lunes, 26 de junio de 2023

El conocimimiento



 
 

          Esta Noche de otoño. La oscuridad insolente ante la claudicación de la luna. Son malas noches, suelen decir los cazadores, estas noches de otoño sin luna. Es noche del reinado de las bestias.

          Ya no quedan restos de los murmullos que habían resistido los tentáculos de las penumbras. Es el imperio del silencio que se extiende paralelo avanzando inexorable en la concreción de un nuevo contrato cotidiano con la negrura.

          El águila le ha dado la espalda al sol.

          La suave brisa disimula su presencia entre los árboles, en el frío diseño de los edificios altos y en los vulnerables y múltiples resquicios que ofrecen las puertas de lata y cartón de la miseria.

          Esa brisa se desprenderá luego de su timidez y será viento.

          Pero falta mucho aún para agosto.

          Es buena noche para las bestias. La fealdad se disimula y los pasos felinos pueden recorrer impunemente cada vestigio de esta geografía de miedos y temores, de felicidades pasajeras, de amores truncos, de atormentadas esperanzas. De conciencias adormiladas.

          En algún momento, una débil luz intentará penetrar en estos dos niños inescrutables buscando perfilar el amanecer. Será un brillo tenue y vacilante pues luego del otoño viene el invierno. Y el frío y el viento. No en otoño, entonces, será en la primavera.

          Quizás no sea demasiado tarde. El tiempo también responde a los intereses y controles de la mente.

          No, quizás no sea demasiado tarde.

lunes, 19 de junio de 2023

Mi viejo

Elsa y Alfredo Pumilla. Puelches 1953


Quedó huérfano de padres a los cinco años, solo en la soledad. Anduvo  boyando entre orfanatos e internados donde recibió la  primera cachetada y su segundo desconsuelo. En ocasiones, repasaba con  la  palma aquella cicatriz de agua hirviendo en el  muslo. Como un ritual, acaso un exorcismo, para no perder la memoria  de la afrenta.  Se hizo mozo y  así, con una valija de cartón ,ilusionada, se amparó  en  estos arrabales de la arena,  enamorando  a la niña  más hermosa de la comarca. Lo demás es cosa sabida: la  muchacha partió con el niño a Puelches a ejercer su magisterio y él se las ingenió para liberarse de su trabajo y viajar a abrazarlos cada quince días. Invariablemente comparecía con una sorpresa: un barrilete, el primer Sandokán, la gomera. Y otra cosa, desplegaba  su mano en un ademán de prestidigitador revelando  una plumita de colores, piedritas peregrinas o un huevito de perdiz. Constancias de amor y vida. De estas perseverancias germina la primera didáctica: los  recuerdos se graban  como  mapas a la piel ,  caben en un puño y repican en el corazón, tal cual  aquellas caricias en  la llaga. 


 

domingo, 4 de junio de 2023

Palabras al dorso

                                 tapa libroDaniel Lapetina.- JuanCarlos Pumilla

Andariegas, estas viñetas. Ni que hablar de sus  germinaciones. Y obcecado Daniel, que las engendró en Guatraché, transportó a Santa Rosa; anduvo con ellas  por Córdoba  y las extraditó  a Utah. Luego, a la inversa, en una singladura de tres décadas. Trajinaron las estampas linyeras por Mendoza y Rosario; al final en  México, con la “X” rediviva. En todas partes, como el Che de Constantini, perseverantes, memoriosas, recilientes.

De ello somos testigos el otro Daniel, ese del umbral, diría el Penca, nuestra familia, el bueno de Guillermo y pocos más.

Acaso fuera esta saga, además de los propios cuadritos, la que conmovió a Pablo y 7 Sellos  impulsándolos a esta sinfonía concretada de  tinta y papel que hoy celebramos.

Pero no sólo estamos ante un triunfo editorial, que no otra cosa es un  libro en  los bordes del desamparo. Es la victoria de la cofradía, de la fidelidad y apego a una parcela de nuestras vidas en que nos sumergíamos en las cuencas de la imaginación, para ilustrarnos y salir luego a conquistar la calle. Conducidos, a veces por  Hopalong Cassidy  o las certezas  del Corto, otras por el Sargento Kirk, siempre de la mano del  Eternauta.

Probablemente en el comic se acunara  nuestro primer ideal de justicia, un acertijo  desafiando  formaciones con más enjundia.

¿O tal vez para Rip  Kirby?

Tanto en Ay Masallé como en Rojo sal pernocta  otra historia. Quizá una metáfora. Es la de la artemia  salina que, emulando  ciertos  costados de la vida, posee la capacidad de ruborizar a la sal hasta tornarla escarlata, como si fuese sangre.  Pueden, sus embriones, sobrevivir sin oxígeno, por años, esperando amanecer.

No debiéramos despreciar que  en este ejemplo anide una didáctica, una manera sugerente  de indicarnos que eventualmente  esta contratapa  hubiera debido  iniciar desde aquí.

 

ELOGIO DE LA LUCHA

  Unas palabras iniciales para el libro de Federico Martocci y Pablo Volking, "La HuelgaAgraria de 1919", primera ediciójn de La T...