lunes, 19 de junio de 2023

Mi viejo

Elsa y Alfredo Pumilla. Puelches 1953


Quedó huérfano de padres a los cinco años, solo en la soledad. Anduvo  boyando entre orfanatos e internados donde recibió la  primera cachetada y su segundo desconsuelo. En ocasiones, repasaba con  la  palma aquella cicatriz de agua hirviendo en el  muslo. Como un ritual, acaso un exorcismo, para no perder la memoria  de la afrenta.  Se hizo mozo y  así, con una valija de cartón ,ilusionada, se amparó  en  estos arrabales de la arena,  enamorando  a la niña  más hermosa de la comarca. Lo demás es cosa sabida: la  muchacha partió con el niño a Puelches a ejercer su magisterio y él se las ingenió para liberarse de su trabajo y viajar a abrazarlos cada quince días. Invariablemente comparecía con una sorpresa: un barrilete, el primer Sandokán, la gomera. Y otra cosa, desplegaba  su mano en un ademán de prestidigitador revelando  una plumita de colores, piedritas peregrinas o un huevito de perdiz. Constancias de amor y vida. De estas perseverancias germina la primera didáctica: los  recuerdos se graban  como  mapas a la piel ,  caben en un puño y repican en el corazón, tal cual  aquellas caricias en  la llaga. 


 

No hay comentarios:

Publicar un comentario

ELOGIO DE LA LUCHA

  Unas palabras iniciales para el libro de Federico Martocci y Pablo Volking, "La HuelgaAgraria de 1919", primera ediciójn de La T...