viernes, 22 de septiembre de 2023

A dos vvoces




                                                           Duo  Salteño-FotoSilvia Martins

Nos instalamos en el umbral de un instante mágico. Pedimos
conformidad -un minuto tan solo- para instaurar una analogía
que explique la vigencia de estos trovadores, asociados a los
costados propios más hondos de esta vida.
Bienvenidos. Permanecen, desde siempre, desafiando épocas
y lejanías.
Rejuvenecidos, maravillas del verdear.
Han mudado, pero siguen siendo los mismos.
Lo decimos con mucho fundamento, afianzados en esta
comarca de arena cuyo cuero se modifica constantemente
ante el rigor del viento. Este solar de sed, de melga trunca,
desierto y caldenar. Tierra de hacheros que nos amortiza la
imagen de aquel abuelo, prófugo de una paradoja, convertido
en leyenda.
Ese hombre que levanta su hacha y la descarga, mil veces,
hasta que su mango se astilla, herido por la rebeldía del
monte. La sutura con una faja de alambre y vuelve a erguirla,
porque la jornada es dilatada y la paga es magra.
Más tarde ese extremo se fractura definitivamente y promueve
su reemplazo. Esa nueva prorrogación del brazo -de madera y
metal leudada en sudor - no es otra que el hacha del hachero.
Hasta que el filo se reduce y doblega , porque el macho del
caldén es rudo e impiadoso, y su consecuencia demanda la
sustitución del acero.
Y esa herramienta vigorizada, que persiste y vence al tiempo,
siembra en la propia conciencia –sin resquicio a duda alguna -
la ponderación de que estamos ante el “hacha del abuelo.”
Ahí la vemos, tendida en un galpón, preservada en una
estantería, exhibida a manera de tesoro familiar.
Tan solo porque no es el hacha quien se define como tal sino
nosotros tal cual la percibimos.
Así las cosas, nos exculpamos con Teseo por una
comparación casera que deja ver una inquebrantable
fidelidad al canto popular. Cotejo al que apelamos, para
exteriorizar una gratitud que germina en las entrañas por una
fraternidad de medio siglo. Auxilios en clave de sol y
coherencia en instancias en que nos eran tan necesarios.
Decirles, sin sonrojos: ustedes componen una prolongación
natural de lo que somos...
...Y ahora, una mínima tregua para fraguar un recuerdo.
Pormenores de un momento inaugural que nos marcara a
fuego una velada gélida de 2009 , en este mismo escenario:
El Chacho ,respaldado por Martín, se extiende en reflexiones
sobre su procedencia.
“De dónde vengo”, se preguntó, sugiriendo un destino e
identidad; determinados por la pertenencia a la región
que lo contiene y modela.
La respuesta quedó suspendida en la sala porque floreció doña
Ubensa y con ella el mismo hechizo que se profetiza esta
noche.
El Chacho ya residía con nosotros desde antaño. Martín,
hombre del litoral, amanecía en la referencia del anfitrión
como alguien que, alzando vuelo de su terruño natal, se
“atrevía al Norte”.
Han pasado catorce años. Martín ya la juega de local en estos
pagos. Comenzó a serlo aquella tardecita de octubre, en que
compartiera una cama grande, evocando la infancia de todos,
en la tibieza de un recital preñado de intimidad en el centro
cultural.
Y el dúo, ya lo sabemos, orbita en nuestras emociones a partir
de la alborada de los sesenta en que parecíamos pellizcar el
cielo con las manos.
Inaugurales, introdujeron sus armonizaciones osadas, sutiles ,
desafiantes hasta acariciar la fibra más sensible de un público
receptivo a las nuevas propuestas. De la mano del Cuchi nos
fueron acompañando en cada calendario.
Nos auxiliaron en ráfagas de exilios y ausencias al sancionar
que “el viento es el verdugo de la muerte”.
Iluminaron la fiesta del pobrerío perpetuando el rostro
enharinado de Eulogia Tapia.
Una cassete, malherida, de cinta exhausta, vino a socorrernos
amortizando desasosiegos en la tiniebla aciaga de los
padecimientos. Era una canción de amanecidas, que nos
aseguraba que “viene clareando”.
¿Quién no entró sin llamar en la casa de Juan Panadero o se
atrevió a una baguala peregrina?
¿ Y qué decir de esa esa inmolación de insomnio y vino triste
arrebatada a Maturana?
Y ahora, con este armazón a cuestas permanecemos aquí con
el afán de responderle al Chacho ese interrogante que dejó
trunco aquella gala de tres lustros atrás. Confirmarle que si
debe establecer un origen lo indague aquí, en las zonas más
sensibles, en la matriz de una emoción que se espesa y dilata a
medida que envejecemos.
Vislumbres de un diapasón infinito, acaso como la sombra de
la memoria.
En fin, homologar un sentimiento que procede y habita en la
esquina más empinada del corazón.
Vaya esta proclama a viva voz, queridos compañeros. Por el
arte. Respeto y admiración por lo andado, por
confirmarnos en lo que somos. Por insistir en el
compromiso de polemizar canciones que nos hacen la
existencia más grata...
...De igual manera, enfatizamos, por no claudicar en el
patrocinio y defensa de “la raíz mineral del olvidado"

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