viernes, 12 de octubre de 2018

Lalo

Juan Carlos Pumilla - AldoTartaglia

Hace exactamente un año, cruzados por los rigores de la reserva, en una ceremonia solitaria, plebeya, pletórica de alegría, celebramos la recuperación de Victoria La nieta de María Tartaglia, hija de "Anteojito", que ayer mismo, sus ojos velados por el llanto, despidió los restos de su tío refugiada en el brazo de Graciela y Lucía.
A su lado, Enrique, Popy,Vicky, Euge, María Lis e infinidad de familiares, amigos y militantes que lo extrañarán en los foros, las marchas, las tomas, en las plazas. Allí donde una injusticia siente sus reales.
Ha muerto un luchador, un muchacho de barrio, buen amigo y compinche. Cuando María nos dejó se puso al hombro la causa familiar (acaso esté mejor decir la causa de los pampeanos), hasta coronar este reembolso de identidad que trasciende a la persona y torna dignas todas las luchas por la memoria.
Podríamos sostener , adheridos a la sentencia de Lu Sin, que Aldo Lalo Tartaglia no ha muerto. Pero para que el concepto se encarne en el corazón deberá envejecer el tiempo, extremar el porvenir, porque ahora, en este preciso momento, el dolor supera cualquier consideración de la conciencia.

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