Allí están, estos son. Con uno sobraba, pero la cobardía se conjuga con mayor eficiencia en modo plural.
Sebastiao Salgado los retrató en las desolaciones de Ruanda y en las resolanas de Sudán. Nick Ut hizo lo mismo entre el humo de una carretera a Saigón tratando de evitar que el olor acre del napalm turbara sus sentidos.
Iba tras ellos Moamen Oreigea, al Este de Gaza, en su silla de ruedas.
Quién?
Tal vez León Ferrari en sus interpretaciones del Deuteronomio.
¿O acaso es un registro del Cristo flagelado de deCaravaggio?
Sea quien fuere ,ahí está, esos son.
Hombres de negro en la nevada de los miércoles.
Negros, sus atavíos, proyecciones de sus almas.
En esa escena, diría Andrés Rivera , el curita resulta un blanco perfecto.
Amanuenses del odio, esbirros del mal. Impiadosos,
Crueles como el olvido.
Los hay quienes sostienen que la toma pertenece della Frncesca en el Pretorio de Jerusalen Otros precisan que fue Tadeo Bourbon, Canon en mano, en el Congreso.
De una cosa estamos seguros: no fue Pablo Grillo, empeñado en sobrevivir a la prédica feroz de estos cascarudos de la plaza infinita.
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