viernes, 17 de agosto de 2012

Dos miradas

Se observan, se miden, guardan silencio y comparten vino negro con circunspección, en una ceremonia secreta de la que son miembros privilegiados. Cruzan las miradas y dos estrellas titilan en el aire, dos quetrales, dos ascuas  ardiendo  en una invocación a los espectros de la luz  y de la noche que los reúne. Una multitud los rodea y en la subyugada  contemplación del niño que completa la escena se resume todo el reconocimiento  que ambos  generan .Son, y se saben, plebeyos. Antes hubo  una presentación y dos abrazos: uno por el encuentro y otro para honrar los afectos comunes. Ariel Petroccelli, desde las distancias, bendice la junta y se ensimisma en una canción de amanecidas. Sobran las palabras y escasea  el vino. Todavía falta mucho para la dilatada noche aciaga  que a uno le hará cambiar su nombre por el de Casimiro Cobos para huir de la muerte y sobrevivir en el canto. Al otro el silenciamiento  de sus trovas por herejes, libres , Por u su  inclaudicable procedencia de sur y  viento . Los años sesenta se escurren con morosidad y las guitarras se instalan en el corazón de esta región de arenas. Más tarde, cuando la noche avance y se embriague en los fogones delClub Belgrano uno  entonará, como nunca, El Antigal y otro musitará un agradecimiento quedo y estremecido   ratificando, por si hiciera falta, que  la poesía es el pájaro y el canto sus alas.
JCP

(foto Eduardo Pérez)

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