sábado, 27 de septiembre de 2025

Las barcas


Avanzan, entre las olas , esquivando drones y silencios. Acaso, cuando lleguen a puerto, todavía queden niños para recibirlos. En tanto, en los salones imperiales el Señor de la Muerte grita su empeño ante la sala vacía. Salvo ,claro, los delegados de la obsecuencia y la abyección. Tan voraces, sedientos del hambre ajeno. Cuando la última barca haya llegado a destino quedará franca su estela para estimular nuevas singladuras. Una tras otra, y otras más , hasta el hartazgo. Lejos, tan lejos como nuestra dignidad lo permita.

Plegados: Raquel Pumilla.

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