Prospera el
bajel entre resacas
como un verso desafiando la borrasca,
con pan y
empeño, con Knafeh y agua,
comparecen, alzando
esos cordajes.
Por ahí flamea una proclama airada
en lo más
empinado de los puentes.
A esa altura
se expone sin reparos
la dignidad de
un mundo que, insumiso
va contrariando
cercos de silencio.
ante
lacayos que bajan la mirada.
Son balandras
de carne y sueño.
Sublevadas, por el
grito de las madres,
o esas lágrimas huérfanas de sol,
de humo y de escombro, sepultadas.
Y del otro
lado el muro expresa,
un texto arcaico
de bloqueo y parca,
con drones
que patrullan un anhelo,
con leyes
que niegan tanto llanto.
Pero el mar insiste,
cual Sumud
germinando de
una biblia atea:
la que borra las
fronteras de los mapas
ni se deja sitiar por las tormentas.
Global y
férrea la flotilla se adelanta
sin vacilar, rumbo a barlovento
promoviendo fulgores en Kalkiliah,
talvez prorrogando
una esperanza.
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