domingo, 21 de junio de 2015

Evocaciones

El Negro Pumilla es huérfano de padres desde muy niño. Fue criado entre internados y potreros y se ha hecho grande en andurriales donde no penetran  los neutrales. Cada tanto, deslumbra a los niños en los domingos de Bernasconi haciendo malabares  inimaginables  con el balero, acertando a blancos imposibles con la gomera o confeccionando minúsculas  tarasquitas que vuelan tan alto que apenas  pueden verse. En ocasiones los chicos presentan quejas ante su esposa: no vamos a jugar más con el  Alfredo, lloriquean, siempre nos gana a la arrimada y con su ojito puntero nos quiebra todas las bolitas. Él escucha y calla. No encuentra  palabras o no sabe explicar de otro modo que los aprendizajes en la vida son  platos que se comen calientes.

La casa es el umbral

  La casa es el   umbral ( Mínima canción de contingencia) Retumban   esas   suelas...