sábado, 9 de septiembre de 2023

Marcelino cuenta y canta


 

MARCELINO

CUENTA...Y CANTA

 

              Navegamos, quién lo duda, en el mar de la tristeza. El lunes la noticia, bomba. El martes el anuncio de la muerte de Marcelino¡¿Pero, cómo, no será que fue a jugar con Valentín?!.

              Busquemos.

              Esa tarde, cuando el dolor tocó a la puerta, la memoria se coló por la rendija. Conocimos a Marcelino otra tarde de invierno y giramos en la plaza de los jueves de hace tiempo. El traía una tiza y una fotocopia presentando al indiecito amigo.

              Luego fue primavera y hubo flores.

              Lo vimos con frecuencia y el siempre era un recreo. Como un niño, como un pájaro, como un poema en vuelo.

              Avanzó en estos años constelado de chiquitos, tironeado de chiquitos

golosos por tutearse con la maravilla y el asombro. ¿Sabían que la ternura va a la escuela?.

              Hace poco recopiló las canciones destinadas a los niños y más acá  empuñó sus lanzas para demostrar que la literatura infantil juvenil es tan real como el pan con dulce de leche, sutil, como un siete bien zurcido, necesaria, como una rabona a su debido tiempo, imprescindible como el abecedario; promisorio, como el tañir de las campanas tocando los recreos.

              En el verano del  noventa la angustia se manifestaba por obtener una mejor relación entre la escuela y la literatura y esta inquietud estaba dada por la certidumbre que la  palabra vuela, y vuela alto. Fue en las costas del Colorado. Allí lo escuchamos con esa forma tan marcelina de explicar, que las escuelas no son aviones, ni tampoco hay pistas de despegue para ese vuelo, ni quien ate los cinturones. Y hasta se sospecha que no hay piloto.

              Pausado, nos regaló a Aleixandre y así supimos que la vinculación entre el alumno y la educación actual es como una mariposa que al llegar a la escuela deja sus alitas en la entrada y lo que penetra al aula sólo es la crisálida.

              Fue, lejos, el ejemplo más elocuente.

              Hace unos días, cuando se inauguró la casa de la APE desplegó todo su encanto y reinauguró la emoción cuando, tras buscar fragmentos de papel como Minguito, armó poemitas breves que nos dejaron pensativos y hasta quizás más buenos.

              Busquemos, no puede ser que se haya ido. ¿No estará con Valentín?.

              No debe ser engorrosa la tarea. Aquí está su compás: si uno apoya una punta en el corazón de la alegría y traza un círculo será fácil ubicarlo. Busquemos, ahí está La Pampa Cuenta y Canta y allá suena una campana.

              Busquemos, todos juntos. Existe un dato, en el lugar donde el otro día lo dejamos están sus alas. El las posó allí para orientarnos.

                                                                                     J.C.P.2l.7.94

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