MARCELINO
CUENTA...Y CANTA
Navegamos, quién lo duda, en el
mar de la tristeza. El lunes la noticia, bomba. El martes el anuncio de la
muerte de Marcelino¡¿Pero, cómo, no será que fue a jugar con Valentín?!.
Busquemos.
Esa tarde, cuando el dolor tocó a
la puerta, la memoria se coló por la rendija. Conocimos a Marcelino otra tarde
de invierno y giramos en la plaza de los jueves de hace tiempo. El traía una
tiza y una fotocopia presentando al indiecito amigo.
Luego fue primavera y hubo flores.
Lo vimos con frecuencia y el
siempre era un recreo. Como un niño, como un pájaro, como un poema en vuelo.
Avanzó en estos años constelado de
chiquitos, tironeado de chiquitos
golosos por tutearse
con la maravilla y el asombro. ¿Sabían que la ternura va a la escuela?.
Hace poco recopiló las canciones
destinadas a los niños y más acá empuñó
sus lanzas para demostrar que la literatura infantil juvenil es tan real como
el pan con dulce de leche, sutil, como un siete bien zurcido, necesaria, como
una rabona a su debido tiempo, imprescindible como el abecedario; promisorio,
como el tañir de las campanas tocando los recreos.
En el verano del noventa la angustia se manifestaba por
obtener una mejor relación entre la escuela y la literatura y esta inquietud
estaba dada por la certidumbre que la
palabra vuela, y vuela alto. Fue en las costas del Colorado. Allí lo
escuchamos con esa forma tan marcelina de explicar, que las escuelas no son
aviones, ni tampoco hay pistas de despegue para ese vuelo, ni quien ate los
cinturones. Y hasta se sospecha que no hay piloto.
Pausado, nos regaló a Aleixandre y
así supimos que la vinculación entre el alumno y la educación actual es como
una mariposa que al llegar a la escuela deja sus alitas en la entrada y lo que
penetra al aula sólo es la crisálida.
Fue, lejos, el ejemplo más
elocuente.
Hace unos días, cuando se inauguró
la casa de la APE desplegó todo su encanto y reinauguró la emoción cuando, tras
buscar fragmentos de papel como Minguito, armó poemitas breves que nos dejaron
pensativos y hasta quizás más buenos.
Busquemos, no puede ser que se
haya ido. ¿No estará con Valentín?.
No debe ser engorrosa la tarea.
Aquí está su compás: si uno apoya una punta en el corazón de la alegría y traza
un círculo será fácil ubicarlo. Busquemos, ahí está La Pampa Cuenta y Canta y
allá suena una campana.
Busquemos, todos juntos. Existe un
dato, en el lugar donde el otro día lo dejamos están sus alas. El las posó allí
para orientarnos.
J.C.P.2l.7.94
No hay comentarios:
Publicar un comentario