viernes, 23 de febrero de 2018

MEMORIA DEL VIENTO

Jorge Irazusta

Días de juicio
---------------------------
MEMORIA DEL VIENTO
“A saudade é dor pungente, morena
A saudade mata a gente, morena”
(María Betanhia)
Este solar de desvelos conoce de destierros, voluntarios o forzados. Buena parte de nuestros orígenes están fundados en el exilio y esa diáspora, de ida y vuelta, tuvo corolarios germinales o funestos.
María Isabel Unepeo, arreada de las rastrilladas del medanal lo supo. También Edgar Morisoli, que concibió Rapsodia de los Olvidos para que nadie pueda argüir inadvertencias. Lo soportó Perón y Pincén, también.
Nervi, Alfaro, Quartucci, César, Chumbita, Gosso, Furlán, Bragulat, Montepaone, Nansen, Gaute, Razzini, Otálora, Gispert, Bosch, Torras, Sombra… la lista es inagotable.
Y qué hablar de las soledades interiores.
Desgarros de la llanura.
En la Argentina de la edad de plomo, la expatriación adquirió el mismo efecto y significación que el ostracismo revestía para los excretados de la Edad Media: la segunda condena después de la pena de muerte.
Siglos después la convención de los DDHH reparó en la enorme gravedad de la expulsión y dictó su insobornable artículo noveno que con tanta meticulosidad y esmero trasgredieron los artífices del genocidio.
Destierro es castigo y condena. La consideración cobró vigor el jueves por la mañana cuando la voz pausada de Jorge Irasusta se impuso como un grito en la sala de audiencias. “Hasta el sentido del viento era distinto” evocó. Y en la articulación sumó otro capítulo expresivo al catálogo de la iniquidades de laSubzona 1.4
Jorge vino desde Canadá para que no haya olvidos. Cuando tuvo que emigrar perdió todo, hasta el funeral de su hermana asesinada. Ahora, en la mañana del jueves, volvió para sancionar la derrota del silencio y ofrecer –con un detalle tan ínfimo como formidable- una lección acerca de cómo se construye ese magisterio de la tenacidad: a nuestros hijos, desgranó, les enseñábamos a perpetuar la memoria del lenguaje y del país…
Didácticas del extrañamiento.
No dijo más, no hacía falta.


La casa es el umbral

  La casa es el   umbral ( Mínima canción de contingencia) Retumban   esas   suelas...