Pablo Alacrcón,el actor argentino empobrecido por las circunstancias, apeló a la calle para paliar su magra economía. Eligió bien, porque la calle es el escenario donde dirimeel porvenir. Y lo hizo mejor al decidir exponer ante los ocasionales transeúntes el discurso de la sevidumbre, un magistral alegato deEtienne dela Boeti que, a los 17 años, sacudió conciencias y modorras en la Europa del sigloXVI.
A manera de incitación a la lectura de este texto, que en esos días nos resulta de imperiosa actualidad y necesidad, digamos que la Boeti sostiene que la sumisión más salvaje no es la que irrumpe por medio de la fuerza, sino a través de la escandalosa elección popular y la pasividad de la costumbre.
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