando fila, los amanuenses, corderos de esta era, lubricados en gel, sin amor ni distancia. Menos mal la alborada propiciando el
dominio de la estrofa. Con la virtualidad y la imaginación como estandartes. Armando
barricadas, propiciando que ese vaticinio, acerca de los malos, se confirme en palabras con los puños alzados.
Anticipos del tiempo de la cárcava -cinco segundos antes de
la pala-. Desde aquí retoñan las
esperanzas. Tal vez en las voces, de aliento, el trueno cotidiano flameando en los balcones, o esa naciente fraternidad fraguada en forma de codazo.
Mientas tanto ellas siguen allí, fiscalizando el provenir del
mundo. La fotografía nos las devuelve poderosas, rapaces, confidentes, en un
registro tan actual como la incertidumbre.
Acaso amanezca el
antídoto en los pliegues de un manifiesto colectivo para que comparezcan, categóricos,
los invisibles hilos de sus
máscaras.
***
Consejo que ya no es necesario en
ninguna parte del mundo pero que en El Salvador...
No olvides nunca
que los menos fascistas
de entre los fascistas
también son
fascistas.
Roque Dalton
(En Poemas clandestinos; 1975)