lunes, 26 de junio de 2023

El conocimimiento



 
 

          Esta Noche de otoño. La oscuridad insolente ante la claudicación de la luna. Son malas noches, suelen decir los cazadores, estas noches de otoño sin luna. Es noche del reinado de las bestias.

          Ya no quedan restos de los murmullos que habían resistido los tentáculos de las penumbras. Es el imperio del silencio que se extiende paralelo avanzando inexorable en la concreción de un nuevo contrato cotidiano con la negrura.

          El águila le ha dado la espalda al sol.

          La suave brisa disimula su presencia entre los árboles, en el frío diseño de los edificios altos y en los vulnerables y múltiples resquicios que ofrecen las puertas de lata y cartón de la miseria.

          Esa brisa se desprenderá luego de su timidez y será viento.

          Pero falta mucho aún para agosto.

          Es buena noche para las bestias. La fealdad se disimula y los pasos felinos pueden recorrer impunemente cada vestigio de esta geografía de miedos y temores, de felicidades pasajeras, de amores truncos, de atormentadas esperanzas. De conciencias adormiladas.

          En algún momento, una débil luz intentará penetrar en estos dos niños inescrutables buscando perfilar el amanecer. Será un brillo tenue y vacilante pues luego del otoño viene el invierno. Y el frío y el viento. No en otoño, entonces, será en la primavera.

          Quizás no sea demasiado tarde. El tiempo también responde a los intereses y controles de la mente.

          No, quizás no sea demasiado tarde.

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