sábado, 4 de septiembre de 2021

la redada

Santa Rosa se hace señorita y pinta sus labios aguardando la llegada de los años cincuenta. Todo es apacible y rutinario, la felicidad pasea los domingos en la vuelta del perro, pero nadie cobra conciencia de tan importante compañía. Las hipótesis de conflicto de la policía son los rateritos y los quinieleros. El oficial Ochoa tiene un dato infalible: ese día el viejo zapatero del barrio llevará la lista de apuestas clandestinas a su capitalista. En el momento adecuado Ochoa y sus agentes irrumpen en el local y comienzan el registro en procura de los números comprometedores. Buscan y buscan hasta el desasosiego mientras el hombre de las mediasuelas los mira y goza y hasta se anima a cebarles unos mates. Los uniformados se van rumiando negros pensamientos porque los galones no se ganan con fracasos. Un confidente revela, días después, que el papelito de apuestas estaba escondido en la yerbera.

lunes, 30 de agosto de 2021

Chiquito Díaz

Foto: Chiquito Díaz.ErnestoCardenal ......................................... ………………………….. “Una historia me recordará Vivo…” ……………………… Fue hace poco, en Vuhan germinaba algo funesto, pero el patio de la Negra era una fiesta y las columnas de humo negro se travestían en guirnaldas emergiendo del braserío. Llegó algo tarde, cansado, acaso mustio. La diálisis lo había turbado y la espera por el llamado del INCUCAI se hacía exasperante. Comió magro, ensimismado y todos respetaron su laconismo. Por cierto, ya se sabe, los silencios son mecenas, suturas, los ennoblecedores de la música. El día anterior nos habíamos internado en una zona de reminiscencias que remozaron la cofradía. Y la narración se vitalizaba en la recreación de una conversación confesional con Joan Turner acerca de su esposo, Víctor Jara; la noche en que Tejada demandó refugio, o la curiosa casualidad de que todos sus hermanos fueran cantores, tenores. Al promediar la noche se despidió no sin antes comprometer una evocación en la que habitarían los Inti ,Julio, Delfor, Juan, ,Caito, Naldo y los demás , como así también sobre su casa ,transmutada en consulado musical de Neuquén, aquel poema compartido con Cardenal o las inciertas recetas gastronómicas de Nahuel en el exilio. Pero el agobio le impidió cumplir con lo ofrecido esa noche en el patio de la Negra. Lo supimos luego; esa tarde de la sesión de diálisis, había concurrido al centro asistencial con su guitarra. Allí cantó - samaritano del diapasón, -a los demás pacientes. Para aliviarles la espera, disipar sus angustias, transfundirle una alegría a sus corazones. Melodías del sur, de la entraña América, exigiendo una dispensa a su registro. Luego se fue, a honrar su cansancio, en aquella rueda del fogón con los amigos. Hoy por la mañana hizo lo mismo, con total sigilo, articulando una despedida mentirosa. Un adiós que no es definitivo. Porque ya comenzamos a sospechar su presencia en estas pulsaciones que nublan los ojos y apresuran nuestros corazones.

viernes, 27 de agosto de 2021

Acerca de la fraternidad

Abro el whatsap, trinchera en la pandemia. Me escribe Daniel Bilbao. Ustedes ya lo conocen, cuarenta años de complicidades . Pregunto si lo puedo difundir y me contesta: Es un pájaro, camarada, y está en tus manos. Si le cortas las alas, será sólo tuyo para siempre, pero si lo que amas es el pájaro, déjalo volar. Ahí va: ¡Salud, camarada! Te cuento algo que estoy recordando. Era viernes por la mañana y llovía sobre Chandigarh, en la India. Yo miraba a través de la ventana fría y empañada, y sólo veía las ramas de un árbol y las hojas verdes brillantes de lluvia. Llegaban sonidos de la calle, bocinazos discretos y esporádicos. De pronto, uno estridente me lindujo a pensar que los automovilistas de Chandigarh también eran impacientes. El rumor sordo de truenos lejanos se fundía con el ronquido raudo de una moto. Unas voces apremiantes escapaban de la lluvia. Recuperé, entonces, el recuerdo de un amigo. ¿Qué pensaría Pinky de esta mañana lluviosa en Chandigarh, una ciudad de nombre evocador, perfecta para que se instalara el Corto Maltés a vivir una de sus aventuras y dejar como estela de su paso un nuevo amor de ojos oscuros, figura delgada y refinados modales. Imaginé que el Corto llegaba a la ciudad por pedido de Rasputin para librarme de dos agentes nazis que andaban tras mis pasos. Mi trastorno me hizo sonreír. ¿A quién le importaba que lloviera sobre Chandigarh esa mañana? Continué unos minutos espiando por la ventana -asombro de la tecnología-, gracias a una de esas cámaras web en tiempo real. Ahora siento un oscuro placer: sólo dos personas en toda La Pampa sabemos que el viernes 30 de julio de 2021, a las 11:53 a.m. llovía sobre Chandigarh. Un secreto que compartimos con el Corto y no contaremos a nadie.

jueves, 19 de agosto de 2021

Postales de Santa Rosa

Santa Rosa se hace señorita y pinta sus labios aguardando la llegada de los años cincuenta. Todo es apacible y rutinario, la felicidad pasea los domingos en la vuelta del perro, pero nadie cobra conciencia de tan importante compañía. Las hipótesis de conflicto de la policía son los rateritos y los quinieleros. El oficial Ochoa tiene un dato infalible: ese día el viejo zapatero del barrio llevará la lista de apuestas clandestinas a su capitalista. En el momento adecuado Ochoa y sus agentes irrumpen en el local y comienzan el registro en procura de los números comprometedores. Buscan y buscan hasta el desasosiego mientras el hombre de las mediasuelas los mira y goza y hasta se anima a cebarles unos mates. Los uniformados se van rumiando negros pensamientos porque los galones no se ganan con fracasos. Un confidente revela, días después, que el papelito de apuestas estaba escondido en la yerbera. ............ (del libroViejos,tras un retazo del olvido)

viernes, 6 de agosto de 2021

Déja vu

Juan José Alvarez recorrió con unción las salas de la casa de Neruda en Isla Negra y se abismó en la contemplación del mascarón de proa que desde un rincón contaba su historia en el filamento de sus grietas y en las vetas de la noble madera lacerada por vientos impiadosos. Cuando Juan se alejó, en el crepúsculo de una jornada fugaz, quedó en sus retinas la imagen del mascarón de proa, solitario y triste. Juan jura que imaginó una lágrima en las mejillas descascaradas y, atrapado por una excitación inefable, elaboró una proclama cuya fragilidad advirtió de inmediato. Una semana más tarde, por esos azares de la vida, la fortuna lo llevó a Italia donde el mascarón lo aguardaba, con las emociones con que se espera a los amigos, en el hall de la soleada exposición romana recién inaugurada en honor al poeta que alguna vez escribió sobre las revanchas. (del libro inédito Rimas)

sábado, 31 de julio de 2021

Acerca de los desgarros

ACERCA DE LOS DESGARROS Apenas despuntaba el otoño en estas dilataciones del medanal del sur que nos cobija. Pero hacía frío cuando lo encontramos. Anochecía. Estaba sentado en uno de los bancos de la fuente que corola el final de la avenida central, el saco negro del traje de los conciertos, abierto, el pañuelo durmiendo en la falda. Su contemplación vagaba por algún punto del infinito y le costó regresar a la realidad ante nuestro saludo. Anidaba en sus ojos una inmensa tristeza. Impregnados de su desazón, solo atinamos a una lacónica palmada en la espalda y seguimos camino. Fue un adiós silencioso y breve, sin saber que sería el último. Pocos meses después, desde Buenos Aires, Juan Carlos, el autor de este libro necesario, haría saber que Enrique José Mariani había muerto. Lo conocimos antes de su viaje a Italia y reanudamos el vínculo a su regreso a La Pampa fraguando una rutina semanal que combinábamos con Julio Colombato y Ricardo Nervi, sus amigos de adolescencia. Enrique había socorrido a su padre en la colocación de los ventanales de la mítica usina de las Trilaldoras, en tiempos pioneros que todavía no lo habían descubierto como el maravilloso músico que fue. En aquellas tertulias nos contagió su fervor por lograr conformar una orquesta Sinfónica. Era tanta la intensidad de su cometido que acaso hospedara algún fulgor contradictorio, con el tenor de esas pupilas que constatáramos aquel principio del otoño pampeano. En algunas biografías oficiales se sostiene que la brega por concretar la ansiada formación musical fue respondida satisfactoriamente, pero todos sabemos que el utilitarismo político, la hipocresía, hermanados con la burocracia, impidieron aquel propósito. También queda pendiente el Concierto en Re Mayor para guitarra que imaginara con Mario Figueroa, proyecto que una operación de la vista frustró. Habrá, estamos seguros, nuevas evocaciones que se consumarán teniendo como marco las estupendas sugestiones de Vivaldi. Esos y otros recuerdos compartimos con Chicha horas después del cortejo, de homenaje y despedida a Enrique, en las adyacencias de la estación ferroviaria donde descansan sus restos. Volvimos a labrar un abrazo con ella en otras ocasiones, no tantas como hubiéramos deseado. Ahora, en la reminiscencia, se nos antojan escasas. En cada una enarboló un magisterio de la lucha ligada a la ética. De la necesidad de la memoria y de sus contenidos emancipatorios, de la inevitabilidad de la verdad en procura de la redención de la historia. En las mocedades del siglo, pudor y vacilaciones fueron vencidos por la imperiosa aspiración de contar con sus palabras, epilogando un trabajo de reconstrucción de la represión en La Pampa. Ella no vaciló en obtener una pausa entre sus múltiples compromisos para hacernos llegar un texto, diáfano, enérgico, conjetural, en uno de cuyos párrafos interpela : ¿Qué veneno es el que circula por las venas de los verdugos? Aterra pensar que continúan respirando el mismo aire que nosotros, que caminan a nuestro lado, ensoberbecidos por la impunidad obtenida por la lentitud o ineficacia de la Justicia y el silencio de sucesivos gobiernos democráticos…” Esa es Chicha, indomable, imprescindible. La obcecada combatiente de la vida que, por un milagro del cosmos sigue cabalgando, como el Cid, cada vez que en una calle, en una plaza, en una tribuna, emergen las proclamas que han embanderado el firmamento nacional en la última mitad del siglo. ¡Más de cuatro décadas, la edad de Clara Anahí! María Isabel Chorobik, la mujer que evocamos, palpita con más vigor en cada uno de nuestros corazones a medida que el tiempo avanza. Y ese es Enrique, querido, entrañable, cuyo deceso contraría la efemérides. Porque sospechamos que ya había comenzado la ceremonia de su adiós aquella jornada de noviembre del 76 en que las crepitaciones en la calle 30 de La Plata obligaron a Chicha a interrumpir su tejido. Desde estos entramados se entrelazan los desgarros. …………………………………… N deA: Este texto pertenece al libro,tan necesario como justiciero, El Ultimo Sueño deChicha. A sus múltiples méritos se suma este prodigioso documento gráfico que registra a Enrique teniendo en sus brazos a Clara Anahí dos días antes de su secuestro y desaparición. Juan Carlos Pumilla enero de 2021 -------------------------------

sábado, 24 de julio de 2021

La noche revelada

Los dos hombres cenan frugalmente e inauguran una charla circunstancial. Uno es el gomero de La Adela y el otro un camionero que durante cinco años ha pasado por el lugar sin detenerse hasta que un percance lo obliga a hacer noche. Viene desde el sur, Caleta Olivia, y falta mucho trayecto hasta llegar a Jujuy. De manera que resulta providencial la hospitalidad. A medida que se internan en la noche la conversación toma otros carriles, más profundos, acaso intrincados. Cuenta Angel Aimetta que su amigo gomero es hombre laborioso y sufrido. De muy niño perdió su familia y nunca supo del destino de su hermano, de manera que resulta una bendición la compañía de alguien atento y bien dispuesto a compartir cuitas y la vigilia en estas soledades Los ojos le brillan a Angel cuando cuenta la historia. Al camionero también lo separaron de su hermano y en esta madrugada de La Pampa descubre que lo tiene frente a él. (Del libro inédito Rimas)

jueves, 22 de julio de 2021

Balances

El edificio donde se evalúan los resultados de una vida es amplio. Pasillos intrincados pasadizos. Uno se pierde en ellos. Algunos de los que llegan a los jardines alcanzan a disfrutar los fulgores del ocaso. Otros quedan atrapados en los filamentos de las farolas.

viernes, 16 de julio de 2021

Zapatillas

Penden de los cables de cómo ahorcadas. Gritan, en su código urbano del silencio. Algunos leen a primera vista. Otros no. Proclamas que danzan en el aire, incongruencias del país de pies desnudos. (de microrrelatos de 33 palabras)

jueves, 8 de julio de 2021

El crimen perfecto

La hoja penetró sigilosa en el corazón de la verdad. Hubo otras expiraciones, seriales. El cadáver de la realidad quedó sepultado en una pila de olvidos, papeles amarillos, relatos de televisión. Ninguna huella. (de microrelatos de 33 palabras)

sábado, 3 de julio de 2021

Prisión

Ayer llegaron más. Como antes, fueron recibidos en un clima de consternado silencio. Asesinos, torturadores, ninfómanas, pederastas, sádicos, terroristas, violadores. ..Todos se alternan ,esmeradamente, en el gobierno de la prisión de Abu Ghraib. (De la serie microrelatos de 33 palabras)

jueves, 17 de junio de 2021

Rimas del alma

Edgar Morisoli atraviesa una situación tensa. Es una circunstancia ingrata que lo conmueve y exige. No es la primera ni será la última en su vida de hombre sensible y poeta comprometido. No puede evitar lo que pugna por salir y comprime su corazón. En ese momento, lejos de allí, su amigo Guillermo Mareque deja de acariciar la guitarra, queda pensativo y dice a su compañera en un susurro: Edgar... está llorando.

miércoles, 9 de junio de 2021

El hombre del paraguas

Mira con fiereza a la cámara. Provoca . Lo hace con su postura y con la leyenda que cuelga de su pecho, que es donde se conservan las cosas cercanas al corazón. No sabemos quién es, embozado y con lentes. Pero lo conocemos: aquí en La Pampa se llamó Arana, Losada, Aragonés, Savioli , Haspert, Bibini …y muchos más. Centenares, acaso miles. Algunos ya no están pero otros persisten como para indicarnos cuánto nos falta por recorrer. El hombre desafía a la lluvia y al tiempo. Como las cucarachas. Viene de una parcela de la vida que no figura en el catastro de Dios. Sobrevive porque, como en esta peste, aun no se ha encontrado un remedio más eficaz que los conocidos. Un pesticida social que acaso se llamare memoria .

Postales del exilio

Raúl DAtri -Ricardo Nervi

Vienen años grises. Don Raúl abre las cartas que viajan desde el exilio en intrincados itinerarios y se aboca a la tarea de descifrar las claves en que se expresa la tristeza, la nostalgia o el porvenir. Como siempre, la caligrafía de Ricardo es abigarrada y pródiga. En cada línea descubre su maestría para describir sus broncas y alegrías, manifiestos de gloria o desencanto, de modo subyugante. Algo al final de la misiva arranca una sonrisa: el amigo de Méjico señala que se da cuenta de que en la Argentina sigue habiendo mucha humedad, porque las cartas siempre llegan abiertas.
(fragnento del libro "Viejos, tras un retazo del olvido" para acompañar una fotografía publicada en el perfil deAndrea D Atri)

domingo, 16 de mayo de 2021

Mujer de negro


 

 

       -¡Corten! - grita y cien rostros se vuelven inquietos en una mezcla de admiración y de respeto mientras ordenanzas de prolijos mamelucos caqui barren por enésima vez las empinadas escaleras del puerto de Odessa-.

       -¡Corten! - repite con tono complacido dos registros más bajo pero el sentido sigue siendo imperativo. Suena grave y satisfecha la voz de Serguéi Mijáilovich Eisenstein mientras quita de su cabeza la gorra visera y enjuga una transpiración que no existe en esta gélida mañana de otoño.

       La mujer que lo observa pensativa hunde dos dedos largos en el interior de la manga y extrae un pañuelo que desanuda con cuidado. Alisa prolijamente un cigarro de filtro hueco y lo enciende aspirando una prolongada bocanada. El humo distrae a la pequeña que agita sus brazos en el interior de su cochecito y estimula a los demás actores que respiran aliviados tras la tensión. El iluminador estira sus brazos hacia atrás para enervar los músculos. Un coro de mirones de edad incierta forma un círculo para honrar el diáfano líquido de una petaca de acero.

       La mujer de negro aspira con fruición temerosa de un eventual arrepentimiento que interrumpa la tregua. Eisenstein dialoga con el montajista y mueve sus manos con energía. La mujer mide la ceniza que se arquea y frunce los labios con fastidio. O aflicción. Ignora que un fotograma de su rostro recorrerá el mundo, vencerá a su época y engalanará el desordenado escritorio de un ignoto cronista que, cada tanto, deja que sus dedos huyan del teclado para volver la mirada obsesionada hacia el perfil anguloso del grabado. Se abisma en esos rasgos mientras envidia el aroma del cigarro de filtro largo y hueco que adivina placentero. Respira profundamente pero en vano. Lo que percibe son los hedores de un siglo que se pervierte. El cronista encoge los hombros para aliviar su atormentada espalda, suspira y lamenta haber nacido tan tarde.

       Un ruido ensordecedor sobresalta la mañana y la ceniza cae sobre los adoquines. La prolija cohorte de cosacos toma posición en los niveles altos provocando el repliegue de los demás. Guerreros de gruesas chaquetas y relucientes entorchados, obedientes a esa sinergia de la historia que siempre los ubica en la misma posición.

       Allí están. Ominosos, anónimos, sin rostro. Hombres de a pie y jinetes pálidos que hunden sus espuelas en los ijares de cabalgaduras que bufan. Cien años antes Goya los retrató con delicada perfección. Pero no está Goya en esta mañana fría de otoño en Odessa.

-Aún tenemos a Gorki, murmura Pablo.

        -O Pushkin, desliza León, desde el atardecer de un escenario extremo, en estos arrabales de la esperanza que los manuales de geografía se empecinan en denominar Sur.

             Aquí, donde el cronista desvía su mirada del rostro de la mujer que abre sus ojos inundados de pavor mientras el acero cumple, con inexorable eficiencia, su labor.

             -¡Acción¡ vocifera Eisenstein.

Desde el cochecito, la niña irrumpe en llanto.

 

 (El Hombre del Potemkin, capítulo III(

 

 


sábado, 17 de abril de 2021

UN REQUIEM PARA LA EPOCA


 

 

Charles Aznavourián se encarnó en el relato familiar y alcanzó a percibir esos filamentos escarlatas deslizándose a borbotones por las laderas del Ararat. Resuena  en nuestros oídos  la estremecida descripción de “Ils son tombés” imponiendo una clave de Sol a la primera muerte industrial del siglo XX.

Una sola muerte, repetida, sentenciaría   décadas más tarde, Tomás Eloy Martinez.

Luego vendrían otras melodías, claro, pretendiendo  saciar la sed de redención de la historia, partiendo del  Holdomor de Ucrania  hasta las napalm en los arrozales de Phnom Pen. Desde los estertores de Ruanda a la noche criolla donde hundió sus afilados colmillos la brutal defensa del “ser nacional”.

Luego del vómito feroz del Enola  Gay sobrevinieron Los Pájaros de Hirosima y en las dilataciones de Auschwitz el  insobornable testimonio  de Anita Lasker o el violín de Rocío Cabello.

Sostacovich, herido en el alma alzó su Cuarteto de cuerdas número 8 para sufragar el hedor de Dresde.

Entre  los escombros que sobreviven filtran los   ayes  de una memoria asombrada que no supo advertir que Churchil, fiel discípulo de Tatcher,  sería capaz de promover  el asesinato de sesenta mil pobladores en menos de una jornada.

Hay una simetría, una llovizna e connivencia,  en esa inocencia de los pueblos que desoye  a Hobbes y se desbarata incrédulo ante la ferocidad del lobo.

Esa proporción se repite y crece. Lo vocifera  la crónica cotidiana. Porque la muerte es muerte, sea por bala o por covid.

¿Saborearon un café los españoles de la fiebre?

¿Y el amor en los tiempos del ébola?

Resuenan en estos días los arpegios. Confecciones de la conciencia en que por un capricho de percepción nos conducen a pensar  que todavía no hay música de la época, para justificar esas ofrendas que una  libertad  parcelada prodiga al flagelo de la hora.

Leemos que el antropólogo de las religiones Edward Burnett Taylor, sostiene que el propósito original de todo sacrificio fue hacer un don a los Dioses para asegurar a su favor, su buena voluntad, o minimizar su hostilidad.

El tiempo dará su veredicto y zanjará el dilema: acaso – más temprano que tarde- sabremos si el reclamo ambulatorio responde a un tributo o es tan solo la satisfacción de un ego que arguye  la banalidad de la muerte.

Abundan los silencios pero, ya se sabe, los silencios son las suturas de la música.

Melodías de ausencia  como cortejo en  la despedida de padres a sus hijos y viceversa.

Por allí un kadish por aquí un miserere.

 Mientras se desangra , implacable, este funeral de la era  que ya ha cobrado cincuenta mil decesos en menos de un calendario.

……………………………………………………………

FOTO

. En 1937, el sistema escolar de Chicago utilizó la radio para enseñar a los niños durante un brote de polio , demostrando cómo se puede utilizar la tecnología en tiempos de crisis.(The Conversation)

 

 

 

jueves, 8 de abril de 2021

Ciro

Ciro Lisandro Ongaro



  Cuatro mesas más allá el hombre que ha tenido a su cargo los casos más resonantes, los juicios más pesados. Que conoce las historias más dolorosas y siniestras de la condición humana, hace volar las manos frente a su nieta mientras le cuenta cosas que pueden ayudarla en la profesión que los une. Ciro Lisandro Ongaro sonríe a la joven que escucha arrobada a su abuelo mientras su mente vaga por las crónicas de los setenta que lo encuentran al frente de la huelga salinera más prolongada de la historia. Ella conoce de oídas sus compromisos militantes asumidos en los años del miedo y encuentra significado a esa flor, quebrada por las balas en la foto del gringo De Pian, que el abuelo luce en su despacho. De ahí, confirma mientras sorbe pensativa el café, de estas cosas sacó el hombre de las manos de pájaro las fuerzas para defender tanto encanto y ternura.

jueves, 1 de abril de 2021

El día en que se hizo la noche

 

Foto Eduardo Pérez

La mañana del 24 nació destemplada y extraña. Sordos ruidos reverberaban  en los accesos a la ciudad, en las calles céntricas, en algunos puntos específicos. El vecindario pronto descubrió la razón: eran las tanquetas que irían a apostarse en el playón del centro cívico, consagrando el primer oxímoron  de la jornada.

Los ruidos repicaron en la avenida central, en la manzana que rodea el edificio de Correos , en las cercanías de las viviendas de los que prontamente se convertirían en víctimas, en la calle Pellegrini, rodeando de sonoridades la cooperativa de trabajadores de La Capital.  Se prolongarían a la mañana siguiente con un rigor que desechaba la  espontaneidad.

Porque no hubo improvisación en la implementación pampeana del golpe sedicioso,  pergeñado en los albores de la década y concretado  el  24 de marzo de 1976. El inventario del agravio en  perjuicio del Estado y  sociedad es infinito. Los juicios han revelado algunos  de ellos, pero muchos permanecen ignorados a la espera de una examen más exhaustivo, revisión o imprescindible, sanitaria,  para establecer el espesor  determinante de la participación civil en el diseño del plan,

Hubo objetivos precisos que revelan las motivaciones del asalto a la Constitución. A los que ya  han cobrado notoriedad deben agregarse otros no tan difundidos – extremadamente sutiles, precursores del discurso de la isla de paz- que se imbrican en la perspectiva golpista de destruir el  tejido social, agrietar sus convicciones, inocular el virus del miedo. Aprensiones  cuyas sedimentaciones se dilatan  hasta estos días.

En ese contexto se explica la acción desplegada en perjuicio de la cooperativa Popular de Santa Rosa, la  construcción comunitaria  más importante del centro del país, por su heroica gesta fundacional, por su representatividad  y ejemplo, por independencia económica.

En la mañana del día siguiente efectivos militares penetraron  en el interior de la CPE en el marco de similares procedimientos realizados en diversos lugares públicos de Santa Rosa.

 Oficiales y soldados fuertemente armados exploraron  concienzudamente el patio central en un operativo por el cual no se ofrece ninguna explicación. ¿Qué buscaban sino otra cosa que hacer pública una demostración de poder y al mismo tiempo intimidar al vecindario.

¡Que lo  digan sino los vecinos de la calle Ferro!.

El fotógrafo del diario La Capital , Eduardo Pérez ,logró filtrarse entre   el cerrado cerco para obtener un registro del atropello. Su diario había sufrido el secuestro de su director, reemplazado por un conspicuo agente de información del Batallón 601, el ubicuo Feliciano losada, cuñado de Baraldini y fundador del Círculo de Periodistas Deportivos.

Las fotos de aquella jornada permanecieron inéditas hasta  que en julio de 2012 sorprendieron al público en el interior de  una muestra retrospectiva que se denominó  “Dos visiones, un objetivo”.

       Pero la tarea intimidatoria no se agotó en este episodio. El 23 de abril el  gobernador de facto Favio Iriart dispuso  fiscalizar la  actividad administrativa  de la CPE. Por tal motivo  designa a  los integrantes de la Comisión supervisora de la Cooperativa Popular de Electricidad: El  grupo  de tareas estuvo  liderado por  el  capitán Héctor Francisco Olascoaga,  quien  fuera asistido por tres   profesionales del medio : Omar Esteban Gatto Cáceres ,  el  contador Roberto Oscar Vassia y el  ingeniero Pedro Zubiri.

Aunque abundan las razones para suponer que obedecía a las coordenadas de la   persecución sindical, algunos suspicaces vinculan este episodio con le detención, el 1 de abril, del secretario general de Luz yFueza, Oscar Montes de Oca, salvajemente torturado en los altos de la Seccional Primera.

No perduran evidencias de las  conclusiones contables, lo cierto es que la labor  de los verificadores  se agotó a poco de comenzar, probablemente  por su futilidad o tal vez  porque Olascoaga  debió abocarse  a la preparación de otro operativo, eta vez mucho más cruento, concretado tres meses después en Jacinto Aráuz. Ahora se sabe que el secretario de Educación de Gobierno y Cultura, al tiempo que se escrutaban los papeles de la entidad, se reunía con el intendente de Aráuz Adolfo Alberto Forestier para  afinar un cuadro de situación de la localidad sureña.

Hay  una simetría entre los dos episodios, En Aráuz se ilustraba en los valores de la solidaridad, en la cooperativa de Santa Rosa se la practicaba, dos elementos que contrariaban  los objetivos del Proceso de Reorganización Nacional.

 

 

 

 

 

 

 

 

jueves, 18 de marzo de 2021

VIVIR BAJO DEL PUENTE


Dicen, los puentes son abrazos. Comunican, los puentes .unen, te cuentan. Ahora, en un canal que vomita las impiedades, de los jueves, descubren que los puentes son la casa, abrigo-, la junta de la noche cartonera. Patrocinios inciertos en las soledades de frío y de yuta. ¿Acaso falta un pedal a la bicicleta de Maia y le sobra un resorte a su colchón¿? Debajo del puente se desmayan los sueños. Un porro a contramano desvanece, a regañadientes, esa artera sacudida de vacío que progresa en la panza .Porque hoy escasearon las sobras en los contenedores que prologan la antesala de los puentes.
Puede ser una imagen de al aire libre
Hilda Somoza, Marta G. Alcala y 18 personas más
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ELOGIO DE LA LUCHA

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