domingo, 24 de abril de 2016

Don Tomás

Don Tomás se enfunda en una robe, calzado con pantuflas y al calor de la estufa hogar que acaba de instalar en el comedor central de la Malvina, se apresta a cumplir con uno de sus pasatiempos favoritos: leer y releer todas las publicaciones que puntualmente, mes a mes, sus amigos le envían desde Buenos Aires.
            Es buena cosa esta de mantenerse al día con lo que ocurre en el mundo. Aquí, en la inmensidad de la llanura agreste y dura de domar alguien se lanza mes a mes a pasear con los alrededores del Bing Ben, toma un café en Montmartre y bebe un bourbon en un acogedor paseo cubierto de la aristocrática Boston.
            De pronto, su imaginación se sobresalta. Un titular anuncia que el fraude del canal de Panamá se ha consumado y la monumental obra quedará interrumpida. No habrá, al menos por décadas, un paso que permita el abrazo de los dos océanos.
            Don Tomás relee la noticia y reflexiona. Sus ojos se detienen en los detalles. Hay  más, en la contratapa se  anuncia que  en Brasil el bueno de Deodoro la Fonseca ha disuelto  el Congreso… ¡que se entretengan…” La balanza vuelve a inclinarse apara el lado de los buenos. . Nuevamente será este territorio el que se privilegie en su contacto hacia el Pacífico.
            ¡Chile está tan cerca! No, no ha sido mala idea la de afincarse en el sitio donde inexorablemente deberán pasar quienes tengan apetencias de cobre, cuero, carne y sal.
            Don Tomás afina la punta de su bigote con los dedos y sonríe satisfecho.

            El es un hombre que sabe mirar con ojos de futuro.

sábado, 23 de abril de 2016

¡Llamá a los ladrones!


(dedicado a CintiaAlcaraz)
Un vislumbre, acaso una interpelación de la conciencia generada por la crónica cotidiana, hizo que retornara a la actualidad un recuerdo sepultado que sobrevivió por más de medio siglo.
Los sesenta avanzaban con cierta pereza y unas vacaciones en Buenos Aires nos permitieron ser espectadores de dos hechos sustanciales que de alguna manera prefigurarían un destino. La televisión presentaba un ignoto grupo musical denominado Beatles y una entrevista a un jovencito de Brasil que con mucho énfasis denunciaba en el pentagrama una parcela dolorosa de la realidad de su país.
El muchacho era Chico Buarque de Hollanda y la canción aludía, de manera furtiva, al golpe de Estado que marcaba el final de sueño socialista de Joao Goulart.
Luego sabríamos que no fue ni la primera ni la última creación de Chico destinado a denunciar la injusticia. Vaya como ejemplo la célebre “Cáliz” que alude a la admonición “cállese” impuesta por Janio Quadros siguiendo el protocolo de silencio dictado por los EEUU.
La canción que nos ocupa, y que revive la crónica de ayer, adquirió tanto predicamento popular que Chico , para sortear la censura, debió registrar bajo los seudónimos de Julinho de Adelaide y Leonel Paiva , ardid que no le evitaría la cárcel primero y el destierro luego.
Eso, nada más, un retazo del pasado recuperado de los pliegues de la memoria por los aconteceres de la actualidad nacional y, ciertamente, por los elementos que regalan los titulares de estas horas

Despierta amor
Tuve una pesadilla ahora
Soné que había gente afuera
Golpeando el portón
Que aflicción
Era la pesada
En una camioneta oscura
Dios Mío, Santa criatura
Llama, llama, llama, llama al ladrón
Llama al ladrón
Despierta amo
No es ninguna pesadilla
Ya hay gente en la escalera
Creando confusión
Que aflicción
Son los hombres
Y yo aquí parado en pijama
No me gusta pasar vejámenes
Llama, llama, llama al ladrón!
Si yo demorara unos meses
Te conviene a veces aún sufrir
Pero si pasa un ano y no vengo
Ponte ropa de domingo
Y puedes olvidarme
Despierta, amor
Que el animal es bravo y no sosiega
Si tu corres te agarra
Si te quedas, no lo sé
Atención, no demores
Un día de estos llega tu hora
No discutas inútilmente
No reclames, clama
¡Llama, clama, llama, clama
¡Llama al ladrón!
¡Llama al ladrón!
No olvides el cepillo
El jabón y la guitarra.

martes, 12 de abril de 2016

Adiós Negrazón

Leónide romero-Juan C.Pumilla

Este domingo Alicia Piombo, con un pellizco de humedad en sus ojos claros nos proveyó una noticia aciaga. Un día de este otoño que inicia  nos dejó Berlamino Leónide  Romero.
            Fue en Santa Rosa, en compañía de  sus más allegados, a los setenta y pico, un dato cuya precisión se nos escapa.
            Importa poco este detalle porque preferimos recordarlo siempre joven, como cuando lo conocimos en los albores de los setenta, recién llegado  de Córdoba.
            El viejo taller de la calle Spinetto fue desde entonces centro de confluencias. Su procedencia y el momento histórico marcaron su nuevo apodo. Una especie de homenaje a su estirpe plebeya lo convirtió en “Negrazón”. Nosotros, en   consecuencia, fuimos ”Chaveta”…
            En la provincia mediterránea había  despuntado como  metalúrgico y de la mano de este oficio no tardó  de encolumnarse  al incipiente clasismo y sumarse a sus luchas  cerrando filas con los sindicatos de Luz y Fuerza, Smata y Sitrac y Sitram, entre otros.
            Fue constante su prédica  por los contenidos centrales de Huerta Grande y La Falda, que establecieron una contradicción principal, “Liberación o Dependencia” que aun hoy no ha perdido vigencia en la escena latinoamericana.
            Estas adscripciones  le   confirieron una experiencia que fue bienvenida y providencial para todo protagonista de combates nobles e insignes. La lucha de salineros, por ejemplo, la más larga de la historia del país. O las de la COPDRIP que nunca cesan, colectiveros o municipales, más tarde, justo al borde del la luctuosa noche cuyo cuadragésimo aniversario acabamos de conmemorar.
            A la altura de aquellos conflictos estaba enrolado  en las filas del Partido Socialista de los Trabajadores y promoviendo la fórmula Coral Ciápponi en estos confines. Su filiación, lejos de alejarlo del conjunto de actividades y agrupaciones políticas partidarias, lo acercó al punto de convertirse en un actor indispensable tanto por el vigor de su militancia como por la comprensión de las complejas articulaciones de  frente único que lo convirtieron en una prenda de unidad.
            Así, lo vimos compartiendo asambleas  en Salinas Grandes, en los encuentros de ATE, en los debates en el salón de Villa Parque, en el Club Independiente, la Casa del Pueblo o la  histórica  casona  del PC de la calle González. No estuvo ausente, tampoco, en el diseño de otras defensas en el lamentablemente abandonado local de la Democracia Cristiana en la calle 9 de Julio o en el reciclado taller de actividades frentistas que alumbró tantas jornadas de discusión y enriquecimiento ideológico en Alsina y Gil.
            Como si no bastare puso empeño en la adecuación de la sede de “Con todos”, en la avenida San Martín, casi Rivadavia. Una maravillosa experiencia contestataria  que deja como herencia una revista y una conducta.
A pocas horas de que Balbín apelara a  Almafuerte para sostener que todos los incurables tienen cura cinco segundos antes de la muerte, Leónide subió a su trajinada moto para recorrer distintos puntos de la militancia con el objeto de organizar la resistencia.
            Repitió esta conducta luego cuando los carapintadas y la volvió a ejercer cada vez que la Cooperativa Popular fue víctima de asedios. Allí estuvo, de principio a fin, con su desvencijado  colectivo  devenido  en escenario para los oradores  de la solidaridad.
            Sufrió en su oficio, al igual que una legión, los avatares del Rodrigazo  tanto como de los Alsogaray y sus epígonos. Estas contingencias pusieron a prueba su ingenio al punto de convertirlo en  precursor de una estufa metálica de gran utilidad y economía cuyos derechos de  paternidad  nunca se arrogó   al punto tal que hoy las vemos reproducidas con precios  a tono con  la tendencia off shore que  se abre paso en  algunos titulares de la actualidad.
            Cada tanto, en espacios más dilatados porque la realidad impone agendas a contramano de nuestros deseos, lo visitábamos procurando un recreo para la ronda de mate amargo o someterlo a una tarea que desafiara sus habilidades de tornero.
            Vamos a extrañar esas jornadas en que la realidad  se detenía para abrirle paso a la fraternidad.
            A muerto un amigo, querido Negrazón. Nos ha dejado un socialista cabal, un luchador inclaudicable, un hombre de temple y fierro.
           Nuestra memoria hará que siga vivo.

           



           
           
           


domingo, 10 de abril de 2016

Cotidiano rap


Pueblan peregrinaciones
por si talvez  un  milagro,
por si acaso alguna  suerte
se viene de Cayetano

En las plazas de este otoño
En que el   país se estremece
un  arlequín puro  plomo
 en las murgas amanece

Y ese   duende desvelado
que habita en contenedores
es un   cofre con misterios
de miseria y desamores

En estas  noches sin brillo
con ruegos  de  otros fogones
corren  niños policías
que juegan a los  ladrones

Ahora el futuro se aleja
a pasos agigantados
y en las  entrañas  germina
un miedo gris, acerado

Ellos extienden,   en techos,
mil globos   multicolor
rezan cuentos que prometen
once  ilusiones  off shore.

Con sus fauces entreabiertas,
baba y  odio desquiciado,
desgarra, el hambre, la espalda

de pájaros desangelados.

La casa es el umbral

  La casa es el   umbral ( Mínima canción de contingencia) Retumban   esas   suelas...