Milei, esa representación del fascismo ascendente, ganó, sin vueltas. Pero, ya lo vaticinó Brecht: tiene un problema. Sus votantes no son, en su inmensa mayoría, fascistas, Esos chiques desencantados de la vida, deliberys de un futuro incierto, analfabetos políticos, jóvenes desideologizados, pibes abandonados a su suerte en encrucijadas impiadosas. Milei tiene otro problema, que comparte con los otros candidatos: ganó en ese recurso que la democracia se empeña en dulcificar, esa técnica que no deja de ser lo que siempre fue, un arbitrio de la burguesía para no cambiar nada. Porque los grandes procesos de la historia no se fraguan en una urna…, ni en un día. Se soliviantan en períodos y en esa matriz de cambio que se define en el escenario donde hoy vota, con cierta incerteza, ese mocerío desencantado de los sueños: la calle.
La memoria es un tatuaje del alma. Se lleva en la conciencia y obedece a sus dictados. Indeleble, eterno, nos dice quiénes fuimos y revela lo que somos. Testimonio para presentir destinos y decidir qué haremos
miércoles, 16 de agosto de 2023
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