martes, 24 de abril de 2018

La Negra

Canta y se enciende la mañana.
        Profunda y grave, su voz penetra y se dilata en los confines para confirmar que existen las jornadas.
        Canta, que es su manera de decir “aquí estoy y aquí me quedo”.
        Y es así nomás:  construye su hogar en cada corazón y desde allí procura la cofradía, descubre la emoción, despliega la raíz para confirmar procedencias y preservar juglarías.
        Lo hizo ayer e insistirá mañana.  Porque el canto es más que vocación. Acaso es un destino, una imposición de la naturaleza, una manera de hacer y de pensar que se confirma en cada verso, en cada prosa, en cada .pentagrama.
        De ahí el amor que le profesan las guitarras.
        Canta, Hilda Alvarado canta.
        Si alguna vez volara, sería una calandria

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