Foto Eduardo Pérez |
La mañana del 24 nació destemplada y extraña.
Sordos ruidos reverberaban en los
accesos a la ciudad, en las calles céntricas, en algunos puntos específicos. El
vecindario pronto descubrió la razón: eran las tanquetas que irían a apostarse
en el playón del centro cívico, consagrando el primer oxímoron de la jornada.
Los ruidos repicaron en la avenida central,
en la manzana que rodea el edificio de Correos , en las cercanías de las
viviendas de los que prontamente se convertirían en víctimas, en la calle
Pellegrini, rodeando de sonoridades la cooperativa de trabajadores de La
Capital. Se prolongarían a la mañana
siguiente con un rigor que desechaba la
espontaneidad.
Porque no hubo improvisación en la
implementación pampeana del golpe sedicioso,
pergeñado en los albores de la década y concretado el 24
de marzo de 1976. El inventario del agravio en
perjuicio del Estado y sociedad
es infinito. Los juicios han revelado algunos de ellos, pero muchos permanecen ignorados a
la espera de una examen más exhaustivo, revisión o imprescindible, sanitaria, para establecer el espesor determinante de la participación civil en el
diseño del plan,
Hubo objetivos precisos que revelan las
motivaciones del asalto a la Constitución. A los que ya han cobrado notoriedad deben agregarse otros
no tan difundidos – extremadamente sutiles, precursores del discurso de la isla
de paz- que se imbrican en la perspectiva golpista de destruir el tejido social, agrietar sus convicciones, inocular
el virus del miedo. Aprensiones cuyas
sedimentaciones se dilatan hasta estos
días.
En ese contexto se explica la acción
desplegada en perjuicio de la cooperativa Popular de Santa Rosa, la construcción comunitaria más importante del centro del país, por su heroica
gesta fundacional, por su representatividad
y ejemplo, por independencia económica.
En la mañana del día siguiente efectivos militares penetraron en el interior de la CPE en el marco de
similares procedimientos realizados en diversos lugares públicos de Santa Rosa.
Oficiales y soldados fuertemente
armados exploraron concienzudamente el
patio central en un operativo por el cual no se ofrece ninguna explicación. ¿Qué
buscaban sino otra cosa que hacer pública una demostración de poder y al mismo tiempo
intimidar al vecindario.
¡Que lo digan sino los vecinos de la
calle Ferro!.
El fotógrafo del diario La Capital , Eduardo Pérez ,logró filtrarse entre el cerrado cerco para obtener un registro del
atropello. Su diario había sufrido el secuestro de su director, reemplazado por
un conspicuo agente de información del Batallón 601, el ubicuo Feliciano
losada, cuñado de Baraldini y fundador del Círculo de Periodistas Deportivos.
Las fotos de aquella jornada permanecieron inéditas hasta que en julio de 2012 sorprendieron al público
en el interior de una muestra
retrospectiva que se denominó “Dos
visiones, un objetivo”.
Pero la tarea intimidatoria
no se agotó en este episodio. El 23
de abril el gobernador de facto Favio
Iriart dispuso fiscalizar
la actividad administrativa de la CPE. Por tal motivo designa a
los integrantes de la Comisión supervisora de la Cooperativa Popular de
Electricidad: El grupo de tareas estuvo liderado por
el capitán Héctor Francisco
Olascoaga, quien fuera asistido por tres profesionales del medio : Omar Esteban Gatto
Cáceres , el contador Roberto Oscar Vassia y el ingeniero Pedro Zubiri.
Aunque abundan las razones para suponer que obedecía a las coordenadas de
la persecución sindical, algunos suspicaces vinculan este episodio con le detención, el 1 de abril, del
secretario general de Luz yFueza, Oscar Montes de Oca, salvajemente torturado
en los altos de la Seccional Primera.
No perduran evidencias de las conclusiones
contables, lo cierto es que la labor de
los verificadores se agotó a poco de
comenzar, probablemente por su futilidad
o tal vez porque Olascoaga debió abocarse a la preparación de otro operativo, eta vez
mucho más cruento, concretado tres meses después en Jacinto Aráuz. Ahora se
sabe que el secretario de Educación de Gobierno y Cultura, al tiempo que se
escrutaban los papeles de la entidad, se reunía con el intendente de Aráuz
Adolfo Alberto Forestier para afinar un
cuadro de situación de la localidad sureña.
Hay una simetría entre los dos
episodios, En Aráuz se ilustraba en los valores de la solidaridad, en la
cooperativa de Santa Rosa se la practicaba, dos elementos que contrariaban los objetivos del Proceso de Reorganización
Nacional.
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