Ha muerto, dicen.
De hambre, de sed y de Covid.
Tejada la cantó,
hace más de cuatro décadas,
ofrendándole un cielo,
celeste de memorias.
Un cielo ,en este día gris,
para Ramona.
Es la misma:
de Santander a esta Villa
donde la sed no descansa.
En los laberintos, los zaguanes,
los comedores, en los barrios,
la lloran.
Ha muerto Ramona, dicen.
Pero no hagamos caso,
las verdades naufragan
en este Riachuelo, en que navega,
la mentira.
La memoria es un tatuaje del alma. Se lleva en la conciencia y obedece a sus dictados. Indeleble, eterno, nos dice quiénes fuimos y revela lo que somos. Testimonio para presentir destinos y decidir qué haremos
domingo, 17 de mayo de 2020
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