Viene desde el fondo
de la historia
la solución,
digo.
Desde donde nace
la América hasta
el cuenco
de los desheredados.
Neruda las cantó
en los bostezos
de un siglo
complicado.
Ahora, en su
versión
más apreciada,
aquella que cautivó
al invasor, retornan
como una lanza en ristre.
Una suerte de Excalibur
redentora,
salida de la
piedra,
de esta Edad de Piedra.
Vuelven, desde el
llano,
desde la mesa del
hambre,
sirviendo, la
vindicta,
en un plato que
se come caliente.
Doradas, crujientes,
honrando los manteles del pobrerío.
que ahora descubren,
con fruición,
el costado más enclenque,
más desalmado
de la locura.
Receta del menú a
la carta
(pizca de sal, de
calle en marcha)
ingredientes para
enfrentar
¡quién no
quisiera!
la famélica voracidad
de los saciados.