Venimos de andar dos siglos en esta región del sur donde el
sol se adormece.
¡Dos siglos!, Sostienen los abuelos, en
rondas de consejas, “ni tanto ni tan poco…”
Jactancias del tiempo que sólo responde
a las arbitrariedades del pensamiento.
Apenas si fue ayer en que un tal Pedro
Andrés García de Sobrecasa mentó el nombre de Mariano Moreno en las Salinas Grandes.
Ay …coronel, literato y guerrero, al igual que los jacobinos que fundaron la patria.
Como el mismísimo sabiecito del sur
que soñó como nadie lo que sigue siendo un sueño.
No imaginaron aquellos constructores –maestros
de obras mayores- que esas articulaciones de mayo se alzarían hasta el cielo.
Allí están, asomando en cada amanecer. Provocadoras,
insurrectas. Un testimonio cotidiano de su
altura al tiempo que referencia de lo que hay que recorrer para merecerlas.
Y en el medio la rosa de los vientos y
sus alteraciones. Ciclos y orientaciones
de un país que titubea o se resiste a su destino retornando voraz a Salinas, Ya
no para estimular una consideración del porvenir sino para demandar una cuota
de sangre vorogana.
(Llegará tarde Pancho Francisco con su canción a
cuestas)
Y si no bastare reincidirá, actual, hasta extraer de
aquel salitre una réplica de lo que fuera Iquique a principios de siglo.
Ay coronel García. Tu mandante Moreno
se retuerce en su sepulcro azul por los que luego vinieron. .Por la ignominiosa
utilización de tus galas en estas extensiones donde el sol se recuesta pero
nunca descansa.
Cómo lograrlo con el llanto de un niño
pendiendo entre los pliegues de la historia. Esas lamentaciones cuya estela de lágrimas
labró otra rastrillada desde María Isabel Unepeo a Lucía Tartaglia.
María, expulsada de la vida. Lucía,
desaparecida.
Después…después
vino Malvinas
Y más acá, digamos, la rosa de los
vientos y sus tenacidades. La coraza indeleble de una melga sembrada y el
esfuerzo pionero por forjar nuestra pampa.
Desde los humedales del Oeste que
entibia el Agua Poca a la brillante llanura de un dorado imperfecto. Desde el
sitio que marca el inicio del bosque hasta las latitudes donde dos ríos se abrazan
fraguando un arco iris, promesa y desafío.
Todo está aquí, todo, en estos acopios
de la historia que solo son posibles porque hubo otros hombres dejando sus legados,
sus mensajes simbólicos, en esas soledades de la casa de piedra.
¡Dos siglos! Ni tanto ni tan poco,
sostienen los ancianos que hoy dicen a sus nietos lo mismo que Moreno:
“Si los pueblos no se ilustran, si no se
vulgarizan sus derechos, si cada uno no conoce lo que vale, lo que puede y lo
que sabe, nuevas ilusiones sucederán a las antiguas y después de vacilar algún
tiempo entre mil incertidumbres, será tal vez nuestra suerte mudar de tiranos
sin destruir jamás la tiranía ”.
¡Ay Moreno, el sueño está vigente!
(textos de lCoral del Bicentenario)