domingo, 30 de noviembre de 2025

ABRAZO, AHÍ

Hoy Pablo Grillo cumple años, y su nombre se vuelve más que un recuerdo: es presencia viva. Su mirada —esa que alerta y sostiene— atraviesa el humo y la metralla, recordándonos que aún en la herida persiste la esperanza. Como el canario en la mina, sus ojos prvienen el peligro y nos invita a respirar juntos, a no rendirnos. Su cámara y su voz prolongan la luz de las plazas, donde la memoria se hace justicia. Celebrarlo hoy es reconocer que su enfoque nos guía, que su obturador nos salva, y que en cada imagen que captura late la dignidad de quienes no callan.

martes, 25 de noviembre de 2025

P Presupuesto y cultura


  Los desvelos, pampeanos y nacionales, en torno al interrogante de por qué no hay presupuesto para cultura admiten varias respuestas pero, para simplificar el área de observación conviene inicialmente definir que –para este caso- resignamos el carácter antropológico del concepto de cultura limitándolo a la región de actividades artísticas.

            Convenido este código debemos subrayar que no es cierto que no se destinen dineros para el área. De hecho se orientan (en abultadas cantidades) a realizaciones que, disfrazadas en industrias culturales, son funcionales al esquema ideológico económico dominante.

            En la lógica capitalista de socavar los rasgos identitarios para favorecer la mediocridad y el adocenamiento, desarticular los vínculos sociales para pescar en río revuelto, condenar el acto creativo por su alto contenido de indocilidad, los administradores de los fondos públicos adscritos al mercantilismo solo irán en socorro de aquellas realizaciones que no cuestionen o se opongan a estos lineamientos.

            Por cierto la obediencia de los diversos gobiernos al liberalismo, donde lo que se privilegia es el predominio del capital como elemento de producción y creador de riqueza, no puede menos que conducir a que los fondos que se consignen a todas las actividades sociales estén determinados por este concepto. Dentro del capitalismo, todo, fuera del capitalismo, nada. O muy poco, porque gobiernos timoratos, populistas, hipócritas, demagógicos, conservan la habilidad de resguardar las apariencias y proteger sus imágenes respaldando con migajas construcciones sociales genuinas.

            Por cierto abunda la crónica que desnuda una práctica lateral que consiste en auspiciar con recursos irrisorios emprendimientos de los creadores. De esta manera un mero viático se encarama a los escalafones más empinados del proselitismo cultural.

            Otras veces, excepcionalmente, la demanda sectorial coincide con la frecuencia de un funcionario o de un área de aplicación desobediente o más vergonzante y la regla se rompe, pero los resultados son coyunturales y obviamente no crecen ni perduran en el tiempo.

            De la lectura exhaustiva del vademécum presupuesto –cultura se desprende que Las políticas generales son las que prevalecen conformando un entramado complejo que puede desentrañarse apelando a una didáctica callejera insuperable: pan y circo.     

 

                 

              

JUNIO DE 2008

lunes, 17 de noviembre de 2025

¿QUIEN SE LLEVO EL CARTEL DE EMULSIÓN SCOTT?


                                  
Durante años, particularmente en las tardecitas morosas del verano o en las mañanas templadas del otoño santarroseño, un grupo de amigos ejerció un extraño ritual:  solían sentarse alrededor de una mesa de la confitería  La Capital con el solo objeto de constatar la presencia, en una de las paredes laterales del edificio de Irigoyen, de una litografía lapislázuli que algún publicista señero ubicó en lo alto para promover las bondades de la emulsión Scott.

No sabía aquel ignoto colocador de carteles que su acción despertaría, treinta... cuarenta años más tarde, la excitación de un grupo de vecinos que, ante la visión del cartel, darían rienda suelta a la imaginación.

Por épocas, cuando la negra infusión insinuaba alguna amenaza hepática o su precio conmovía los bolsillos, los participantes del encuentro se trasladaban hasta uno de los bancos de la plaza para proseguir con sus cavilaciones. No eran pocas:  el prometedor anuncio incitaba a introducirse en las costumbres de una ciudad tempranera, de calles arenosas y publicidades menos agresivas, cuasi inocentes.

El cartel de emulsión Scott desafiaba al pensamiento. ¿Cuántos santarroseños habrían apelado a los beneficios del compuesto? ¿Qué adhesión concitaba aquella vieja farmacopea a la luz de las posteriores trapisondas de las multinacionales?; pero, fundamentalmente, ¿qué había sido de aquella generación (la de nuestros padres, de los abuelos) frecuentadora del BASE Club, la Cirulaxia, o la brillantina. Devotos  del Glostora Tango Club y  la Revista Dislocada, de Caras y Caretas y, de la vuelta del perro los domingos por la tarde mientras “Piquito de Oro” propalaba la nueva cinta de Lana Turner, el deceso de Tyrone Power, las secuelas de la guerra o los actos pueblerinos...

La ciudad, enseña ítalo Calvino, no dice su pasado, lo contiene como las líneas de una mano, escrito en los ángulos de las calles, en las rejas de las ventanas, en los pasamanos de las escaleras, surcado a su vez cada segmento por raspaduras, muescas, incisiones,..

Quizá, también, pueda leerse a través de estos indicios colocados en lo alto de un edificio de la calle Irigoyen. No seria extraño que la sorprendente logia de los Adoradores del Cartel de Emulsión Scott fueran concientes, o tan sólo sospecharan, que sus descabelladas lucubraciones se inscribían en una mágica cruzada. Recobrar, por ejemplo, un segmento del pasado donde, probablemente, la felicidad fuera un suceso cotidiano.

Muchas veces, en un alarde de logística, delinearon aventuras nocturnas tras la solapada intención de apropiarse del cartel.  Tantas veces como lo pensaron desdeñaron la idea; en algunas ocasiones por falta de coraje; en otras, porque el egoísmo no se impuso a la suave comprensión de que el cartel -en su lugar de origen- constituía un estandarte de permanente apelación a la memoria e imaginación colectivas.

Momentos de zozobra fueron vividos a lo largo de estos años. Preocupados, los amigos corrieron presurosos al café cuando el diario anunció que el edificio contiguo sería demolido. La tranquilidad retornó cuando la piqueta se detuvo en el segundo piso, quitando al futuro la contemplación de un estilo arquitectónico singular.

El grupo también transpiró gruesas gotas de sudor cuando desapareció el majestuoso águila que coronaba enfrente de la confitería del mismo nombre. La depredación llenó de congoja a los contertulios, quienes renovaron sus encuentros para controlar la perdurabilidad espacial del cartel de emulsión Scott.

Hace unos cuantos días algunos miembros del grupo derramaron ante nosotros lágrimas de tristeza. Alguien, que nunca figurará en las crónicas policiales por hurto calificado, se había llevado el cartel. Los amigos, aseguraron, seguirían reuniéndose- esta vez definitivamente en el banco de la plaza- par diseñar planes de recuperación y laboriosas pesquisas.

A medida que pasan los días crecen los signos de una memoria ofendida. Obstinados, los amigos piensan en ofrecer una jugosa recompensa a quienes aporten datos sobre el paradero del cartel de Emulsión Scott.

El esfuerzo, se nos ocurre, vale la pena. Tan sólo un aspecto de esta pasión –el ejercicio de soñar- justifica el intento.

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     1990-Tex to paara el ciclo de tv"Un pco de cultura"


 

lunes, 10 de noviembre de 2025

¿Cuánto cobrás, Feiinman?

Ante la posibilidad de responder o guardar silencio, el interpelado reaccionó con furia:
—¡¿Y a usted qué carajo le importa cuánto cobro?!
Importa, Feinman. Concierne porque tanto el médico del Hospital Garraghan como usted, periodista, se presentan como actores del espacio público. Y en esa parcela, la transparencia no es un capricho: es una exigencia ética.
Su negativa revela una contradicción profunda. Exige transparencia a los demás, pero se ampara en la privacidad cuando se trata de sí mismo. Invoca el derecho a lo privado mientras se arroga el rol de defensor del interés público. Esa doble vara erosiona la legitimidad de sus demandas y abre la puerta a críticas fundadas sobre su coherencia moral.
Pero hay más. ¿Con qué autoridad y decoro increpa a un hospitalario que reclama un ingreso digno, mientras lo hace cómodamente sentado en un sillón cuyo valor duplica la suma el de una jubilación mínima?
Ese médico, al que se le exige transparencia y se le cuestionan sus necesidades, salva vidas.
¿Cuántas vidas ha salvado usted, Feinman?
¿Alguna vez sintió la punzada del hambre en el estómago?
Y si nos apuramos, podríamos inquirir cuántas veces sus diatribas han empujado a un ciudadano a la desesperanza, a la depresión, acaso a la muerte.
Buena pregunta para usted, señora ADEPA.
Desde el punto de vista normativo, lo público está obligado a rendir cuentas. Lo privado, en cambio, goza de protección por razones de privacidad. Pero si aceptamos esa distinción, también debemos reconocer que los medios en los que usted se desempeña reciben pauta oficial. Y buena parte de sus ingresos proviene de publicidad —a menudo encubierta— de empresas y organismos estatales.
Entonces, ¿qué parte de su sueldo está realmente protegida por la privacidad? ¿Incluso si proviniera de un sobre, del narcotráfico, de la trata o de la especulación financiera?
Feinman —y todos los voceros del régimen— están obligados a transparentar sus ingresos, al menos en lo que respecta a fondos públicos. En esa lógica, la interpelación del médico no solo es legítima: es necesaria.
Porque mientras usted se escuda en desplantes y humillaciones, ese galeno seguirá salvando vidas.
¿Dirá alguna vez cuánto gana, Feinman?
Se ha disculpado ante su audiencia por el exabrupto. Pero aún no lo ha hecho a quienes fueron blanco de su enojo.

 

viernes, 24 de octubre de 2025

FUNERAL DE LA ALEGRIA


Ni que hablar de esas ausencias que deshilachan las rutinas. Ellos —los que roban sin ruido—se mimetizan en las calles en las que el sol no alumbra. Una localización donde imperan los Caballeros del Espanto cuya matriz de odio se aposenta, sin pudor, en la mesa de los desamparados.

 Prorratean las horas a su antojo, patrones del tiempo.

Asoman, la noche del sosiego se repliega, tal cual animal herido que no quiere ser visto. Ahí están. Sus alforjas rebosan de lo que era nuestro: un gesto, una canción, el calor de un domingo sin apuro. Pequeñas raterías. Desde su trono, el esperpento miente a mansalva, vocifera entelequias. Nos ata el alma con  el hilo invisible de sus babas, madurando insomnios, abandonos, silencios  que engordan, voces que ya no llaman. En esas arterias de penumbra, la copla se vuelve esquiva, La angustia y el recelo se capitalizan en cada esquina. Y la dicha —esa palabra que ya no se pronuncia—se evangeliza en un espejismo.

Un libro que no se abre, un pan que no alcanza.

Abrazos que se aplazan.

 Mínimos timos a medida que nuestras existencias se encogen. Estafas subrepticias que escasamente se insinúan. La dicha se eclipsa   entre exhalaciones, ganada por la incertidumbre.

El daño opera según el lento comportamiento de las manchas de aceite, inician minúsculas y luego lo cubren todo.

Coral de las carencias:

Gestos amables trastocados en rictus.

El café moroso en el boliche de siempre.

Ese mantel desierto que abriga una memoria somnolienta en un pliegue del hule.

La ronda cimarrona del mate conversado.

La silla vacía, el timbre que no suena, la carta que no llega.

El Leviatán avariento que todo engulle no tiene rostro. Refugiado en esa inmunidad saquea lo esencial: la empatía, la ceremonia del abrazo, la risa reparadora.

Y así…

Menguada felicidad de los impíos.

“Estoy luchando. Estoy en ello con todo mi corazón”, musitó el bueno de Vincent Van Gogh un atardecer melancólico, luego de concluir su lienzo “Anciano en pena” 

De esta arquitectura se desprenden los desgarros. No por la cuchillada feroz que invade y cala honda, sino por la lenta coreografía de mil tajos diminutos. La vida se escabulle en su demora, como si no le faltara tiempo, sino destino. Y en ese funeral sin flores, la alegría no muere de un disparo: se extingue por omisión.

 En la autopsia final de la época el dictamen no grita: susurra. No señala heridas abiertas, sino esos menoscabos invisibles. Allí, en lo intangible, se consuma el duelo de lo humano

 

 

 

sábado, 18 de octubre de 2025

El que regresa


 (Juan CarlosBustrizo Ortiz.-Fotograma de l cortometraje El R Egreso)

 

         Por algún prodigio antojadizo, cuyo hermetismo nos supera, Juan Carlos Bustriazo Ortiz emerge diáfano y diferente de cada uno de los hombres que ha sido.

         Por Puelches, lo vieron.  Por el arroyo Los Berros, por Guatraché, acarreando ¡ay! su linterna de ¿cuatro...  cinco? elementos, en sus transiciones de linyera nictálope, de flamenco a milodón, de búho insomne a trovador

         ¡Si hasta dicen que fue piedra!

         “He visto un pájaro de anochecido vuelo” (*)

         Ponderaciones del peregrino, inventarios azarosos.

         Siempre está viniendo, lo que quiere decir que alguna vez se fue.

         Partió, el hombre que supo descubrir la belleza de un rostro Polifemo, que olvidó un cisne en la casa de Rayén  Leoncilla y confirmó en un tango a compinches y tocayos.  Volvió, el que germinó una rosa entre la niebla y echó a dormir su siesta por la arena.

         Cada vez que alzó vuelo, dejó un poema.  Un presente mínimo; acaso una chaquira en el collar del tiempo, un papiro amarillo o una piedrita azul...  En fin, una manera de decir “no me olviden”

 

         “El viento está del sur, dijo una ninfA” (**)

 

         Nos dejó, cada vez, ensimismados en nuestros misereres y desde entonces fue una fiesta la hora del retorno.

         Durante sus ausencias aplicamos la terapéutica que promueve la parábola de Bradbury.

         Guy Montag somete al fuego los libros que perturban, que cuestionan, que interrumpen los sosiegos del hombre sometido.

          Guy Montag, el quemador.  Por estas dilataciones de la soledad lo conocemos bajo otras apariencias, pero con similares corolarios.  De manera que cada uno fue Juan Carlos a la hora de procesar redenciones, socorrer atrevimientos e imaginerías.

         Catequesis del caldenar:  contra el fuego, fuego.

         En ese aprendizaje nos transformamos en elegías y poemas puelches.  Voces de contramuerte, en noches de Temple y vino negro.  Coplas   del crepúsculo vagando por el monte o callecitas floridas.  Confirmaciones de que la vida es vida si vence la memoria y sus deberes.

         Ahora, Juan Carlos Bustriazo Ortiz re-luce al cabo de una nueva travesía, con sus incógnitas y sus silencios. Quizás tan solo musite ¡Brujalabra!, en la cúspide de un exorcismo lírico.

           Será bastante.

           Afuera, cantan albricias las calandrias y el gozo se amplifica en clave de cuatro.

          ¡Cuatro!, buen número para reanudar el compromiso.

         Porque para eso están hechos sus poemas.

         Para que se nos encarnen.

 

Juan Carlos Pumilla

Marzo 2006

(* Ricardo Vaquer,”¿Duermen todos los pájaros de noche?”,1979

(**) JCBO, Inalén Cuyén, 1988

        ………

Texto ñpara una  edición frustrada de cuatro de sus libros en marzo de 2006 impulsada por la Cámara de Diputados de La Pampa. Los demás prólogos fueron concebidos por Edgar Morisoli, Oscar Santamarina y Walter Cazenave.

       

       

 

jueves, 16 de octubre de 2025

Florita



Los altavoces del predio del Club Pampero de Guatraché filtraban las albricias de la tarde estival y realzaban las trovas criollas de Saúl Huenchul. Décimas  subrayando las habilidades paisanas en esa jornada de destrezas.

Por la noche el tono del payador se sosegaría seduciendo a los asistentes de la vieja casa de Cultura con unos versos alejandrinos que nuestra memoria aun contiene.

Saúl echó atrás el ala de su sombrero en un implícito homenaje al Bardino y completó la articulación con un saludo mudo a un amigo entre el público.

Guillermo Herzel encumbró su brazo respondiendo, pero interrumpió la cortesía porque en ese momento descubrió a Florita refugiada en las protecciones de la fronda.

Mientras caminaba hacia ella Guillermo lucubraba acerca de  lo contento que se pondría Juan Carlos Bustriazo Ortiz cuando le comunicara sobre esa presencia.

Resulta ocioso presentar a Juan Carlos. Conoció a Florita en la pensión “Dos Picos”, esa que está a pasos de las vías. Ambos se cruzaban en los pasillos saludándose con circunspección e intercambiaban  consideraciones mundanas en el almacén  de Dayup.  Desde ese instante él se sintió profundamente atraído, no obstante  jamás se atrevió a confesarle esos sentimientos. Ni siquiera en los bailes donde la belleza de la joven iluminaba los galpones y el bandoneón de Godo tornaba  propicia la  relación. Pero Juan no bailaba.

Ella abanicaba  sus pestañas y él sentía la brisa.¡ Ni qué hablar de los fulgores de sus ojos claros abrasando su corazón!

Guillermo avanzó  hasta  nosotros y  en su semblante se acentuaba el júbilo. Sin preámbulos tocó el hombro del poeta para notificar que  Florita quería saludarlo. Mirta y Raquel palmearon  sus espaldas con entusiasmo y voces de aliento. Tan emocionadas y felices como  él que ahora se dilataba  en la hilera de eucaliptus desandando cuarenta años de ausencia.

Hubo un apretón de manos y dos sonrisas.

Huenchul dejaba  constancias  del singular tranco  pasuco de un tordillo que despertaba  las delicias de entendidos y profanos.

Espectadores de un momento único, e irrepetible, no quedó  pincelada alguna que fuera indiferente.

Florita perseveraba  esbelta y hermosa, igual que lucía  en la fotografía que un profesional  del oficio, tal vez Juan José Gozza, tomara en su juventud. Hasta su cabello, prodigio del Koleston, permanecía inalterable. Sus mejillas, cual  piel de una manzana madura, delataban el tiempo transcurrido pero, contrariando  sus designios, acentuaban  su encanto.

Se movían y las hojas crujientes ejecutaban una sinfonía  a cielo abierto. Él se atrevió a liberarla  de una ramita imperceptible  de sus hebras  y ella sacudió una ilusoria   brizna del pecho   del camisaco pardo que esa misma mañana Mirta había planchado con esmero.

Florita, recostada contra el tronco del árbol plegó su  pierna para forjar un cuatro perfecto. Juan agitó los brazos, tal cual si volara.

Parecían pájaros.

Acaso lo fueran.

Florita, Florentina Pukemeier hoy se prorroga en la evocación de su sobrina Silvia.

Juan, en  la nuestra.

Luego, cuando las copas de los árboles promovían sombras alargadas, en estos dominios de la Rubia Espesura, sobrevino  un abrazo moroso y un adiós al que le sobraron palabras.

Ya se me apaga la copla,
brasita violeta del atardecer.
El aroma de la tierra,
ramito de ensueño, se vuelve mujer…”

 Cuando retornó del encuentro, radiante, blandiendo una sonrisa de campeonato,  Milodón,Flamenco B ustriz,   Búho Nictálope, Linyera trashumante,  se abstuvo de exponer pormenores  superfluos.

Salvo la  médula  de un diálogo tan mínimo como esta historia  que exhumamos de nuestros recuerdos, por si acaso el olvido:

-Sabe Florita que yo estaba enamorado de  usted.

Un  concierto carmesí inauguró  una  comparsa en sus pómulos

-¿Quiere que le diga una cosa Juan?, yo sentía lo mismo.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

miércoles, 8 de octubre de 2025

Soneto por Gaza

Noticia: 

Franja de Gaza, su superficie es de 360 km2; Santa Rosa, La Pampa, Argentina, tiene 1500 km2. La comparación resulta intolerable y toca a fuego nuestras conciencias. ¿Existe el que, en sus delirios más extremos, pueda llegar a imaginar que en las dimensiones de tan   sólo  dos barriadas (por ejemplo, ColoniaEscalante y Villa Santillán) cayeran a diario toneladas de bombas y veeinte  mil niños fueran   asesinados?

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Soneto por Gaza

 (El tamaño del coraje)

 

En Gaza, donde el mundo se congrega,

la sangre escribe signos en la arena.

Un niño calla. Su dolor se ensancha,

la flor oscura de la noche llega.

No hay mapa que contenga tanta herida,

ni cielo que no tiemble en su mirada.

Cada rincón es límite y es vida,

cada latido, llama desgarrada.

No es el tamaño lo que rige el fuego,

ni el territorio el que mide el coraje.

Es la palabra, enalteciendo el ruego,

el cuerpo que se alza sin blindaje,

la dignidad que danza el desespero,

y el alma que resiste a su celaje.

 

 

 

sábado, 4 de octubre de 2025

Contra el viento

Prospera el bajel entre  resacas

 como un verso desafiando la borrasca,

con pan y empeño, con Knafeh  y agua,

comparecen, alzando esos cordajes.

Por ahí  flamea   una proclama airada

en lo más empinado de  los puentes.

A esa altura  se expone sin reparos

la dignidad de un  mundo que, insumiso

va  contrariando  cercos de silencio.

ante lacayos  que bajan la mirada.

Son balandras  de carne y sueño.

Sublevadas,  por  el grito de las madres,

o esas   lágrimas  huérfanas de sol,

de  humo y de escombro, sepultadas.

Y del otro lado el muro expresa,

un   texto arcaico  de bloqueo y parca,

con drones que patrullan un anhelo,

con leyes que niegan tanto llanto.

Pero el mar insiste, cual Sumud

germinando de una biblia atea:

la que borra   las fronteras de los mapas

ni se  deja sitiar por las  tormentas.

Global y férrea la flotilla se adelanta

sin  vacilar, rumbo a barlovento

promoviendo  fulgores en Kalkiliah,

talvez prorrogando una esperanza.

 

 

 

sábado, 27 de septiembre de 2025

Las barcas


Avanzan, entre las olas , esquivando drones y silencios. Acaso, cuando lleguen a puerto, todavía queden niños para recibirlos. En tanto, en los salones imperiales el Señor de la Muerte grita su empeño ante la sala vacía. Salvo ,claro, los delegados de la obsecuencia y la abyección. Tan voraces, sedientos del hambre ajeno. Cuando la última barca haya llegado a destino quedará franca su estela para estimular nuevas singladuras. Una tras otra, y otras más , hasta el hartazgo. Lejos, tan lejos como nuestra dignidad lo permita.

Plegados: Raquel Pumilla.

viernes, 26 de septiembre de 2025

Tiempo de certezas

(Prólogo  para el libro de la doctora Ivana Barneix Dictadura y Verdad, 2023)

TIEMPO DE CERTEZAS

Armonías del cosmos: cuando este libro gane  la calle se cumplirán cuarenta años desde la creación del Movimiento Popular Pampeano  por los Derechos humanos.

Ahí e hospeda  el filamento de una simetría: no solamente una lisonja a la  efemérides sino también a la obtención de  un inapelable laurel   contra la falsedad. Que no otra cosa impregnó las voluntades de aquellos fundadores. Orientaciones que se prorrogaron en la matriz del  otro colectivo  que enarboló esas banderas en  los  juicios a laSubzona 1, 4.

 Al flujo  de cuyos contextos  germina  esta iniciativa editorial.

En los extremos de tales décadas el mismo dilema: ¿cómo dilucidar esto que asoma con la apariencia de  un crimen perfecto: el asesinato de la realidad consumado por su relato?

No estaría mal, lucubramos, pensar a la verdad como el triunfo del “Ángel de la Historia”. O quizás,  la revancha de los negados.

En los estertores  del siglo XIX la falacia encubrió la masacre con la fórmula de “campañas al desierto”.

Escribas y notorios  representantes  de la generación  del ochenta completaron el discurso expiatorio (tapadera de un formidable negocio inmobiliario) haciendo progresar en la conciencia pública la contradicción “civilización o barbarie”. Abunda la literatura en tal sentido. Uno de estos literatos, afanoso  profanador de tumbas, se adentró en nuestro territorio tras el objetivo  de  mensurar  las quince  mil leguas  y verificar la eficacia del proyecto de limpieza étnica.

Cien años después, el pregón no fue diferente. La modernidad, orden y  organización, la isla  de  paz y la fecundación de esa  teoría , tan tramposa como binaria , de los dos demonios.

Ahí reside la pugna: postulamos a la verdad, concebida por el conocimiento cabal del escenario, los  consensos éticos, elaboraciones espirituales y materiales  de la sociedad. .Incluso,una legitimidad que no descanse en la comodidad de  la apodíctica y se someta a exámenes, científicos y morales, cuando de la defensa de la humanidad dependa su destino. Y en su reverso, una versión maniquea,  maliciosa y corrupta de ese entorno.

Así las cosas la búsqueda de la certeza conlleva, necesariamente, perforar las entrañas de  la mentira. Sus razones, objetivos, estrategias para adulterar nuestra manera de concebir la vida.

Lo postuló Adorno, en los vislumbres, opacos, de una nueva época: impedir  que Auschwitz retorne sobrelleva explorar  sus  intersticios.

Aquí radica el  enorme tributo de la propuesta. Un texto que atesora pulsiones  militantes  con enjundia doctrinaria y procura desentrañar todas las veladuras de la verdad hasta que ésta deje de ser una utopía  convirtiéndose  en derecho. Esto es, bajarla de la pancarta y  pasar a ejercerla.

Recorremos las páginas y experimentamos un legítimo orgullo porque la autora provenga de aquí, del lado pájaro de la utopía, de este solar  de desvelos, de una comarca   dos veces flagelada  por un plan genocida.

En la academia se la reconoce: doctora Ivana Romina Barneix, Secretaria del Observatorio de Derechos Humanos .entre otras responsabilidades.

 Para  nosotros es “Iva”, la muchacha  que vino a enriquecernos con sus aportes, representarnos, impregnarnos con su visión de género y fortalecer la cofradía  del abrazo, fraguado en estos entreveros, feroces, con los apóstoles de la noche más oscura.

La vimos, sus barbijos claros , escudos ante la peste, trocados en  corazas contra los canallas. Tenaz, dilatando evidencias. Describiendo  un sumario del  horror   que incomodó a los exégetas de la obediencia, afiliados a las sociedades de la negación, del olvido, del silencio.

¡Cuarenta años, los mismos que la democracia!

 Aferrados a estos caudales  patrimoniales, nos aprestamos a celebrar la aparición de este compendio de fundamentos y tensiones  ante los cuales no se concibe la indiferencia.

El presente aporte teórico os encuentra, pertrechando  cobijos propicios para la memoria,  Procurando acceder a sus contenidos emancipa torios,  precedentes en la traza de redimir la historia.  Certidumbres, horizontes que conduzcan a la construcción  de un mundo nuevo y mejor, en donde cobijar los sueños.

Bienvenido este tratado.

Sus páginas son alas. Y cuando ese vuelo despierte una emoción en un lector ignoto, toda  vez que  su  presencia propicie una idea auspiciosa, o se lo empuñe como una herramienta de trabajo, constataremos su vigor, Sin urgencias, encaprichados de porvenir,  porque ya sabemos, aprendizajes del medanal, que  el tiempo es el progenitor  de la verdad y la memoria su descendencia.

 

J:C:P

Julio 2023

 

 

 

 

 

 

 

 

 

domingo, 21 de septiembre de 2025

La barca

El muro que abraza el ala sur del Hospital de Zona Lucio Molas ya no es solo concreto: es testimonio.

Allí, donde la vida se defiende día a día, decenas de manos se alzaron con pinceles como estandartes, gritos que se niegan a callar.

Al mediodía, de este domingo 21 de setiembre, la barca estaba lista. No surcará las aguas de Túnez, ni flameará cual   bandera en las calles de Euskal Herria, ni se alzará , proclama airosa,  en las arterias del mundo que se rebela ante la voracidad de la muerte.

Tal vez emprenda una travesía breve, por este océano de arena que llamamos pampa.

Pero su desafío es otro: permanecer anclada en este lugar en que   se lucha por la vida, donde aún persiste la vieja leyenda  que dice que “el silencio es salud”.

Esta barca y sus tripulantes no aceptan esa consigna.

Han venido a izar, en el mástil más alto de nuestra dignidad, una verdad que no se puede ignorar:

Ante el genocidio en Gaza, el silencio, mata.

jueves, 18 de septiembre de 2025

ACERCA DE LOS IMPÁVIDOS


En 1961, en la Universidad de Yale, el psicólogo Stanley Milgram puso en marcha un experimento que estremeció a la comunidad científica. Quería saber hasta dónde podía llegar la obediencia de un individuo frente a la autoridad. El dispositivo era simple: un voluntario, en el rol de “profesor”, debía aplicar descargas eléctricas crecientes a un supuesto “alumno” cada vez que respondía mal. Las descargas eran ficticias, pero el “profesor” lo ignoraba. Lo inquietante fue el resultado: la mayoría de los participantes, pese a escuchar gritos de dolor, continuó obedeciendo órdenes de un científico que los instaba a seguir adelante.

Años después,, en la penumbra del cine Monumental, asistimos al fil m " I… como Ícaro “en el que  Henri Verneuil traslada esa situación al cine. Yves Montand, en la piel de un fiscal, asiste a la recreación del experimento. Como espectador, titubea antes de reaccionar, aun sabiendo que lo que ocurre es inadmisible. El film sugiere una idea incómoda: lo más inquietante no es la maldad del poder, sino la demora de los testigos en interrumpir la crueldad.

Esa  misma   inercia   parece refrendar hoy en la Argentina frente a Javier Milei. El presidente ha hecho de la ofensa un método de gobierno: insulta a adversarios, degrada símbolos, ridiculiza instituciones. A la vez, aplica políticas económicas que descargan un peso doloroso sobre los sectores más vulnerables. En el plano simbólico y en el material, la violencia se vuelve norma.

Y, sin embargo, buena parte de la sociedad tarda en reaccionar. Como los “profesores” de Milgram, se escucha el grito pero se espera que alguien más detenga la máquina. La fragmentación social ayuda: cada grupo cree que la descarga se aplica sobre otros. La autoridad presidencial, envuelta en un aura de legitimidad electoral, cumple el papel del científico que ordena continuar.

El riesgo está a la vista. Si la obediencia se convierte en inercia, si la costumbre anestesia la sensibilidad, el daño se prolonga y naturaliza. El experimento de Milgram nos recuerda que el problema no está sólo en quien aplica la descarga, sino en quienes, al percibir el dolor, eligen callar o esperar.

La enseñanza es clara: la defensa de la condición humana no admite demora. Allí donde el poder convierte el insulto en política y el ajuste en destino, la reacción ciudadana no puede esperar a que otro actúe primero.

 

 

sábado, 13 de septiembre de 2025

“DIGAMOS…”


El concepto de libertad que invoca Milei se presenta como una abstracción unilateral, autoritaria y excluyente. Bajo el ropaje del liberalismo económico, promueve una lógica de impunidad para los poderosos y de sometimiento para quienes no encajan en su esquema ideológico. Su apelación al mercado como único regulador social desestima la política como espacio de deliberación colectiva, niega los consensos éticos que sostienen la convivencia democrática y desmantela toda noción de justicia distributiva.

La “libertad” que proclama no es emancipadora, sino disciplinadora: convierte la diferencia en amenaza y legitima la exclusión de quienes disienten. En su ejercicio, esta libertad se transforma en un dispositivo de jerarquización, donde los otros —los que no piensan igual, los que resisten, los que reclaman derechos— son reducidos a una categoría prescindible, inferior, casi residual.

Cada vez que vocifera “¡Viva la libertad, carajo!”, no está celebrando la pluralidad democrática, sino clausurándola. Su grito no abre horizontes de autonomía, sino que delimita un campo de obediencia. En nombre de la libertad, se erosiona lo que queda de la democracia

sábado, 6 de septiembre de 2025

Elogio del medanal


  

El viento abofetea la pradera. Ráfagas poderosas castigan los surcos hasta desfigurarlos. La erosión afila sus colmillos.

       El  hombre que lastima sus ojos  frente a  esta sublevación de la naturaleza no ve arena. Ese manto sinuoso que se desenrolla caprichosamente entre las lomadas, ese torrente que fluctúa  y pone faldas a los flamantes alambrados, que construye una simetría  ondulante que gratifica la imaginación y acrecienta  el disgusto de los dioses, no es arena.

 ¿Acaso ese muchacho que juega con las palabras, que pretende  de las palabras un oficio, ese muchacho, digo, que responde al nombre de Ricardo Nervi, se atreverá algún día a describir, a explicar, qué es esta marea desenfrenada, este atolondramiento  de los sentidos, esta promesa flagelada, a la que muchos - probablemente por costumbre u ocio - se empeñan en describir de una sola manera?

sábado, 16 de agosto de 2025

LAS BABAS DEL DIABLO



Cuatro miradas

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A Ian Moche

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Sergio Larrain, Leica en mano, recorre con parsimonia los senderos de Notre Dame y en uno de sus intersticios la lente se demora  para capturar  un momento único, pecaminoso. Talvez, una herejía insolentando la sacrosanta solemnidad del lugar.

Larrain transfiere  a Julio Cortázar la escena y pormenoriza el registro de una pareja teniendo sexo.  Furtivo, fugaz,  ausente de amor. Quizás  solo lascivia y desafío.

Cortázar desenfunda  su lettera  22, estimulado por  la precisión del relato de su amigo y la ambigüedad   de la Leica.

Escribe, y al hacerlo despierta la curiosidad de Antonioni que decide que lo que ha visto Larrain puede ser  un crimen. Una cuchillada silenciosa  en el desolado parque de Blow Up.  Un enigma que desafía la realidad y los instintos. Acertijo que el diafragma aumenta  a medida que los fotogramas avanzan.

Lo de Michelangelo es  un homenaje a Julio . El argentino anclado en París, que desanda ,desde el interior de Las  Armas Secretas,  un  contexto  más abyecto. Un cotidiano relato donde el dominador  somete con lujuria a un desamparado. Un chiquillo, si se quiere un niño,  indefenso, desalojado de la justicia.

El poder se solaza en su dominio Afila sus colmillos mientras un hilo de baba se prorroga  y  escabulle sin pudor por las comisuras de sus labios.

El sujeto que consagra su vileza  sometiendo a una  criatura  indefensa y lo arroja  al escarnio público, congela  un film que se repite. La dilatación del ejercicio cruel de la violencia simbólica que probablemente   admita una cuarta contemplación.

Quien quiera ejercerla  lo hará,  apenas pose la mirada en una cuenta de twitter, digamos. O repare en las vociferaciones que se propagan desde este infatigable Ministerio del Odio. Una vocería  que alimenta con fruición   sus propias salivas.

Reiterada circunstancia que Larrain no podrá captar  al abreviar    una  despedida en Tulahuén.

Y  también  porque, si viviera, el Señor  de las Viscosidades, le hubiere estallado el cráneo por su osadía.

 

 

 

martes, 5 de agosto de 2025

Idiotas



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Si la conducta y el discurso de un hombre dejaban de ser políticos, se volvían idiotas: egocéntricos, indiferentes a las necesidades de su prójimo, inconsecuentes en sí mismos".  Christopher Berry en su libro "La idea de una comunidad democrática".

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Fermín, nuestro primer nieto, cuando apenas podía alzar la mochila para ingresar a segundo grado, aseguraba, sin titubeos, que Sid es “un nene de porquería".

El recuerdo aflora a destiempo, cuando ya estaba avanzado el borrador de un pensamiento sobre los extraños, inexplicables- comportamientos de una porción de la sociedad   que se reputa como mayoritaria.

No lo es, porque las estadísticas son jactanciosas y parciales, estimuladas por la ideología de sus precursores.

Sid es Sid Phillips, el idiota, niño vecino de Andy en la creación de Toy Story. Es conocido por su comportamiento sádico hacia los juguetes, a los que desmembra y transforma en criaturas grotescas, solo por diversión.

Como si no bastare para los creadores de Disney el niño que destruye juguetes, tiene por mascota un perro al que le adjudican las mismas patologías. Menos mal que todos sabemos que los Bull Terrier son animalitos tan deliciosos como faltos de malicia.

A manera de exorcismo buscamos en los estantes de la biblioteca un paradigma para contrarrestar. Un ejemplo reparador para contar a Iana, la última nieta, a la hora de ir a dormir.

 

 

 

Lo encontramos, algo ajado y polvoriento. Es "El Idiota", de Fiódor Dostoyevski, que desanda la historia del príncipe Myshkin, un hombre considerado "idiota" por su bondad y falta de ambición en el mundo corrupto de San Petersburgo. Él se ve envuelto en un complicado triángulo amoroso con Nastasya Filippovna, una mujer atormentada, y Aglaia Epanchina, quien lo ama románticamente. La novela explora temas como la inocencia, la corrupción, la naturaleza humana, la fe y el sufrimiento, a través de las interacciones de Myshkin con varios personajes y sus luchas internas.

Dostoyevski analiza la dualidad del ser humano, mostrando alternativamente su capacidad para la bondad como para la maldad.

Es el tema central en la novela, con Nastasya Filippovna como su encarnación y la frase "la belleza salvará al mundo" resonando a lo largo de la historia.

¿Cuál es el mensaje de la obra El idiota?

El idiota confía en dominar y trascender la inherente miseria de su condición humana.

 

Muy a nuestro pesar, contrariando búsquedas de nuevas lecturas recomendables, verificamos en otros volúmenes del mismo nivel, que los idiotas abundan.

Por ahí desfilan Jean-Paul Sartre con "Elogio de la estupidez y otros textos sobre idiotas", y Thomas Erikson con "Rodeados de idiotas". Además, Juan Luis Cebrián explorando el concepto en su libro "Caos. El poder de los idiotas". 

Se trata de un apasionante ensayo que aborda el desbarajuste en el que se encuentra el mundo, debido a los cambios tecnológicos, geopolíticos, económicos y las nuevas formas de convivencia de nuestro tiempo.

Según el autor la desaparición del antiguo orden mundial que emergió en los años cuarenta ha dado apertura a un nuevo e imprevisible desorden. En cualquier lugar de la Tierra abundan las protestas contra el imperio establecido.

Su lectura no deja espacios jubilosos. Menos mal que en la otra repisa habitan por esas rimas del cosmos, Dostoievski junto a Gramsci y otros salvavidas. Desde su eterna celda el maestro italiano se demora en la tipificación cerca de los idiotas (ni siquiera sobre la estupidez que, aunque distintos, suelen tener las mismas implicaciones éticas).

Repasamos sus páginas que nos esclarecen con una reflexión en tanto orígenes y consecuencias de la idiotez. Argumenta, el autor de “Odio a los indiferentes”, que la clase dominante mantiene su poder no solo por la fuerza, sino también a través de la hegemonía cultural. Este predominio implica el control de las ideas y valores que circulan en la comunidad.  Puede llevar a que las personas acepten pasivamente las estructuras de dominio existentes, incluso cuando contradigan sus necesidades.

Aguijoneados por Gramsci nos vamos del brazo con el filósofo y sociólogo alemán Theodor W. Adorno, que sostiene que este tipo de patología  no es simplemente una falta de inteligencia, sino una cicatriz que surge de la represión y el terror. 

Y dice más, de cómo esta interrupción deja marcas profundas en el individuo y en la sociedad. Su reflexión, escrita en 1969, acaso nos socorra para entender las dinámicas de la opresión y la resistencia

Nos hace falta esta asistencia. Sin ir más lejos porque este texto de contingencia, en coautoría con una biblioteca que se resiste a envejecer y un servidor de internet cada vez más concurrido, surgió ante una visión que inquieta, nos deja perplejos, nos desafía:

Vemos, en los noticieros, un sujeto extravagante, babeante de odio que maltrata a los desamparados impostando la voz, fingiéndose ventrílocuo. Digamos. Mientras lo hace zamarrea histéricamente a un muñeco en su falda en tanto desgrana, como una marioneta pueril, una monótona cantinela, tan perversa como escatológica.

La escena, rematada por un coro de adulones festejando.

Idiotas, en el estado más alto de pureza.

Idiotas, doblemente idiotas, en su maligna teatralización de la crueldad.

Resulta arduo describirlos.  Quizás, en este aprieto, nos auxilie aquel axioma de Fermincito acuñado hace más de dos décadas.

 

 


 [JP1]

ABRAZO, AHÍ

Hoy Pablo Grillo cumple años, y su nombre se vuelve más que un recuerdo: es presencia viva. Su mirada —esa que alerta y sostiene— atraviesa ...