jueves, 12 de diciembre de 2024

A cONTRALUZ

ESTUDIANTES PAMPEANOS CREARON LA PRIMERA FOTONOVELA SOBRE LA NOCHE DE LOS LÁPICES.



 

MENOS MAL LOS PIBES

"...Están allí mis hijos, mis hermanos
mis nietos de un futuro, desahuciado.
… escribo mis pancartas, las levanto
y me subo a sus sombras, hasta abrazarlos..."

Leemos: en el Hades, los muertos no conservan recuerdos de su vida anterior porque han cruzado el Olvido, el límite del retorno.

Menos mal que están, para vencer  la amnesia,  ellos.

Pibas, pibes que recuerdan. Mejor aún, moceríos desobedientes e insobornables, con memoria. Heredada, porque esos relatos  y reminiscencias provienen de otra época. Quedaron impregnados en las paredes, en las  estigmas   de una calle  adoquinada,  en las arrugas   de un rostro  que espera, en los manteles donde sobra  un plato, o dos, o todos, Ausencias  que duelen y sublevan.  Una falange del  tiempo en el que  el Leviatán sentó sus reales alterando  todo: subvertir la lógica de la existencia hasta alterarla: por caso, que los hijos mueran antes que sus padres.

¿Otra  época?

Los chiques que nos convocan a esta maravillosa iniciativa, irrumpen a contramano de las directrices  que imponen los dómines del sentido común. Muchos de ellos alzan pancartas reclamando justicia, o presupuesto. Otros añoran la tibieza de un abrazo fraterno porque el  abuelo  de las caricias se retrasa en regresar   al hogar. La  mitad se irá a dormir con la panza vacía  y los restantes avanzan  a tientas, navegando por los avatares de esta tormentosa, peligrosa, incierta singladura que en la asepsia de los manuales se reputa como realidad.

Esta fotonovela alivia, rejuvenece la orientación de la esperanza, se afianza en el legado de libertad, justicia y futuro que  esa monumental parcela de jóvenes, cuyo vacío se evidencia en los padrones, nos dejara.

Uno de nuestros maestros, Nervi, solía decirnos que, enfrentados a instancias  espinosas, al tigre  afgano se lo caza con el lebrel afgano.

Estos muchaches  de ahora no conocieron a Ricardo, pero replican esta sabiduría en sus realizaciones. Primero los retratos, ahora los fotogramas y la dramatización. Lenguajes remozados para acceder a conciencias lozanas  y refrescar a los mayores la importancia de no desdeñar los recursos, sino ideologizarlos tras el objetivo de urbanizar nuevos paradigmas.

Impedir que la historia se repita como tragedia, honrar la lucha y a los luchadores, romper  el silencio, proteger  a los pájaros  caídos.

Ya lo hemos dicho pero insistimos: la memoria como redentora de la historia. Un magisterio de ofrendas sin jactancias. Esa es la remembranza  que nos gusta, la que sirve para construir cosas nuevas. En ella  nos refugiamos, a su  amparo nos defendemos, con esa memoria  en ristre   avanzamos al porvenir con el afán de  calibrar – tal cual lo hicieran los rebeldes de la generación inmolada  -cuánto nos falta hasta  pellizcar, nuevamente,  el cielo con los  dedos.

Noches, lápices y aquí, exorcizando la oscuridad, soles.

Germinales  desenfadados, galácticos.

Se despliegan  luminosos  entre nosotros cada vez que promovemos  la alborada  de estas  páginas.

Amanecen en nuestro firmamento desbordados de luz.

Obcecados, esculpiendo  la melga de renovados  horizontes.

Vienen del otoño, soles primavera.

 

Juan Carlos Pumilla

Noviembre 2024

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Historias minimas-c

  Esa lágrima en la mejilla, ahí le apunté