jueves, 5 de julio de 2012

El día de los Gloster


No fueron pocos los que percibieron, con cierto sobrecogimiento, el lejano bramido crispando el amanecer de Bernasconi. Pero la incertidumbre demoró al menos una hora más en disiparse.

Fue el tiempo que un productor de la zona, tras vencer su recelo, invirtió para aproximarse a un tramo de la ruta nacional 35, situado a dos o tres kilómetros de la entrada al poblado. Allí no tardaría en establecer el origen de la alteración mañanera.

Momentos antes un fuerte ruido había atraído su atención y la extrañeza transformada en alarma al observar precipitarse en su chacra un objeto plateado de considerable tamaño.

Al atravesar la alambrada la visión de la carretera mudó en asombro su curiosidad: en el lugar, alineados al costado de la banquina, cuatro enormes aviones con sus respectivos pilotos aguardaban a la espera de auxilio.

Prontamente, con inocultable deleite, el hombre de campo daría cuenta del episodio al comisario y lo refrendaría más tarde hasta el hartazgo a quien se le cruzara. Al parecer uno de los aparatos, con destino a la Base de Punta Indio, había quedado sin combustible obligando a un descenso forzoso del conjunto. La ejecución de esta maniobra impuso la necesidad de arrojar preventivamente los tanques de aprovisionamiento.

La especie se dilató hacia todos los confines en aquel intenso verano y no fueron pocos a los que se les antojó relacionar las aprensiones del chacarero con las turbaciones que, veinte años antes, Orson Wells generaba en su audiencia de La Guerra de los Mundos.

Si hasta las imprecisas crónicas posteriores de la radio de Bahía Blanca no habrían escatimado elementos para establecer, con cierta sorna, estas analogías.

Empero, aunque desde otra consideración, el miedo podía tener sustento: cuatro aviones de la misma dotación habían sido protagonistas centrales de los bombardeos a Plaza de Mayo tan solo tres años antes, el 16 de junio de 1955. Una vileza que aún sigue impune.

Pero no hubo aquí, en la sobresaltada campaña pampeana, corolarios luctuosos. Al contrario.

Fue una jornada de fiesta. Los escolares no asistieron a clases y el ausentismo en los lugares de trabajo fue notable. Camiones, tractores y diversidad de vehículos llegaron hasta el lugar de las expectaciones procedentes de diversos puntos del departamento Hucal.

Los aviones Gloster Meteor, sus pilotos y el chacarero –en ese orden- se constituyeron en los focos de un interés que no decreció en ningún momento. Es que los contingentes se fueron renovando hasta promediar la tarde en que, procedente de la base de Puerto Belgrano, llegó un camión cisterna para cumplimentar la tarea de abastecimiento.

Pero sin lugar a dudas el momento de mayor excitación fue el que fraguó el despegue de los aparatos. Ordenados en la ruta de tierra se elevaron uno tras otro ejecutando un pronunciado giro hacia el Este apuñalando el firmamento. La algarabía de los concurrentes en la despedida apenas fue disipada por el tronar de las turbinas.

Luego, un absoluto silencio y quizás un dejo de tristeza por el retorno a una previsible rutina. Sin embargo ya nada sería igual en las tertulias vecinales de las semanas venideras por el predominio de lo acontecido.

Cuando el último Gloster se perdió en el horizonte y se ponía de relieve la dificultad colectiva para exteriorizar sus emociones alguien se atrevió a quebrar el mutismo con una casi inaudible musitación: ¡Qué bien manejan!





 
De la plaza

a la rotonda



En virtud de la onerosa deuda externa inconvertible que Inglaterra había contraído durante la Segunda Guerra Mundial, durante el gobierno del general Juan Domingo Perón la Fuerza Aérea Argentina adquirió 100 Meteor MK IV. Cuatro de ellos (integrando una escuadra de otros veintiocho aviones, de otras características, de la FAA y la Aviación Naval Argentina) protagonizaron, el 16 de junio de 1955 el bombardeo a la Plaza de Mayo que produjo centenares de víctimas civiles, entre ellos un numeroso grupo de escolares que visitaban Buenos Aires.

Durante la defensa de la capital se registró un combate aéreo entre una escuadrilla de interceptores Meteor leales al mando del teniente primero Juan García (volando el Meteor matrícula I-039), teniente primero Mario Olezza (I-077), 1er.teniente primero Osvaldo Rosito (I-090) y el teniente Ernesto Adradas (I-063), frente a las máquinas Rebeldes AT-6 Texan, pilotadas por el teniente de Corbeta Máximo Rivero Kelly (en el Texan matriculado 0342/3-A-29) y el guardiamarina Armando Román (0352/3-A-23). El combate se promovió a baja altura sobre el Aeroparque Metropolitano Jorge Newbery y el Río de la Plata, cayendo abatido el Texan de Román bajo los cañones de Adradas. Román pudo saltar en paracaídas precipitándose al río y Adradas logró el primer derribo de la FAA y el primer derribo de un reactor en el Continente Americano.

Los Meteor agresores se dirigieron a Uruguay tras el fracaso del intento sedicioso hasta el éxito de la llamada Revolución Libertadora ese mismo año. Los aviones siguieron prestando servicio duante años, hasta que fueron retirados.



PEDESTAL

SANTARROSEÑO

Progresivamente los Gloster fueron raleados de servicio siendo distribuidos a distintos puntos del país con fines didácticos, ornamentales o de exhibición. Un inventario del Ente Nacional para la Aviación Civil, sostiene con relación al aparato establecido en la rotonda Norte de Santa Rosa: " C-019: asignado al ENAC en proximidades del Aeroparque, tras ser desactivado el 12/05/71. El C-019 fue expuesto brevemente en el predio ferial de Palermo, para luego ser enviado definitivamente a Santa Rosa, La Pampa, ubicado sobre un pedestal en uno de los accesos de la ciudad, luciendo su esquema táctico original. A 2005, tiene la matrícula ficticia I-021 y una coloración marrón claro, con un vergonzoso estado de abandono..."



No hay comentarios:

Publicar un comentario

ELOGIO DE LA LUCHA

  Unas palabras iniciales para el libro de Federico Martocci y Pablo Volking, "La HuelgaAgraria de 1919", primera ediciójn de La T...