viernes, 15 de agosto de 2014

La última tira



Camila Mendy nos regala  un momento   de  la proyección del jueves  14 de agosto  de 2014 y  al hacerlo incorpora para la memoria histórica  el registro del inexorable  fin del formato 35mm. Dentro de algunos años, no muchos, cuando las salas de cine sean circulares y los espectadores asistan atraídos por complejos hologramas,  este  video será objeto de culto por cinéfilos, docentes, alumnos, enamorados de un capítulo de la cinematografía que llega a su fin.
Nadie dijo viva el rey ni preguntó por quién dobla  las campanas. Hubo, se hizo evidente, cierta compunción en la despedida de un sistema y la consagración de otro.
Walter Geringer, preservador de tesoros, obsequió a los presentes un trocito  de celuloide a modo de recuerdo que los visitantes recibieron y guardaron con circunspección. Fue un gesto y un momento de alto contenido emotivo cuyos alcances no pudieron  ser sofocados por el bullicio y convites del inicio de una nueva semana del cine francés.
Catherine Deneuve no lo supo -abstraída por la consideración de una mentira,  que en una sala de las pampas chatas su serena belleza  iba a acompañar, con una nota grave, a este miserere por el fin de un ciclo al que ella tanto contribuyó.
La tirita que Walter depositó en manos de Raquel presenta a James Gardner formulando  un parlamento  por la libertad. Podría habernos tocado  Marilyn, o Marlene. Pero, en fin…
De repente Walter fue Sam Spade prometiendo investigar  a qué film corresponde la escena.
¿Tal vez “ la mentira”? El bueno de James nunca volvió a repetir una línea  semejante ni como compañero de Marlon Brando, enfundado en  Maverick o hundiendo  el acelerador sensurround en el circuito de Grand Prix. Acaso Griessa invocara la eventualidad de un desacato.
Acompañando la escena Jorge Ponce no ocultó su emoción. Desmintiendo su juventud Jorge se inició como operador regulando las pinzas de los  carbones para que las acciones no languidecieran. De manera que esta  última proyección marcó para él el fin de una etapa, la extinción de una disciplina y la condena a sala de trastos a esos recintos sagrados y mágicos que fueron las cabinas de proyección.
Acaso una lágrima, de emoción o nostalgia, se haya abierto paso a medida que engrosaba el carrete inferior y mientras Catherine intentaba arreglar el desorden de su jardín, tal vez de su vida.
Nos fuimos del Amadeus con un sentimiento indescifrable hundido en las costillas. Se apagaron las luces de la entrada y nos alejamos con morosidad.
A los pocos metros  unos pasos acelerados interrumpieron nuestras cavilaciones. El sujeto, sombrero Stetson, enfundado en una gabardina gris, vociferó  con un  brillo obstinado en sus ojos:
-Eh tu, devuélveme mis fotogramas.
     -Jamás los tendrás, Walter los guardó, bien guardados,  en el interior del Halcón Maltés.
La sirena de un patrullero alteró el silencio profundo.
El hombre bajó los hombros y el haz de luz se apagó en su mirada .Dio la vuelta, llegó a la esquina de Gil yAlsina y se sumergió  en la bruma de los terrenos del  ferrocarril.


La casa es el umbral

  La casa es el   umbral ( Mínima canción de contingencia) Retumban   esas   suelas...