Gervassio Posadas |
El hombre que admite su sorpresa también reconoce, sin
decirlo, su ausencia física e ideológica en un acontecimiento que cambiará el curso de América.
El hombre será, cuatro años más tarde, proclamado Director
Supremo de as Provincias Unidas del Río de la Plata labrando un itinerario
político que acaso logre su redención en
el repaso histórico.
Pero lo que importa hoy, en esta celebración del mayo
revolucionario, es poner de relieve los peligros de la indiferencia o el
ausentismo cívicos como cómplices y precursores
del Reino de los Saciados. Cruenta soberanía
edificada en los altozanos de nuestra patria desde donde se divisa y funda esa
herida que lacera y llamamos grieta.
Cuenta, Gervasio Antonio Posadas: "No tuve de ella
la menor idea ni noticia previa. Yo vivía tranquilo en mi casa con mi dilatada
familia disfrutando de una mediana fortuna, y ejerciendo el oficio de notario
mayor de este obispado desde el año de 1789. Me hallaba ocupado y entretenido
en las actas del concurso a la vacante silla magistral de esta Santa Iglesia
Catedral en el mes de mayo de 1810, cuando recibí esquela de convite a un
Cabildo abierto que con anuencia del virrey se había acordado para la mañana
del día 22. No concurrí por hallarme legítimamente ocupado.
Después supe con variación una parte de lo ocurrido en aquella
reunión dirigida a acordar, como acordaron, que había caducado la autoridad del
virrey don Baltasar Hidalgo de Cisneros por ausencia que el monarca español don
Fernando VII había hecho de su reino para el de Francia, y por el estado de
anarquía en que se hallaba la península.
Aquella noche del 22 de mayo supe en casa de un amigo que
se había declarado en Cabildo abierto a pluralidad de sufragios haber caducado
la autoridad del virrey Cisneros que el Ayuntamiento quedaba encargado de
nombrar un gobierno legítimo a la mayor brevedad. En dicha casa estaba entre
otros el capitán del ejército don Miguel Marín que se empeñó en oírme hablar
sobre semejante novedad y algo acalorado le contesté que nada me gustaba, pues
habiéndose ya depuesto dos virreyes, desobedecido otro por la ciudad de
Montevideo y su gobernador Elío, se habían de seguir deponiendo y
desobedeciendo muchos otros gobiernos, que no podía calcular cuanto (sic)
serían pero sí me parecía que algún gobernante de los creados y depuesto por
juntas populares había de ser fusilado; y que se guardase de entrar en aquel
gobierno a que tocase semejante fatalidad”
(...) Efectivamente, El Ayuntamiento procedió nombrar una
junta gobernadora compuesta del mismo Cisneros, don Cornelio Saavedra, Dr. Juan
José Castelli, Dr Juan Nepomuceno Solá y don José Santos Inchaurregui. Se
recibieron solemnemente y no se alcanza la razón que haya tenido el deán de
Córodba Dr. don Gregorio Funes para olvidarse de esta Primera Junta en su
"Bosquejo de la Revolución" que ha dado a la prensa.
Habiendo renunciado esta Junta por varias causas largas
de contar y señaladamente por una especie de conmoción y griterío en el cuartel
de Patricios se eligió otra, compuesta de siete vocales y dos secretarios, sin
entrar el depuesto virrey. Al poco tiempo se agregaron hasta veinte o más
vocales, incluso el presidente Saavedra; y así se volvió todo un desorden y
confusión en el despacho de los negocios, como se procedía de una revolución
hecha sin plan alguno ni combinación como sigue hasta el día".
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