La memoria es un tatuaje del alma. Se lleva en la conciencia y obedece a sus dictados. Indeleble, eterno, nos dice quiénes fuimos y revela lo que somos. Testimonio para presentir destinos y decidir qué haremos
lunes, 30 de agosto de 2021
Chiquito Díaz
Foto: Chiquito Díaz.ErnestoCardenal
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“Una historia me recordará
Vivo…”
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Fue hace poco, en Vuhan germinaba algo funesto, pero el patio de la Negra era una fiesta y las columnas de humo negro se travestían en guirnaldas emergiendo del braserío. Llegó algo tarde, cansado, acaso mustio. La diálisis lo había turbado y la espera por el llamado del INCUCAI se hacía exasperante.
Comió magro, ensimismado y todos respetaron su laconismo. Por cierto, ya se sabe, los silencios son mecenas, suturas, los ennoblecedores de la música.
El día anterior nos habíamos internado en una zona de reminiscencias que remozaron la cofradía. Y la narración se vitalizaba en la recreación de una conversación confesional con Joan Turner acerca de su esposo, Víctor Jara; la noche en que Tejada demandó refugio, o la curiosa casualidad de que todos sus hermanos fueran cantores, tenores. Al promediar la noche se despidió no sin antes comprometer una evocación en la que habitarían los Inti ,Julio, Delfor, Juan, ,Caito, Naldo y los demás , como así también sobre su casa ,transmutada en consulado musical de Neuquén, aquel poema compartido con Cardenal o las inciertas recetas gastronómicas de Nahuel en el exilio.
Pero el agobio le impidió cumplir con lo ofrecido esa noche en el patio de la Negra.
Lo supimos luego; esa tarde de la sesión de diálisis, había concurrido al centro asistencial con su guitarra. Allí cantó - samaritano del diapasón, -a los demás pacientes. Para aliviarles la espera, disipar sus angustias, transfundirle una alegría a sus corazones.
Melodías del sur, de la entraña América, exigiendo una dispensa a su registro. Luego se fue, a honrar su cansancio, en aquella rueda del fogón con los amigos.
Hoy por la mañana hizo lo mismo, con total sigilo, articulando una despedida mentirosa. Un adiós que no es definitivo. Porque ya comenzamos a sospechar su presencia en estas pulsaciones que nublan los ojos y apresuran nuestros corazones.
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