viernes, 27 de diciembre de 2013

Sara



El hueco que  han dejado las botellas de aceite es ocupado por una radio que vomita impiedades. Otras ausencias de las estanterías están disimuladas por almanaques o publicidades que no convencen a nadie. Sara Pelàez  repasa innecesariamente la superficie de fórmica  aguardando que su única clienta se decida entre el paquete de fideos o el de harina. La vieja demora la elección y su mirada acaricia por algunos instantes  el canasto de los panes y   el trozo de queso que languidece arqueado y lagrimeante bajo la campana de vidrio. De pronto, seducida por vaya a saber qué conmoción interna, la vieja se abraza a los paquetes y sale corriendo ante el estupor de Sara que  parte furiosa tras la  osada. Cruzan la esquina, disparan por la calle y siguen por la otra cuadra mientras las distancias se acortan porque Sara es algo más joven y la bronca es mucha. Cuando el barrio se transforma en villa las espaldas de la anciana se aplastan  y su paso se vuelve cada vez más pesado. Al borde del aliento aprisiona sus tesoros con un solo brazo y deja que la palma de la otra mano sostenga su cuerpo contra la pared, edificando  una arcada en medio de la vereda. Está vencida. Voltea la cabeza con ademán de deshacer el abrazo pero descubre que no hay nadie a sus espaldas. El desconcierto invade sus pupilas y al cabo de algunos segundos baja la vista. Mueve imperceptiblemente sus labios dibujando una palabra corta que no se escucha y reanuda su marcha hasta convertirse en una mancha marrón entre las acacias.  Sara la ve alejarse entre el invierno y retorna a su mostrador flagelada por un aluvión de sentimientos confusos. El locutor sigue disparando  las noticias con voz acre. Suenan como escopetazos... Sara aprisiona la perilla del  volumen hasta que sus nudillos blanquean. Gira   y un tambor obstinado retumba en sus costillas. Lo hace lentamente. Lentamente... hasta estrangular  definitivamente las palabras.


Acerca del hambre

En el Museo de la Historia habrá un contenedor. En su interior un zapato sin suela, una silla de tres patas, el mango de un hacha, acaso un ...