viernes, 13 de octubre de 2023

Decir si


DECIR SI

(“De eso no sabe el enemigo…”)

Ahí están, los negadores, dulcificando  el genocidio. Tesoreros de la muerte, de contabilidades chuecas que rapiñan una cifra con la intención de  que sus balances no arrojen pérdidas.

¿Pérdidas?  sabemos de ellas

Basta una, tan solo una, para exponer el espanto, cuantificarlo. Ellos están al corriente y lo niegan porque el ocultamiento de la verdad es imperio de salvedad  y justificación.

Tierra fértil patrocinando  tonificados latrocinios.

Saben y lo ocultan. Los treinta mil no fueron el objetivo, instituyeron el requisito para implementar    la destrucción de la soberanía en todos sus campos.

El ideario de la negación es mucho más sinuoso  de lo que exhibe el desafuero de la cordura o la vociferación de exterminios o motosierras .Tapaderas distractivas.  Tras estas exteriorizaciones se encubre el sutil y obscuro   andamiaje  del paradigma de la esclavitud. Ilusos aquellos que, al no creerse concernidos  por alguna bravata, que la identidad no les importe, la dignidad no los perturbe o la defensa de la condición humana les resulte indiferente, concluyan que emergerán indemnes. Todos, absolutamente indivisos, serán afectados por este  arquetipo que replica un nuevo  proceso de reorganización nacional.

¿Alguien conoce   la lista –exceptuados los patrones  del poder- de los que se han salvado solos?

Nos la presentan como nueva,   es una inspiración decimonónica. Rejuvenecida cíclicamente, ahora  travestida de democracia, en convenciones  comiciales.  De manera que se  les vuelve imperioso ocultarlo tras la privación de lo  obvio:  destruir el símbolo, la memoria,  el producto de  la  lucha, los  consensos éticos de una sociedad que resistió y  persiste.

Ellos, apologistas del relato,  vomitan  su cantinela en  foros propiciadores del silencio y el olvido. Espacios que, por postración, complicidad, labilidad  ideológica, oportunismo,  etc,  conceden y amplifican el discurso reduccionista de   los ocho mil. Piensan, los nuevos bárbaros de la escena nacional, que esa teneduría absuelve y  hace  más buenos a los  criminales.

Escribas patibularios que propugnan la existencia y legitimidad de un totalitarismo en democracia.

Prédicas que conciben  -a los exégetas de un renovado  procedimiento de entrega, hambre   y sumisión - como adversarios antes que enemigos.

Proxenetas de la política, no acuden  a la Argentina para engrandecerla sino con la intención de  abusar de ella.

 Al fascismo no se lo tolera, se lo combate.

¿Con qué ábaco numeraron a los niñes?

Hemos sostenido que con una víctima  alcanza   a  mensurar  el inventario del horror que se quiere adulterar.

Repasemos,  acaso bastare consignar a la niña o niño en gestación de Ana María Gutiérrez, la pampeana nacida en  Villa Mirasol , secuestrada y desaparecida, junto a su compañero, en noviembre de 1976.

Y si este ejemplo   no fuere suficiente para desautorizar  a los  falsarios, digámosles e que su arqueo no tuvo en cuenta a las hijas de Lucía Tartaglia  o de  María de las Mercedes Gómez . Ni a  Elena ( la hija de Maria Abinet y Miguel  Gallinari , asesinados), también alumbrada  en las profundidades  de una mazmorra  del régimen.

Ni qué hablar de José Luis Estigarría, el adolescente  nacido en General  Pico, que engrosa la lista de los más de trescientos estudiantes secundarios eliminados por el terrorismo de Estado.

¿Hubo quién  registrara  a Pablito, de 14 años , ultimado  junto a su madre,  Irma Beatriz Márquez Sayago? Pablo Antonio Míguez, ¡presente! Hijo del corazón de otro pampeano asesinado, Jorge Antonio Capello, nativo de Jacinto Aráuz.

Tal vez a a los Villaruel, Milei, Avruj, Biondini, Lombardi, Lopérfido … se les refresque la memoria -no ya la conciencia-  si atinan a pasar por la ribera  que enfrenta a  la  ciudad universitaria donde sorprende y estremece la escultura de una criatura acariciada por la correntada del Río de La Plata. Tremendo testimonio   realizado por la escultora Claudia Fonte.

Pablo y los pájaros, le dan la espalda a la costanera brumosa.  Urbanizan  una instantánea  que en estos días se prorroga en la tapa del último y necesario disco de León Gieco.

“El hombrecito del  mar”,  ese   sepulcro   caudaloso  de los vuelos.

Ignoramos qué nos proporcionará el destino en estas semanas venideras.

Nadie puede presagiar el porvenir de un sufragio.

Tan solo prevalece una certeza, que proviene de la sabiduría de nuestros eternos luchadores de la historia. Tácito  desenlace  de un magisterio plebeyo que vence al tiempo y se dilata en las puebladas. Un precepto    que se condensa en cinco palabras: la urna es la calle.

 

 

 

 

 

 

 

sábado, 7 de octubre de 2023

El Bepi

José De Pian

La guerra le destruyó  la huerta y su niñez. A los trece, el  bambino  ya era partisano y padecía  en carne propia los desgarres  familiares. Acaso llegue un tiempo , y una licencia de distancia, que alcance a suturar estos desgajos. Una jornada gris  de 1945 el cielo de Feltre se oscureció  ante  el vuelo de los aviones y el cura del internado se le acercó para  concederle la extremaunción .Porque no otra cosa presagiaba el estremecedor  rugido de los Panzer de la Reichswehr. Estampida de las hordas  batiéndose en retirada, arrasando todo lo que entorpecía su paso. Afortunadamente los aliados llegaron antes que el sacramento religioso cobrara sentido. El Bepi es, Giuseppe, José bah; hermano de nuestro  hermano Pablo De pian. Ambos emigraron a la Argentina y fundaron una familia que crece y se expande por confines infinitos.  Buena parte de ella se congregó hace unos días para celebrar su cumpleaños número noventa. En un hueco de la fiesta- ratificando una amistad que se prorroga por más de medio siglo- nos regaló memorias  de praderas y lejanías. Con ese acento que no se despega de su infancia ,  desmigajó pormenores  de sus proyectos futuros que siguen girando alrededor de las flores, la música, la fidelidad eterna a las banderas de la emancipación.

Bepin panzeta, Así lo llamaban los vecinos-con algo parecido a  la conmiseración-  por la tremenda flacura y abultada pancita.

Por las mañanas se lo ve, mate en mano, regando  plantines, abriendo surcos y practicando

su recreo favorito: charlar con las calandrias.

Vayan estas palabras como redención: porque aquella tarde no le cantamos Bella Ciao y nos faltó otro abrazo.

 


ELOGIO DE LA LUCHA

  Unas palabras iniciales para el libro de Federico Martocci y Pablo Volking, "La HuelgaAgraria de 1919", primera ediciójn de La T...