Vacila,
su corazón vacila,
y
en cada desencuentro una tibia penumbra
le
acaricia la cara.
Tropieza,
su corazón tropieza,
y
un galope feroz le penetra en el pecho
agrietando
el coraje.
Lamenta,
su corazón lamenta,
y
un olvido especial engañoso y triunfal
va
trepando a mansalva.
Recuerda,
su corazón recuerda,
y
un aullido, una voz, una débil canción
le
conmueven el alma,
porque
su corazón, más allá del dolor,
está
vivo y le canta.