UN ARMA
CARGADA DE FUTURO
Todavía perseveran, en los socavones de la UNLPam, los ecos de la apertura de la muestra fotográfica “No fue una isla”. Auspiciada por esa casa de estudios. Fue, entre otras cosas, una manifestación de coherencia institucional habida cuenta que la universidad se ha constituido en querellante en el segundo juicio a los represores de la Subzona 1-4.
Un buen sitio, por su carácter propiciador de ideas y debates, para desafiar al dogma y sostener que una imagen puede ser generadora de mil palabras. Turgueniev respiraría aliviado.
La exposición, que permanecerá abierta el tiempo necesario para que toda la comunidad académica, o el ocasional público que asista al aula magna, ingrese o reinicie un contacto con estos inquietantes documentos de las audiencias. Sesiones en las que se juzga a los autores de las articulaciones más atroces que se puedan concebir en el plan genocida que, ciertamente, involucró a la academia de manera directa.
Dagna, Paula , Ceci, Milton y Adrián, los autores, perpetuaron en sus registros relámpagos intensos de las audiencias captando rostros, situaciones, gestos que repugnan, duelen o estremecen. Víctimas y victimarios habitando, tal cual el escueto recinto del Colegio de Abogados, el mismo espacio, frente a frente, en un extraordinario recorte de un momento histórico que preserva para el futuro una didáctica de la memoria.
Porque estas fotos, que parten de una matriz creativa, que se dilata más allá de la técnica o la apertura del diafragma, perforarán el prevenir abriendo paso a una refutación que la propia manifestación lleva por título.
Se trata de una contribución sustancial de arte propensa a aniquilar la neutralidad y el descompromiso. Porque cada detalle, ángulo, cada elección de color, revelan una opción ideológica que torna a estos fotógrafos en militantes de una de las causas más nobles a que pueda aspirar el ser humano: la verdad.
Búsquedas graficas de un año de sesiones que se dilatarán en el nuevo trimestre. A lo largo de este lapso, hemos sufragado – querellantes, empleados del TOF y la fiscalía, periodistas, componentes de los grupos de asistencia- una fraternidad que las exteriorizaciones de emoción y gozo volcadas a los artistas esta mañana, confirma y nos proyecta hacia la posteridad impregnados de esperanza.
Quienes hemos tenido la fortuna de convivir y trabajar junto a maestros de la imagen como el Gringo De Pian, Joaquín Rodríguez, Horacio Echaniz, Eduardo Pérez… percibimos en la presentación de la jornada que su legado se salvaguarda y enriquece con estas miradas tan comprometidas, tan jóvenes. Observaciones a través de las lentes que catequizan a las cámaras en una herramienta de combate. Una exteriorización (gracias GabielCelaya) cargada de futuro.
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