martes, 5 de agosto de 2025

Idiotas



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Si la conducta y el discurso de un hombre dejaban de ser políticos, se volvían idiotas: egocéntricos, indiferentes a las necesidades de su prójimo, inconsecuentes en sí mismos".  Christopher Berry en su libro "La idea de una comunidad democrática".

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Fermín, nuestro primer nieto, cuando apenas podía alzar la mochila para ingresar a segundo grado, aseguraba, sin titubeos, que Sid es “un nene de porquería".

El recuerdo aflora a destiempo, cuando ya estaba avanzado el borrador de un pensamiento sobre los extraños, inexplicables- comportamientos de una porción de la sociedad   que se reputa como mayoritaria.

No lo es, porque las estadísticas son jactanciosas y parciales, estimuladas por la ideología de sus precursores.

Sid es Sid Phillips, el idiota, niño vecino de Andy en la creación de Toy Story. Es conocido por su comportamiento sádico hacia los juguetes, a los que desmembra y transforma en criaturas grotescas, solo por diversión.

Como si no bastare para los creadores de Disney el niño que destruye juguetes, tiene por mascota un perro al que le adjudican las mismas patologías. Menos mal que todos sabemos que los Bull Terrier son animalitos tan deliciosos como faltos de malicia.

A manera de exorcismo buscamos en los estantes de la biblioteca un paradigma para contrarrestar. Un ejemplo reparador para contar a Iana, la última nieta, a la hora de ir a dormir.

 

 

 

Lo encontramos, algo ajado y polvoriento. Es "El Idiota", de Fiódor Dostoyevski, que desanda la historia del príncipe Myshkin, un hombre considerado "idiota" por su bondad y falta de ambición en el mundo corrupto de San Petersburgo. Él se ve envuelto en un complicado triángulo amoroso con Nastasya Filippovna, una mujer atormentada, y Aglaia Epanchina, quien lo ama románticamente. La novela explora temas como la inocencia, la corrupción, la naturaleza humana, la fe y el sufrimiento, a través de las interacciones de Myshkin con varios personajes y sus luchas internas.

Dostoyevski analiza la dualidad del ser humano, mostrando alternativamente su capacidad para la bondad como para la maldad.

Es el tema central en la novela, con Nastasya Filippovna como su encarnación y la frase "la belleza salvará al mundo" resonando a lo largo de la historia.

¿Cuál es el mensaje de la obra El idiota?

El idiota confía en dominar y trascender la inherente miseria de su condición humana.

 

Muy a nuestro pesar, contrariando búsquedas de nuevas lecturas recomendables, verificamos en otros volúmenes del mismo nivel, que los idiotas abundan.

Por ahí desfilan Jean-Paul Sartre con "Elogio de la estupidez y otros textos sobre idiotas", y Thomas Erikson con "Rodeados de idiotas". Además, Juan Luis Cebrián explorando el concepto en su libro "Caos. El poder de los idiotas". 

Se trata de un apasionante ensayo que aborda el desbarajuste en el que se encuentra el mundo, debido a los cambios tecnológicos, geopolíticos, económicos y las nuevas formas de convivencia de nuestro tiempo.

Según el autor la desaparición del antiguo orden mundial que emergió en los años cuarenta ha dado apertura a un nuevo e imprevisible desorden. En cualquier lugar de la Tierra abundan las protestas contra el imperio establecido.

Su lectura no deja espacios jubilosos. Menos mal que en la otra repisa habitan por esas rimas del cosmos, Dostoievski junto a Gramsci y otros salvavidas. Desde su eterna celda el maestro italiano se demora en la tipificación cerca de los idiotas (ni siquiera sobre la estupidez que, aunque distintos, suelen tener las mismas implicaciones éticas).

Repasamos sus páginas que nos esclarecen con una reflexión en tanto orígenes y consecuencias de la idiotez. Argumenta, el autor de “Odio a los indiferentes”, que la clase dominante mantiene su poder no solo por la fuerza, sino también a través de la hegemonía cultural. Este predominio implica el control de las ideas y valores que circulan en la comunidad.  Puede llevar a que las personas acepten pasivamente las estructuras de dominio existentes, incluso cuando contradigan sus necesidades.

Aguijoneados por Gramsci nos vamos del brazo con el filósofo y sociólogo alemán Theodor W. Adorno, que sostiene que este tipo de patología  no es simplemente una falta de inteligencia, sino una cicatriz que surge de la represión y el terror. 

Y dice más, de cómo esta interrupción deja marcas profundas en el individuo y en la sociedad. Su reflexión, escrita en 1969, acaso nos socorra para entender las dinámicas de la opresión y la resistencia

Nos hace falta esta asistencia. Sin ir más lejos porque este texto de contingencia, en coautoría con una biblioteca que se resiste a envejecer y un servidor de internet cada vez más concurrido, surgió ante una visión que inquieta, nos deja perplejos, nos desafía:

Vemos, en los noticieros, un sujeto extravagante, babeante de odio que maltrata a los desamparados impostando la voz, fingiéndose ventrílocuo. Digamos. Mientras lo hace zamarrea histéricamente a un muñeco en su falda en tanto desgrana, como una marioneta pueril, una monótona cantinela, tan perversa como escatológica.

La escena, rematada por un coro de adulones festejando.

Idiotas, en el estado más alto de pureza.

Idiotas, doblemente idiotas, en su maligna teatralización de la crueldad.

Resulta arduo describirlos.  Quizás, en este aprieto, nos auxilie aquel axioma de Fermincito acuñado hace más de dos décadas.

 

 


 [JP1]

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