jueves, 8 de octubre de 2020

Nuestro señor de los combates



 

El Cristo de Mantegna yace.

Ojos fibrilados por una matriz de odio,

con  una chispa creciente de recelo.

lo contemplan.
los amanuenses  del tiempo
dicen que murió.
Pero todos saben que no es cierto.
Ahí está, como el Che de contantini,
engendrando revueltas,
impulsando rebeldías,
ahuyentando la muerte.
Porque no mueren los Cristos
de la gente
que la gente
revive cada  vez  que  el sinsonte
anuncia un nuevo sol.

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Historias minimas-c

  Esa lágrima en la mejilla, ahí le apunté