sábado, 10 de agosto de 2019

Las estaciones



Pertenecen a un país que ya no es y están allí, en la soledad descascarada, lamiendo sus heridas, lejos de los ecos de otras épocas. Otras voces poblando estas galerías  que el viento recorre, puntualmente, acariciando desconsuelos.
        Siguen siendo nuestras y acaso estén como estamos todos: poblando un andén que está solo y espera.
        Es bueno visitarlas. Desandar sus recorridos para reconocer los puntos de partida y, si no  perdemos el tren, presentir los destinos.
Visitarlas como un ejercicio de la memoria, para saber qué  fuimos;  para establecer  qué haremos...
Crece el monte en  su interior. Avanza insolente y tenaz, como si fuese un reclamo. Afuera, contrariando a las vías, un retoño despliega  desafíos y marca la medida de la ausencia.
        Ahora, a través del árbol, mediremos alturas y distancias.
Los tramos recorridos...
...y todo lo que  nos falta
Ellas, las estaciones...

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