jueves, 12 de diciembre de 2024

A cONTRALUZ

ESTUDIANTES PAMPEANOS CREARON LA PRIMERA FOTONOVELA SOBRE LA NOCHE DE LOS LÁPICES.



 

MENOS MAL LOS PIBES

"...Están allí mis hijos, mis hermanos
mis nietos de un futuro, desahuciado.
… escribo mis pancartas, las levanto
y me subo a sus sombras, hasta abrazarlos..."

Leemos: en el Hades, los muertos no conservan recuerdos de su vida anterior porque han cruzado el Olvido, el límite del retorno.

Menos mal que están, para vencer  la amnesia,  ellos.

Pibas, pibes que recuerdan. Mejor aún, moceríos desobedientes e insobornables, con memoria. Heredada, porque esos relatos  y reminiscencias provienen de otra época. Quedaron impregnados en las paredes, en las  estigmas   de una calle  adoquinada,  en las arrugas   de un rostro  que espera, en los manteles donde sobra  un plato, o dos, o todos, Ausencias  que duelen y sublevan.  Una falange del  tiempo en el que  el Leviatán sentó sus reales alterando  todo: subvertir la lógica de la existencia hasta alterarla: por caso, que los hijos mueran antes que sus padres.

¿Otra  época?

Los chiques que nos convocan a esta maravillosa iniciativa, irrumpen a contramano de las directrices  que imponen los dómines del sentido común. Muchos de ellos alzan pancartas reclamando justicia, o presupuesto. Otros añoran la tibieza de un abrazo fraterno porque el  abuelo  de las caricias se retrasa en regresar   al hogar. La  mitad se irá a dormir con la panza vacía  y los restantes avanzan  a tientas, navegando por los avatares de esta tormentosa, peligrosa, incierta singladura que en la asepsia de los manuales se reputa como realidad.

Esta fotonovela alivia, rejuvenece la orientación de la esperanza, se afianza en el legado de libertad, justicia y futuro que  esa monumental parcela de jóvenes, cuyo vacío se evidencia en los padrones, nos dejara.

Uno de nuestros maestros, Nervi, solía decirnos que, enfrentados a instancias  espinosas, al tigre  afgano se lo caza con el lebrel afgano.

Estos muchaches  de ahora no conocieron a Ricardo, pero replican esta sabiduría en sus realizaciones. Primero los retratos, ahora los fotogramas y la dramatización. Lenguajes remozados para acceder a conciencias lozanas  y refrescar a los mayores la importancia de no desdeñar los recursos, sino ideologizarlos tras el objetivo de urbanizar nuevos paradigmas.

Impedir que la historia se repita como tragedia, honrar la lucha y a los luchadores, romper  el silencio, proteger  a los pájaros  caídos.

Ya lo hemos dicho pero insistimos: la memoria como redentora de la historia. Un magisterio de ofrendas sin jactancias. Esa es la remembranza  que nos gusta, la que sirve para construir cosas nuevas. En ella  nos refugiamos, a su  amparo nos defendemos, con esa memoria  en ristre   avanzamos al porvenir con el afán de  calibrar – tal cual lo hicieran los rebeldes de la generación inmolada  -cuánto nos falta hasta  pellizcar, nuevamente,  el cielo con los  dedos.

Noches, lápices y aquí, exorcizando la oscuridad, soles.

Germinales  desenfadados, galácticos.

Se despliegan  luminosos  entre nosotros cada vez que promovemos  la alborada  de estas  páginas.

Amanecen en nuestro firmamento desbordados de luz.

Obcecados, esculpiendo  la melga de renovados  horizontes.

Vienen del otoño, soles primavera.

 

Juan Carlos Pumilla

Noviembre 2024

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

miércoles, 6 de noviembre de 2024

Florita

 



Los altavoces del predio del Club Pampero de Guatraché filtraban las albricias de la tarde estival y realzaban las trovas criollas de Saúl Huenchul. Décimas  subrayando las habilidades paisanas en esa jornada de destrezas.

Por la noche el tono del payador se sosegaría seduciendo a los asistentes de la vieja casa de Cultura con unos versos alejandrinos que nuestra memoria aun contiene.

Saúl echó atrás el ala de su sombrero en un implícito homenaje al Bardino y completó la articulación con un saludo mudo a un amigo entre el público.

Guillermo Herzel encumbró su brazo respondiendo, pero interrumpió la cortesía porque en ese momento descubrió a Florita refugiada en las protecciones de la fronda.

Mientras caminaba hacia ella Guillermo lucubraba acerca de  lo contento que se pondría Juan Carlos Bustriazo Ortiz cuando le comunicara sobre esa presencia.

Resulta ocioso presentar a Juan Carlos. Conoció a Florita en la pensión “Dos Picos”, esa que está a pasos de las vías. Ambos se cruzaban en los pasillos saludándose con circunspección e intercambiaban  consideraciones mundanas en el almacén  de Dayup.  Desde ese instante él se sintió profundamente atraído, no obstante  jamás se atrevió a confesarle esos sentimientos. Ni siquiera en los bailes donde la belleza de la joven iluminaba los galpones y el bandoneón de Godo tornaba  propicia la  relación. Pero Juan no bailaba.

Ella abanicaba  sus pestañas y él sentía la brisa.¡ Ni qué hablar de los fulgores de sus ojos claros abrasando su corazón!

Guillermo avanzó  hasta  nosotros y  en su semblante se acentuaba el júbilo. Sin preámbulos tocó el hombro del poeta para notificar que  Florita quería saludarlo. Mirta y Raquel palmearon  sus espaldas con entusiasmo y voces de aliento. Tan emocionadas y felices como  él que ahora se dilataba  en la hilera de eucaliptus desandando cuarenta años de ausencia.

Hubo un apretón de manos y dos sonrisas.

Huenchul dejaba  constancias  del singular tranco  pasuco de un tordillo que despertaba  las delicias de entendidos y profanos.

Espectadores de un momento único, e irrepetible, no quedó  pincelada alguna que fuera indiferente.

Florita perseveraba  esbelta y hermosa, igual que lucía  en la fotografía que un profesional  del oficio, tal vez Juan José Gozza, tomara en su juventud. Hasta su cabello, prodigio del Koleston, permanecía inalterable. Sus mejillas, cual  piel de una manzana madura, delataban el tiempo transcurrido pero, contrariando  sus designios, acentuaban  su encanto.

Se movían y las hojas crujientes ejecutaban una sinfonía  a cielo abierto. Él se atrevió a liberarla  de una ramita imperceptible  de sus hebras  y ella sacudió una ilusoria   brizna del pecho   del camisaco pardo que esa misma mañana Mirta había planchado con esmero.

Florita, recostada contra el tronco del árbol plegó su  pierna para forjar un cuatro perfecto. Juan agitó los brazos, tal cual si volara.

Parecían pájaros.

Acaso lo fueran.

Florita, Florentina Pukemeier hoy se prorroga en la evocación de su sobrina Silvia.

Juan, en  la nuestra.

Luego, cuando las copas de los árboles promovían sombras alargadas, en estos dominios de la Rubia Espesura, sobrevino  un abrazo moroso y un adiós al que le sobraron palabras.

Ya se me apaga la copla,
brasita violeta del atardecer.
El aroma de la tierra,
ramito de ensueño, se vuelve mujer…”

 Cuando retornó del encuentro, radiante, blandiendo una sonrisa de campeonato,  Milodón,Flamenco B ustriz,   Búho Nictálope, Linyera trashumante,  se abstuvo de exponer pormenores  superfluos.

Salvo la  médula  de un diálogo tan mínimo como esta historia  que exhumamos de nuestros recuerdos, por si acaso el olvido:

-Sabe Florita que yo estaba enamorado de  usted.

Un  concierto carmesí inauguró  una  comparsa en sus pómulos

-¿Quiere que le diga una cosa Juan?, yo sentía lo mismo.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

sábado, 26 de octubre de 2024

Rebelde con causas


                                                                NORBERToO RIGHI

            Norberto Righi es un sujeto provocador y obstinado (“es que me estoy poniendo joven”). Portador de ideas fuertes y fijas enfrenta a la asamblea de escritores  con un brulote que inquieta o  escandaliza. Todos se vuelven en su contra y el poeta arguye con ardor e ironía. Constituyen un encanto sus juegos dialécticos. Y es otro lujo la batería de refutaciones que en bloque emergen del seno de una reunión cada vez  más caldeada, cada vez más cerca del abismo. Norberto no da tregua ni la pide. Ni se la dan. Cae el sol y la noche presagia agorerías que parecen disiparse cuando  se escucha con alivio un reclamo candoroso:

            -¿Pero es que nadie me va a preguntar si no he cambiado de opinión?

            Flores de albricias se entreabren para aceptar el convite. Pero Norberto no ha concluido:

            -Pues no. Para nada he cambiado de opinión.

viernes, 11 de octubre de 2024

ACERCA DE LOS APRENDIZAJES



La Universidad de La Plata es un hervidero de ideas y tensiones. Laicos y libres acarrean sus diferencias hasta la frontera del peligro. Todos auguran días aciagos y no quedan lugares para los tibios. El padre de Julio Colombato apoya una mano en el hombro de su hijo y con la otra le entrega un Smith & Wesson del treinta y ocho , cañón corto. Le dice: nunca lo saque, pero si debe hacerlo úselo bien...
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Julio Colombato acude al despacho de Alfredo Palacios atormentado por el peso de la leyenda que ya es el presidente de la Universidad y el senador nacional de leyes que causan revuelo. Desde su figura enjuta el hombre hace gala a su fama de gigante. Habla de la necesidad de integrar el interior a los contenidos de la enseñanza y explica las razones que lo llevaron a trabajar con Ricardo Levene en un libro sobre la historia de la economía argentina. El convite había sido para una charla, pero es puro monólogo que el estudiante no osa quebrar. Sólo al final, insuflado por la fogosidad del orador, vence su timidez y se atreve a manifestar su preocupación por los rumores de un inminente ingreso de la policía a la Universidad. “Quédese tranquilo, responde Palacios, mientras yo siga al frente aquí no pasa nadie...”
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(Del libro "Viejos, tras un retazo del olvido")

jueves, 26 de septiembre de 2024

El grito de la tierra


 PROTOCOLO

PARA LA DEFENSA

 Lo sostuvo el viejo Brecht, a modo de advertencia, en la alborada de  la noche  más oscura. Acaso recordando una rutina despiadada  de los dominadores a través de los siglos.

  Repasemos: primero vinieron por los bienes espirituales, invadieron los templos, destruyeron los códices,  luego los cantos y la lengua, más tarde la  conversión o la muerte.

 A continuación la construcción de una narrativa exculpatoria disimulando  el saqueo ,  tras una prédica falaz  que habla de épica  y libertad.

Al final, se llevaron el oro.

La historia se repite, dos veces,  evangelizó  el otro viejo.

Desde el subsuelo del tiempo  hasta ahora la cultura es el objeto maldito de la historia.  El blanco  precursor de todo lo demás.

Aquí está  la clave de la articulación que nos congrega y hermana.

La manufactura de una  estructura tutelar    a fin de  fundar  defensas  propiciando  avanzadas.

Acaso no hagan falta arquitectos. Bastan los ejemplos.

Habita aquí la razón de estas presencias. Dos mujeres luchadoras, hermanadas en un origen y un destino común: de las hachadas al canto y la poesía.

Teresa Pérez  la Negra Alvarado; retratarlas resulta una obviedad.

Corajudas, perseverantes, representativas de la comarca que nos cobija.

Saben de la  lucha pues  es ella la que signó todas sus vidas.

Del desamparo, niñas, crecieron en obrajes donde la felicidad es tan avara   que volver a  invocarla parece una blasfemia.

De la injusticia, porque fueron espectadoras privilegiadas de la explotación del hombre.

Ni que hablar  de la soledad, sus ojos hundidos en la inmensidad  de  un horizonte inagotable.

De ellas aprendimos que el macho del caldén es el más duro , que no es lo mismo mirar que ver y que es  poesía el olor a pan horneado o tierra mojada.

Una aprendió el mensaje que porta la cruz del águila y otra descubrió la alegría  en el sonido de una armónica , lejana, reverberando  al final de una  melga impiadosa y feroz que no otorga respiros.

Magisterios   del monte espeso.

Ambas saben de los gozos simples e imperecederos.

La  que corporiza  el tajo   definitivo  al último   tronco del  día. Faena  que preludia  la inminencia del mate  cocido de la noche en el fogón que alumbra los rostros entrañables.

Y algo más, catequesis del bosque que comparece, didáctica, en  estos días tan  inciertos. Una enseñanza, elemental  y concluyente, que viene de la tierra y sus hacheros: para frenar al fuego no hay como las picadas.

Resulta  eficaz   el modelo, Aprender de esta escuela inagotable del caldenar. insistir en lo que mejor sabemos y entendemos.

Juntarnos, por ejemplo.

Cantar, decir, apelar a la  Diuca Morisoli  haciendo crecer  el nuevo día. Resistir  en la trova  y alzar los diapasones para no olvidar.

ni silenciar…

...ni ignorar.

Que ninguna persona es una isla y se salva solo.

Tener presente que  quizás ahora mismo haya un niño  Tejada vagando por la calle.  Un niñe, un  millón de ellos que  irán  a dormir con  la panza vacía.

Nos emplazamos aquí orientados a  impugnar  los costados más crueles de esta realidad, persuadidos de la vigencia, la necesidad de una  canción de cuna  que nos cobije  y proteja.

Convertir  la memoria en una herramienta redentora de la historia.  

Para no desconocer que   ya hubo -en este   territorio de desgajos- forajidos que primero le  robaron la guitarra  al Tucho e hicieron lo mismo con la del Fueguito. Igual al  Sapito, ay…

Lagrimeó el Chiquito con la ausencia de la suya  y por ahí  anda, apuñalado, el  instrumento que se atesora  en la casa del Pelusa. Llora Laurita con su congoja a cuesta,  por el pillaje del legado  de su padre…

Y sin  embargo estamos aquí perseverando  en el canto.

Nos faltan esos instrumentos pero sus vibraciones persisten, tal cual este vocerío coral que hoy nos acompaña.

Ahí germina el desafío, perdurar en la tarea  apelando a las raíces en tanto  construir cosas  nuevas.

Por caso: ensambles lanzados  al  viento  con la sexta en Re.

En fin: una proclama tenaz que se eleve en las térmicas de esta primavera

Una huella de ida, copla empecinada, a  viva voz,  labrando  surcos hasta mojarle la oreja a este porvenir tan arisco.

viernes, 20 de septiembre de 2024

Procedimiento


Cuando le sonreí se tranquilizó. Extendió su brazo sin alzar la vista Dije: “está bien, andate”. Examiné su espalda algo encorvada y me detuve en la nuca. Tenía una mancha de nacimiento. Apunté.

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De la serie inédita Microrelatos de 33 palabrqs.
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Foto: : Leandro Teysseire

domingo, 1 de septiembre de 2024

¡AGUANTE LA POESÍA!




 La primera  aspa sucumbió una aciaga jornada de los noventa, pero a nadie le importó…

…………………..

Ahí estaba, acariciado por las brisas de  un siglo  perturbado. Incongruente en pleno centro, girasol de metal contrariando los afanes de la pretendida modernidad de la aldea

Estoico ante los vientos de la historia, referencia para desorientados, soportó con hidalguía las turbulencias y caprichos de las térmicas.

Y luego, el segundo  desgajo. Desde allí se fue deshojando hasta la tarde de esta semana en que nuestra mirada no fue  objetada por  ningún elemento que interrumpiera el horizonte.

Antes de eso fuimos constatando sus ausencias, acaso compelidos por una premonición funesta.

Cuando el último hierro fue vencido se acrecentó la responsabilidad de los recuerdos.

Cosas de la vida.

Menos mal el poeta, entrañable e insustituible.

Recién llegado de Doblas Marcelino Catrón le cantó, embelesando una noche en la primavera de COARTE.

Eran días de pan y vino…

Luego, lo que ya sabemos. En alguna cueva llora el peludo Valentín.

Y menos mal Susana Bienko que supo atesorar ese registro –dedicatoria del autor  incluida-,  en una articulación de contraolvido para que nadie se ilusione en que hemos perdido la memoria.

Ahí va, quizás convocando a algún cantor que lo esparza en nuevos aires:

 

UN MOLINO

Avenida Pedro Luro

Entre Irigoyen y Lagos

Hecho un ovillo de vientos

El molino está girando

 

Desde lejos lo imagino

helicóptero con zancos.

Tiene cabeza  de rondas

y colita de pescado

 

Un lugar en Santa Rosa

de paso casi obligado,

y estoy seguro que pocos

se detienen a  mirarlo

 

¡Si habrá pasado agua fresca

por el hueco de sus caños!

Me gusta que esté el  molino

entre Irigoyen y Lagos

 

 

 

 

 

jueves, 29 de agosto de 2024

Lágrimas


ilustración: LUIS ESCAFATI

El que escribe  baja su mirada de las imágenes que devuelve el televisor y su corazón se estremece. Porque lo que ve renueva  una parcela del tiempo, de nuestra historia reciente, donde la Arpía de la muerte se suma al festín del Leviatán.

Lo demás, ya se sabe.

Ahora, entre el fulgor   hiriente de las corazas y el humo de los gases, la historia retorna, pero nuevamente como tragedia.

La escena se representa en  ese campo  de Marte en que los nuevos monstruos han convertido

la  plaza  del Congreso.

La abyección ha tocado fondo. O acaso, el paroxismo de la bajeza se ha empinado a la altura más alta.

Da lo mismo, no serán las  frases las que expliquen la imagen como no serán las palabras las que avecinarán las soluciones.

Niños hambreados, viejos apaleados.

¿Se puede caer tan hondo?

La respuesta es “Sí”, porque ese es el plan.

Mariátegui lo anticipó en la  madrugada de un siglo de luchas. La  clase dirigente no existe, dijo, lo que existe es la clase dominante. Esa que no tiene reparos ni piedad.

Dómines de la avaricia, que nunca están saciados

¿Y si el maestro peruano equivocara,  si errara en su pronóstico, y  existiera una clase dirigente?

En un arrebato de piedad y  de concesión podríamos  contestarle que  tendría que buscarla en el doloroso  inventario de la ausencia.

Y en tanto, los bastones.

La soledad.

Y los canallas.

Y los olvidos

Y abajo estamos nosotros, las víctimas. Niños y abuelos, pobres o empobrecidos.  Viejos como el que escribe cuyos ojos se nublan por el humo que quema las pupilas  de los jubilados sino por esa iguana sinuosa que amanece en su mejilla y moja el teclado.

Llegará la jornada  en que estas lágrimas conformen gotas.

Habrá una que colmará el vaso.

 

 


 


miércoles, 17 de julio de 2024

Operativo

Santa Rosa se hace señorita y pinta sus labios aguardando la llegada de los años cincuenta. Todo es apacible y rutinario, la felicidad pasea los domingos en la vuelta del perro, pero nadie cobra conciencia de tan importante compañía. Las hipótesis de conflicto de la policía son  los rateritos y los quinieleros. El oficial Ochoa  tiene un dato infalible: ese día el viejo zapatero del barrio llevará la lista de apuestas clandestinas a su capitalista. En el momento adecuado Ochoa y sus agentes irrumpen en el  local y comienzan el registro en procura de los números comprometedores. Buscan y buscan hasta el desasosiego mientras el hombre de las mediasuelas los mira y goza y hasta se anima a cebarles unos mates. Los uniformados se van rumiando negros pensamientos porque los galones no se ganan con fracasos. Un confidente revela, días después, que el papelito de apuestas estaba escondido en la yerbera.


 

lunes, 8 de julio de 2024

UN TAL LAPRIDA


(a la memoria de Julio Colombato)
Desliza la yema de los dedos sobre la mesa de roble y la confronta con las fugaces rugosidades de su escritorio sanjuanino. Exorcismos para la nostalgia, coartadas ante las tensiones.
Porque el bueno de Belgrano acaba de proponer un anclaje incaico a un nuevo tipo de señorío y la respuesta es sorna, estupefacción y desprecio.
¡Un rey con usutas! Demasiado, susurran los genuflexos de la Corona. ¡una barbaridad! , discurren los que sospechan la idea de arropar la presencia de un Tupac Amaru en el Río de la Plata.
Francisco Narciso de Laprida, abogadito cuyano, en tanto prorroga la aurora de un debate adyacente, ensaya una quimera acerca del porvenir; en la suerte personal y del país que amanece. Y las expectaciones no le previenen de las vicisitudes del Alto Perú encumbrando su sable, incondicional, ante el paso del General de los Andes, ni de la brega política, ni de la grieta entre unitarios y federales.
La imaginación del presidente del congreso le miente en torno a las mieles sobrevinientes a la declaración de la independencia y las exteriorizaciones de una patria liberada.
Pero la realidad ingresará a sus sentidos, trémula, feroz, convulsa, como suelen ser los nacimientos.
Mas lo que anunciará, será la muerte.
Lo hallamos, una primavera de trece años más tarde –mozo, de 42 años-, enterrado hasta el cuello en las desmesuras mendocinas- , aturdido por el tronar de las montoneras de Aldao avanzando, inexorable, a su encuentro.
Ahí aguarda, intentando dominar a los espectros del miedo, su cuerpo yerto, el hombre que abandonó una caricia a la tabla de roble alzando la pluma para rubricar ese manifiesto de emancipación, norte y ejemplo en las profundidades de América.
Sus ojos, fibrilados por una matriz de espanto, desorbitados, no parpadean pese a la polvareda que levanta el tropel. Fulguran, sus pupilas, antes de quedar reventadas por los cascos de la primera cabalgadura.
Prontamente vendrán los demás aplanando el terrenal con sus herraduras, mientras el polvo descenderá, piadoso, cubriendo la ignominia.
Hostigados, los corceles, no se detendrán. Seguirán su galope impiadoso por años, y décadas, hasta llegar a los bordes de esta pampa cobijando las espaldas del primer genocidio.
(Por Limay Mahuida anduvo Aldao, con un rosario anudado en su muñeca. Luego desensillará, en La Amarga, siempre lanceando, ignorante que funda una metáfora)
El adalid de las matanzas, fraile dominico, José Félix Aldao, no acostumbra a mirar hacia atrás. Si lo hiciera tendría que asumir una trayectoria, morosa y sangrienta. Un dilatado itinerario que se inicia con un pregón de libertad y culmina en esa imperceptible alteración del suelo de Godoy Cruz. Ese minúsculo montículo que perpetúa la postrera visión del emancipador.
¡Ese tal Laprida!, culpable de sus convicciones. Según los supervisores que se sancionan dogmáticos, ubicado en el lado equivocado de la historia.
¿Quién lo sabe, quién lo juzga?
Nadie conoce el azar de sus restos. El Ministerio del Silencio promueve dictámenes inescrutables. Sarmiento aventuró una hipótesis y alguien la desestimó. Dicen que, además, hubo un degüello ,una oración y una veladura infinita en el mapa de los recuerdos. Y del tiempo.
Moreno, Thompson, Laprida,
triste destino de los argentinos,
dónde encender una vela
para los desaparecidos.
¿Habrá, en San Francisco del Monte, una referencia en la callejuela de la emboscada?
¿Y qué fue del busto secuestrado?
¿Perdurará la mesilla del café La Alameda, donde, al ingreso, abandonaba al prócer trocándolo en el parroquiano más jovial de las tertulias?
Un reconocimiento al dueño del Aleph, don Jorge Luis Borges, por su enorme, acaso sesgado, resarcimiento conjetural.
A Lola Mora por la perpetuación de mármol.
Y menos mal el Ángel de la Historia, redentor, omnisciente,

sábado, 6 de julio de 2024

ACERCA DEL ADIÓS



Recuerdo aquella tarde, marchábamos por los desaparecidos , reclamábamos por nuestros presos, nos jurábamos que nunca más. Alguien creo que Pablito, trajo a la memoria un pensamiento del poeta chino Lu Sin.Sostenía que los muertos no están muertos si están enterrados en el corazón de los vivos. Bueno, seguimos andando, acabamos de sepultar en nuestros corazones, para que siga latiendo, al compañero de al lado. Edgar, el que nunca nos dejó solos.
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De izquierda a dereccha: Jose Perrota., Juan Carlos Pumilla (Carlitos Muñoz en la línea de atrás), Edgar Morisli, Miguel de la Cruz, Pablo Fernandez.n la línea de atrás Pancho Lemme, Tita Alcaraz, Susana González. Foto Pablo De Pian

jueves, 13 de junio de 2024

LA CONDICIÓN HUMANA


 


Las lágrimas son de impotencia y de pimienta. Su pañuelo no logra discernir y es fútil  el ademán ante tanto dolor. Todos la vimos, todos, menos  los que eligen no ver.

A esta hora de la jornada  aun no conocemos su nombre. No hace falta: cabellos canos, corajuda, obstinada. Puede ser nuestra abuela, o madre, o la vecina de al lado.

Con voz entrecortada, porque el  gas ha dañado, también,  su garganta, explica al cronista que la acorralaron entre varios policías, la sujetaron y uno de ellos ,comprobada  su indefensión, le pulverizó el rostro con ese compuesto químico que con tanta prodigalidad se empleara en las mazmorras de Abu Graib.

El notero  no termina de comprender el cuadro que describe y ella, en un gesto de suprema honestidad, habilitada desde el comienzo para la impugnación general, la puteada genuina, absuelve a la policía que le alcanza el celular que se ha caído y enfoca la responsabilidad a los canallas que la sujetan y al  cobarde que la rocía.

La martirizada , acaso nuestra maestra de primero inferior ,tiene temple para dar una lección de verdad y democracia en ese escenario de impunidad y creciente fascismo.

Raro, nadie articuló esta palabra en el resumen de la medianoche.

A la hora de los resultados de la votación la mujer policía tal vez  redima su conciencia por un mínimo gesto  de empatía. El resto habrá amparado la   iniquidad en el catecismo  de la  obediencia debida ,tal vez regocijado  por la escrupulosa eficacia de su  protocolo de odio y crueldad.

La anciana, que puede ser la patria, acaso haya enjugado  nuevos llantos  a la hora de acostarse, Algunos de tristeza, otros  de alegría por haberse mantenido fiel al precepto de su propia dignidad.

Hoy por la mañana, al momento de apelar  al exorcismo de estas líneas, la radio vomita un pregón de impiedades e insiste en una legitimidad de origen que es falaz, porque no hay legalidad en una minoría real  que  miente desde el mismo umbral y  la consecuencia es el imperio  del hambre y  la miseria.

sábado, 1 de junio de 2024

LA LECCION DE LA CALLE





 

LA LECCION DE LA CALLE

Ahí los vemos, festivos, tenaces, decididos, con sus mochilas multicolores armando un arcoíris que se funden en  el   blanco. Tal cual  habitan en nuestras reminiscencias   aquellos delantales   de la  niñez. O acaso,  como los pañuelos de las rondas.

Se arrullan, cantan, agitan sus alas, parecen pájaros. Tal vez lo sean.

Inundan el centro pero proceden de los barrios, de las orillas de las villas, de esos costados impiadosos en que los ubica  la soberbia, la misma    que sostiene que ningún pobre llega a la universidad.

Y ahí los tenemos,  chicas, chicos, chiques galvanizados en un común denominador: una representación    del  porvenir  que se fragua en las aulas y se ejerce en la vida.

Hacían falta. “Nos” hacían falta. Para  constatarlos, para alterar la inercia, tal como se hicieran evidentes en la Reforma o en el empedrado  del Barrio Clínicas.

Y no están solos,  en este otoño que germina  en las conciencias. Se abrazan  en la marcha, codo a codo, paso  a paso,  con sus  padres, sus vecinos, los abuelos que destierran -al influjo de esta cofradía de amaneceres - la amenaza de un futuro desahuciado.

Las  voces se amalgaman en una proclama en defensa de la educación pública. Resonancias que se elevan  hasta alcanzar una estructura que se grita y se ejerce.

No cabe otra, porque en las sombras de la entrega, en los pasillos de lo privado, en las opacidades  de mil edictos tramposos, afilan sus fauces los proxenetas de la política. Tipos que solo quieren a la patria para entregarla a sus depredadores.

Así que, a medida que las formaciones engrosan y las pancartas se encumbran en las térmicas de abril, también se filtra la certidumbre de que hay algo más ominoso que la promesa de un vaucher o un presupuesto negado.

Por ese  sendero   rumbea, insomne,  el espectro del  Ángel de la Historia. Emerge, desafiando la penumbra , alzando una voz de alerta, rescatando   en el recuerdo aquella  melodía   que deriva  desde lejos, desde tan lejos.

Aserrin aserrán
los maderos de San Juan
piden pan, no le dan,

piden queso, le dan un hueso.

Y le cortan el pescuezo.”

Las imágenes  no  valen más que mil palabras, esa elaboración maniquea tal vez pernocte en los sueños de un economista de la escuela austríaca. Pero es bien cierto que cada uno de estos registros gráficos es capaz de generar mil palabras. Basta en detenerse en aquel rostro crispado, en la pedagogía de un cartel ingenioso, en la densidad de las columnas que ganan la  avenida  y esas  otras calles que se dilatan en los pensamientos.

…Repásemos: los contrafuertes  señeros del Conintes, el  clamor  de los cauces sedientos,  salineros, la nacionalización, la longitud  de la memoria, el silencio vociferado en mayo del sesenta y nueve…

…En las obstinaciones de los pibes del setenta y dos.

 Y así…

Los que descansen  la mirada en esta muestra, quizás puedan paralizar por un instante la contemplación y cerrar  sus ojos.  Con este procedimiento  tal vez alcancen  a percibir sus trasfondos: el crujido de las hojas bajo  las zapatillas, los cánticos sublevados, el tenor de las arengas, la sinfonía de una sociedad que avanza.

El imperceptible  roce de las suelas hundiendo el asfalto. Ahí habita una lección que hacen comparecer nuestros maestros;  esa que sanciona  que la educación pública es como el pavimento fresco:  cualquier cosa que se le  apoye, deja su huella.

 

(fotografías de DAGNA FAIDUTTI)

 

 

Historias minimas-c

  Esa lágrima en la mejilla, ahí le apunté