El silencio
de
los
inocentes
En
la mesa del diálogo se nutren los saciados. Los comensales eligen la carta y
siempre escogen soja.
Están
todos, asegura el Indec. Hasta sus
epígonos, que provee Tinelli de su generoso arcón. Pero no hay diálogo, sólo es
un monólogo gregoriano entre pares. Pan con pan, comida para los sonsos:
exportadores y productores ricos, inversionistas, funcionarios ricos. hablan, eso sí, el mismo idioma . Pero ese no
es el diálogo; si es que alguien habrá de buscar la manera de procurar la verdad a través de la palabra .Es un
simulacro para el que mira por tevé. Hablan, hablan, para que los medios no
registren la verdad; que en esa mesa se
consagra un coral de las ausencias.
No
hay manteles en los puentes ocupados. Por allí pasó otra ronda: Niños malabares
haciendo girar las luces de los semáforos, espectros grises de una familia con
un carrito a cuestas, en la hilera funeral de la esperanza, argentinos, la
gloria nacional, levantando sus platos de aluminio, Así se expresa este País
donde los diarios se evangelizan en frazadas y los braseros juegan a la
ruleta rusa con sus muertos de frío.
La verdad es que en la mesa del
diálogo no está el hambre. Vino
solamente el ministro de traje negro para vender su vademécum para gambetear el
hambre con una dosis de tamiflú
Educación
sexual…para qué. Si no va a quedar nadie.
¿
En el escudo nacional pondrán una
tranquera?
.
¿Pero qué bueno, vieron, cómo se
parece u barbijo a una mordaza?.
Mientras
tanto nieva y Tejada insiste, algo afónico, que hay un niño en la calle.
5.8.2011