viernes, 14 de septiembre de 2012

Ese hombre

Ese hombre

Lo veo andar incierto, con paso vacilante, trastornado. En ocasiones, por esos peregrinos efectos del crepúsculo , su sombra se desgaja y florea una espectral coreografía a sus espaldas.

Alguna vez este hombre fue fuerte, vigoroso. Bebió los vientos de las tempestades y con sólo extender sus brazos, en un simple ademán jamás pensado, tomó a la ternura en la cintura y la invitó a recorrer con él sus mil oficios.

Así fue estibador, cobrador de cuentas incobrables, changarín, aprendiz de panadero, peón de albañil, cortador de ladrillos, desempleado.

Yo conozco a este hombre desde años. El me enseñó que el macho del caldén es el más duro, que el pan leuda mejor en los regazos, que la cola de la iguana es comestible, que para ver hay que mirar de nuevo. Y dijo más:  que no hay que gastar los pantalones en las rodillas y que la vida no es vida sin un amor que la acompañe y un hijo que le alegre las mañanas.

Este hombre que digo, este señor que pasa cabizbajo, convivió con el hambre y las tristezas y alguna vez, de puro mozo, coqueteó con la muerte a cuchilladas.

Lo dejé de ver una estación de otoño por cosas que no vienen al caso. Por eso me conmuevo ahora que contrasto su andar extraviado con memorias de tiempos que fueron más gratos.

Dicen en el barrio que por falta de trabajo salió una noche negra  a asaltar un mercado. Su hijo, que lo vio muy extraño, partió tras su figura a desentrañar el misterio y se topó con una bala a mitad del camino.

Pasa, el viejo pasa ensimismado y me subo a su sombra... a acompañarlo.

ELOGIO DE LA LUCHA

  Unas palabras iniciales para el libro de Federico Martocci y Pablo Volking, "La HuelgaAgraria de 1919", primera ediciójn de La T...