miércoles, 23 de octubre de 2019

¡VIVA CHILE, MIERDA!

VIVA CHILE, MIERDA!
Parece un pibe, lo es. Pero no el niño que se aguanta la lágrima y una queja. Que acaso esta noche – si la suerte- despertará sobresaltado , muerto de miedo, porque sus padres aun no han vuelto.
El que parece un pibe y lo es, es el otro. El guerrero de la coraza , empujado a Las Condes a dilapidar la última dignidad de clase que le quedaba cuando decidió vestirse de enemigo, subyugado por los ojos claros de las Lagardes de turno, esas ante las cuales Macri se postró para jurarles fidelidad eterna invitando a sus paisanos a hacer lo mismo: enamorarse.
El portador de la caparazón tiene toda su fuerza en el atuendo, por lo demás es un pelele. Sueña con vivir en el barrio donde ahora arrastra a su víctima pero por las noches, tras sus dilatados turnos en que hace días escucha la prédica implacable de cómo cazar huevones, junta las monedas para regresar a Colina, Villa O’Higgins o José Donoso . En esos barrios, por las madrugadas -como las diuca de Morisoli- crece un murmullo que se agiganta, un andar rebelde e implacable que tal vez hoy , mañana, o pasado o muy pronto cruzará las alamedas para expresar y hacer lo que su dignidad y bronca le exigen.
El carabinero vestido de comic es, apenas, un pobre chileno desclasado . Ya sabe que no hay soldados ricos en la carabinería. Intuye también, porque vive en colina o en JoseDonoso, que lo que enfrenta en las calles de Santiago es un nuevo protagonista. Al anterior lo conoce de los manuales, de su procedencia, Por los Inti Illimani o desde las marciales enseñanzas en la Academia. A estos nuevos no: algunos hasta son parientes o amigos de sus jefes, visibles componentes de los sectores medios empujados a la pobreza que aceleradamente, a partir de las luchas por los aranceles, por los costos de una diálisis o el valor del transporte , aprendieron con desazón que el sistema no los incluye.
los que avanzan en Las Condes confluirán esta noche con los que han partido ayer desde el barrio donde vive el pelele , cantando bajito La Muralla. Cuando lleguen al Cabildo sus voces entonarán que el pueblo unido no será vencido y no tendrán certeza alguna del porvenir de esta confluencia. De una cosa pueden estar seguros, ganarán, tarde o temprano, porque así lo dictamina –inexorable- ese pregón que se hizo himno acuñado alguna vez en La Moneda.
El pibe que arrastra salvajemente al otro pibe no leyó la tapa de hoy de El Mercurio, en su columna central alguien sostiene como abriendo el paraguas “que se veía venir y no estuvimos a la altura”.
La mujer de Piñera fue más explicita, porque no tiene la cancha del Mercurio para la ambigüedad , al sostener que “vamos a tener que disminuir nuestros privilegios”. Su marido la escucha, mira el reloj, pide perdón pero en su fuero íntimo crece la certidumbre de que las mieles de su privilegios tienen los días contados.
El monstruo desclasado y pobre que reprime a los pobres verá mañana su perfil en las portadas. La misma catadura que hoy escupen los vilipendiados de Chile y el mundo.

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