La primera aspa sucumbió una aciaga jornada de los noventa, pero a nadie le importó…
…………………..
Ahí estaba, acariciado por las
brisas de un siglo perturbado. Incongruente en pleno centro,
girasol de metal contrariando los afanes de la pretendida modernidad de la
aldea
Estoico ante los vientos de la historia,
referencia para desorientados, soportó con hidalguía las turbulencias y
caprichos de las térmicas.
Y luego, el segundo desgajo. Desde allí se fue deshojando hasta la
tarde de esta semana en que nuestra mirada no fue objetada por
ningún elemento que interrumpiera el horizonte.
Antes de eso fuimos constatando
sus ausencias, acaso compelidos por una premonición funesta.
Cuando el último hierro fue
vencido se acrecentó la responsabilidad de los recuerdos.
Cosas de la vida.
Menos mal el poeta, entrañable e
insustituible.
Recién llegado de Doblas
Marcelino Catrón le cantó, embelesando una noche en la primavera de COARTE.
Eran días de pan y vino…
Luego, lo que ya sabemos. En
alguna cueva llora el peludo Valentín.
Y menos mal Susana Bienko que
supo atesorar ese registro –dedicatoria del autor incluida-, en una articulación de contraolvido para que
nadie se ilusione en que hemos perdido la memoria.
Ahí va, quizás convocando a algún
cantor que lo esparza en nuevos aires:
UN MOLINO
Avenida Pedro Luro
Entre Irigoyen y Lagos
Hecho un ovillo de vientos
El molino está girando
Desde lejos lo imagino
helicóptero con zancos.
Tiene cabeza de rondas
y colita de pescado
Un lugar en Santa Rosa
de paso casi obligado,
y estoy seguro que pocos
se detienen a mirarlo
¡Si habrá pasado agua fresca
por el hueco de sus caños!
Me gusta que esté el molino
entre Irigoyen y Lagos
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