sábado, 27 de octubre de 2012

Ayer estuvo el Penca






"He visto un pájaro de anochecido vuelo..."

Desde la escuelita, por una trampa de la perspectiva, el hotel de Tomas
parecía una construcción aplastada y pequeña. Sin embargo, su interior era amplio y soleado. Las paredes prolijamente encaladas contribuían a resaltar el aljibe que dominaba el centro del salón y que ya en aquel entonces, principios de los cincuenta, llamaba la atención de los escasos visitantes que se atrevían hasta Puelches.
El hotel era un oasis y seguramente había conocido épocas mejores. En uno de sus costados permaneció durante mucho tiempo el esqueleto de una canoa que era más elocuente que mil palabras. Hacia el Oeste, a pocas decenas de metros, se erguía aburrido el puente de metal mientras abajo el cause del Curacó luchaba infructuosamente  contra el implacable sol del verano que lentamente consumía los últimos vestigios de tiempos de gloria. Quizá cantaba una calandria.
Desde allí, emergiendo de la niebla, se veía a Juan Carlos con un eterno ramito de flores. Los domingos era el ritual de los asados, una fiesta la ceremonia del encuentro. Juan Carlos Bus triazo, el joven y pulcro telegrafista; un comisario de apellido Triay sorprendentemente ilustrado, Tomas, Tentham y a veces, el juez  Lana. Por supuesto las dos maestritas y el flamante agrónomo.
La reunión se extendía hasta la noche y todos se ponían a cantar la única zamba que conocían íntegramente. Los Sones de La Candelaria inundaban el monte y a lo lejos, seguro, era como el rumor del agua.
Luego la magia vistió otros ropajes. Juan Carlos fue a Los Berros, bendijo el romance de la lagunita y el monte en Guatraché, volvió a celebrar el agua bajo el viejo puente de Santa Isabel y confirmó a la luna su destino trovador.
Más tarde le mojó la oreja a la existencia y charló con los dioses de la madrugada. Usó al amor como una brújula pero a veces la soledad estableció inciertas singladuras.
¿Cuál Juan Carlos?  ¿El buscador de tesoros en Macachín, o el que se hunde por las noches en el piano de Mendía y un estilo de Mareque en la guitarra? Dicen que anduvo de linyera y por allí fue flamenco rodeado de calandrias. ¿Cuál? ¿Acaso el búho  y nictálope con su linterna de cuatro elementos?
Una clave de sol le regaló una estrella, luego la perdió y comenzó a buscarla.
Juan y el vino alucinado, artero y cruel como el olvido. Dejó de estar y fue su manera de decir aquí estoy.
En estos días se abriga la sospecha que arregla con las musas su nuevo itinerario. En septiembre se sabe, florecen las retamas.
Después de tanto tiempo, de casi tres años, sus pasos lo regresaron a la callecita Florida de tantas trasnochadas.
Entró, tocó la casa como deslumbrado y en la pared del fondo su retrato le devolvió la mirada. Después navegó en un mar de colores con Raquel y se arrulló con los chicos como si fueran pájaros.
Un nuevo Juan, sostienen las hojas de este otoño, está naciendo. Sus obsesiones están ahora orientadas por urgencias más domésticas y coyunturales. ¡Ay, estas manos y estos ojos que no quieren leer! ¡Ah! ¿Dónde me iré cuando deje el hospital?
Lo demás sigue casi igual. El matambre en la casa de Dora y el mate demorado en los Teresos; el otro sábado, comenta, llegó hasta la calle Estrada y fue de Sombras, nada más; asado en lo de Lalo y qué es de Edgar, Miriam, Los Guillermos, Pablito y los demás.
Ayer, es bueno que se sepa, estuvo el Penca. La niebla del domingo lo trajo de repente. Espectros de alegría danzaron a su lado y algunos aseguran que una breve sonrisa alcanzó a mojar sus labios. Fue ayer mientras el diario anunciaba que el Curacó está llegando al Colorado.
JCP junio 1993






¿DUERMEN TODOS LOS PAJAROS DE NOCHE?

A todos se los lleva el frío   la oscura
luz del mundo?   Se ponen todos  torpes?
Todos los pájaros mueren de luna?
 
He visto un pájaro de anochecido
vuelo  Se mueve  manso    se desliza
agudamente ágil por el frío
parece una luciérnaga en huída

He escuchado su canto silencioso
su desborde  bajo la luna inquieta
De mágica embriaguez    enamorado

Es un ser que me ensordece los ojos
  me rebalsa de luz    me desespera
Es un poeta   un hombre   un pájaro alto!

                  Ricardo Vaquer 12.10.79

La casa es el umbral

  La casa es el   umbral ( Mínima canción de contingencia) Retumban   esas   suelas...